Por Salvador Treber
A fines de octubre del año 2010 la población mundial llegó a ser de 7.000 millones de habitantes y siete años después éstos sumarán 7.380 millones, poniendo en relieve el comienzo de una notoria desaceleración que ya se ha manifestado en muchos países de Europa, donde los nacimientos anuales han sido superados por las defunciones. Los alumbramientos están en franco retroceso. El país donde se evidencia con mayor claridad es Japón, ya que sobre un registro máximo de 127,7 millones de habitantes en 2008, ha descendido a 125 millones y su gobierno parece resignado a que esta situación continúe.
Esa problemática se reitera y generaliza en Europa, pues en Alemania, Francia, Hungría, Rusia, Ucrania, Rumania, Polonia, Servia, Lituania y Moldavia también se verifica idéntica realidad. El resto de los países de este continente todavía no está inmerso en dicho escenario pero presenta signos de un movimiento semejante, y es sólo cuestión de unos pocos años para que también entre en ese virtual tobogán humano descendente. Si en breve no se encaran iniciativas que frenen la situación, hasta el año 2050 la actual población seguramente se reducirá, en promedio, nada menos que 22,6%, índice que debería ser tenido muy en cuenta para revertir esa tendencia.
El único país que adoptó una medida correctiva fue China, que durante 35 años (1979/2014) impuso severas restricciones al número de nacimientos por hogar (“régimen del hijo único”). Sus autoridades explican que con esa decisión pretendieron acelerar el acceso generalizado a un mejor nivel de vida, la erradicación total de la pobreza y la cobertura de todas las necesidades de su población. Según la versión oficial, los actuales 1.370 millones de chinos tienen cubiertos todos esos requerimientos, pese a que el ingreso anual promedio por habitante es relativamente bajo (US$13.500). El ingreso viene ascendiendo rápidamente, pese a que aún está muy distante de la media estadounidense, que llega a US$52.650 anuales per cápita.
La tendencia al retroceso poblacional
Hace más de dos años las autoridades de Pekín han autorizado que las parejas tengan hasta dos hijos y éstas, según la respectiva estadística, han respondido positivamente elevando el índice de nacimientos a +6,7%. Por el contrario, el alto porcentaje de natalidad registrado en los países asiáticos bañados por el océano Indico y en toda el área de África Subsahariana, de acuerdo con la proyección elaborada hasta el año 2050, lleva a la conclusión de que la población mundial muy probablemente llegará a 11 mil millones de habitantes. En este momento, se encuentra en zonas rurales 46,5% del total general, pero se prevé que esa relación se reduzca progresivamente hasta sólo 33,7%; mientras la urbana pasaría de 53,5% a 66,3%.
Obviamente, esa estimación no contempla la implementación de estímulos para incrementar el número anual de nacimientos, especialmente en Europa y América del Norte. Respecto a la extensión de la vida, en 2015 se determinó que casi 902 millones de los habitantes tenían 65 o más años y se ha estimado que para 2050 este rango etario llegará a 2.092 millones. África, sin duda alguna, será donde se verificará el incremento máximo de esta franja. Multiplicarán su número en 242% (el incremento más elevado). Por otro lado, América Latina y el Caribe lo haría en 182,9%, a la par que América del Norte crecería 64,0%. El grupo de los mayores de 65 en Europa crecerá apenas 37,0%.
Tal circunstancia debería convertirse en una mayúscula preocupación dado que con esa oscura perspectiva se convalida su reconocido carácter habitual de Viejo Continente con que se lo identifica. Pero ello no es óbice para que traten de rejuvenecerlo en todo o más posible mejorando el índice anual de nacimientos. Luego de las medidas tomadas en China, se prevé que junto con India llegarán, cada una, a tener alrededor de 1.700 millones de habitantes; mientras en un tercer lugar muy distante surgirá Nigeria, que llegará a 400 millones en 2050, seguida por Estados Unidos (389 millones), Indonesia (321 millones), Pakistán (310 millones) y Brasil (238 millones).
El sumatorio proyectado de la población actual de los siete países precitados hasta 2050 revela que para entonces, dentro de sus fronteras estará la mitad de la población mundial; los otros 202 países completarán el total de ésta.
Por lo tanto, es indispensable encarar con urgencia la corrección en la tendencia en este gran conglomerado de países restantes, incluso Argentina. De otra manera, si bien aumentarán lo harán a un menor y descendente ritmo hasta la primera mitad de siglo, llegando al año 2100 con una muy sensible merma de la población. Si se estuviera dispuesto a comenzar a intervenir al efecto de evitar la caída, ello deberá implementarse no más allá del inicio del tercer decenio de este siglo para evitar hacerlo en forma tardía.
Otras facetas destacables en proyección
Lo antes expuesto es así porque ese tipo especial de medidas no es de respuesta positiva inmediata, por lo cual retardar el comienzo de políticas correctivas puede tornarlas inútiles hacia el futuro. No se conocen segundas alternativas por otras vías que aceleren o sustituyan la normal adopción y que tengan chances ciertas de lograr resultados satisfactorios.
