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Profunda crisis de la deuda pública griega

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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Sindicada junto con España como las economías más endeudadas del planeta, cuya situación se viene complicando sin que se vislumbren soluciones próximas, las condiciones en que se opera en el país causan muy fundados temores.

Grecia es un país que tiene en su haber un prolongado cuan heroico pasado que se remonta a no menos de 2.500 años y han dado sustento a lo que actualmente se identifica como la “civilización occidental”. Ocupa espacialmente el área básica que ya poseía entonces, que se circunscribe a una superficie de apenas 132 mil km2. Pese a su escasa dimensión tiene tres facetas diversas: continental, peninsular e insular. Las relativamente amplias costas, bañadas por los mares Jónico y Egeo, llegan a 13.676 km y la sitúan muy estratégicamente en la zona oriental del mar Mediterráneo.

La población actual asciende a alrededor de 11,5 millones de habitantes, que equivale a un promedio de 87,1 por km2. La ciudad capital, Atenas, supo ser el eje político-cultural y los antecedentes más lejanos se remontan al siglo XX a.C., cuando arribó a esas tierras la civilización minoica. Le cupo a Homero revelar en detalle lo ocurrido en los tiempos más remotos, como la Expedición de los Argonautas y la destrucción de Troya. En la península ubicada en la parte sur, unida a la región central por un estrecho istmo, conocida como el Peloponeso, floreció en forma especial la ciudad de Esparta, esencialmente guerrera, que se enfrentó con Atenas hasta que la invasión de los persas los obligó a sumar fuerzas para repelerlos y expulsarlos.

En el siglo V a.C., en el pico de su gloria, extendió su dominio a buena parte de Asia Menor, lo que es hoy Italia, el sur de Francia, norte de África y centro-sur de España. De ese rutilante esplendor no queda nada actualmente, salvo los cuantiosos monumentos y esculturas. Tras la caída en 1453 de Constantinopla, cayó en decadencia.

La actualidad de Grecia
Es uno de los socios menores entre los 28 que integran la Unión Europea (UE) y, a la vez, de los 18 que han adoptado como moneda única el euro y están incorporados al Banco Central Europeo con sede en Bruselas (Bélgica). Antes del comienzo de la recesión y cesación de pagos (2007) disponía de 4,5 millones de trabajadores en relación de dependencia o autónomos y apenas 400 mil desocupados. En un muy breve lapso, en forma continuada, fueron creciendo hasta llegar a fines de 2013 a nada menos que 1,4 millones sin que esa tendencia se haya siquiera detenido. Pero la relación de 28,6% a que ascienden los “parados” no tiene antecedentes que la parangonen en Europa.

Sólo España puede asemejarse por sus índices aunque las últimas informaciones anuncian que en este momento se habría logrado detener el agravamiento de su caída y hasta revertir levemente esa crítica orientación. En este caso se trata de un país que posee una superficie de 505 mil km2 y unos 46,5 millones de habitantes (92,1 por Km2), admitiéndose que de los 22,9 millones de la población económicamente activa, 6,2 millones (27,2%) permanecen desocupados. Obviamente que por cuadruplicar su población respecto de Grecia, el número de los sin actividad laboral asume una cantidad mucho más elevada.

Volviendo a la península helénica, mediante el examen de sus datos estadísticos anuales se advierte que el PBI cayó hasta fines de 2013 y que eneste último año la merma fue de 24,3%; mientras la acumulada en el período 2008-2012 fue equivalente a 72,3% del correspondiente a un ejercicio todavía “normal”, como ha sido considerado el año 2007.

Ello influyó decisivamente durante la secuencia ascendente de los sucesivos déficit fiscales y, por consiguiente, del nivel de la deuda pública total que superó largamente al producto. Es que si se restringía más drásticamente el gasto estatal se tenía la convicción de que crecería en mayor medida la miseria y desocupación; lo que, de todas maneras, no dejó de trepar.

Cabe advertir que el monto de aquella escaló a la astronómica suma de US$ 385,8 millones, razón por la cual, en la certidumbre de que sería imposible su adecuada atención, el gobierno griego decidió en 2009 solicitar auxilio a la Unión Europea y al Fondo Monetario Internacional (FMI). Luego de una severa revisión, les presentaron como única salida un esquema compulsivo de renovación total de dichos pasivos incluyendo una quita de 38% como única vía para encarar un ordenamiento de las cuentas públicas.

Las consecuencias de la implementación
Junto con la adopción de dicho programa, paradójicamente denominado “de rescate”, para conducir su implementación se delegó esa función, con amplios poderes, al FMI, los ejecutivos del Banco Central Europeo y la cúpula de la UE, aunque para desempeñar las tareas prácticas “diarias” fue elegido el organismo citado en primer término. Al mismo tiempo exigieron la puesta en marcha sin ninguna dilación de múltiples medidas destinadas a lograr un elevado grado de