Es demasiado lo que se juega para emprender experimentos de resultados tan inciertos que no se justifican plenamente debido a la escasa o nula información sobre su más probable resolución.
Otro aspecto significativo y digno de ser evaluado se refiere a la división por sexo. En promedio, para todo el mundo en general, se advierte que la proporción que corresponde a las mujeres en la población mundial es de 49,6%, pero se detectan ciertas variantes según el área geográfica o franja social en que se analice el número. Si se tiene en cuenta el nivel medio de ingreso, en la franja mundial donde éste es inferior, las mujeres ascienden a 50,2%. En las zonas de ingresos medios altos llegan a 51,1% y en las exclusivamente de ingresos altos registran una proporción de 50,6% (en el área euro, que está ínsita en esta última categoría, las mujeres representan 51,1 de la población%). Bajo el enfoque regional, el índice los valores máximos se verifican en Europa y Asia Central pues en ese ámbito ascienden a 52,2%.
En América Latina y el Caribe el porcentaje de mujeres es de 50,6% y en Argentina llega a 51,0%. Por otra parte, los mencionados índices aparecen con sus niveles más bajos en Asia del Sur, con sólo 48,5%; en Asia del Este y el Pacífico, en que cubren 48,8%, y en Medio Oriente y Norte de África, con 49,6%. Dado que estas tres últimas áreas son las más pobladas, e inciden decisivamente, al globalizar el dato se establece el porcentaje mundial de mujeres, tal como se ha referido antes, con una proporción levemente debajo de la mitad. Como las diferencias son muy reducidas, se puede afirmar que la naturaleza es ejemplarmente sabia en ese aspecto.
Al revisar la realidad en materia educacional se ha determinado que existen en el mundo 20,7 millones de docentes y que los indispensables para el año 2030 ascenderán a no menos de 26 millones para atender a un servicio semejante al que se presta actualmente. Si se pretendiere proveer de instrucción a toda la franja menos ilustrada, que no la está recibiendo y representa 18,5% de la población mundial, el número de docentes activos debería elevarse a 32 millones. En cuanto a las personas que tienen hoy en día algún título terciario, ascienden a 2.150 millones (tres veces más que 50 años atrás) pero hasta el año 2050 seguramente llegarán a 3.000 millones y treparían a 7.000 millones hasta el año 2100.
Los casos óptimos
En cuanto a lo que el Banco Mundial identifica como la “población dinámica”, debe tenerse presente que el índice de crecimiento anual durante el período 1990/2008 fue de 1,3%; mientras en 2008/2015 éste se redujo a 1,1% y se supone que en el lapso 2015/2030 será de sólo 0,7%. En cuanto a su número, en 2015 ya es muy tangible que se han casi duplicado los más pobres, pues en apenas 25 años pasaron de 653,6 a 1.127,4 millones. Mientras los de la franja de ingresos medios bajos han hecho lo propio, en el mismo período, de 2.899,5 a 4.011,2 millones, y los ubicados en los estratos medios altos de 796,2 a 995,1 millones. En esta última franja está incluida Argentina, que lo hizo en ese lapso de 32,5 a 42,4 millones de habitantes. Cierran el referido cuadro general los países ubicados en el nivel más elevado de la pirámide distributiva (altos y máximos ingresos), que en idéntico período pasaron de ser 939,6 a 1.107,4 millones.
También son muy llamativas las amplias diferencias que se registran en los índices anuales de nacimientos. En la franja de los más pobres llegan al máximo de 32,9 por mil, en la cima apenas alcanzan a un escuálido 12 por mil (en el área del euro es aún más bajo, sólo 10 por mil). Cabe agregar que en Argentina, el respectivo índice actual es de 17 por mil, curiosamente superior al de Brasil que llega a 16 por mil.
En cuanto a los índices anuales de fallecimientos, en el área de países más pobres se verifica el más elevado, con 11 por mil, pero si se opta por desagregar este conjunto de países, pueden detectase notorias diferencias pues en África Subsahariana el trepa a 14 muertes por cada por mil habitantes.
Por otro lado, los países con ese índice más bajo de fallecimientos corresponden a los de más altos ingresos, con un promedio de 8 muertes por mil, pero ello no se puede generalizar pues ese indicador es inferior tanto en América Latina y el Caribe como en Europa Oriental y Asia Central, donde se reduce a 6 por mil. Para Argentina es de 8 por mil mientras los inferiores en el mundo se descubren en Kuwait y Emiratos Árabes Unidos, con apenas 2 fallecimientos por mil. Seguidos, sorprendentemente, por Costa Rica, Lituania, Kazajistán, Argelia y Hong Kong, con 3 por mil todos ellos.
Una revelación sobre el mundo del futuro se percibe al constatar que actualmente los usuarios habituales de Internet son 3.500 millones (50% del total) y que para 2050 ellos llegarán a 8.600 millones sobre una probable población total de 11 mil millones, es decir 77,3%.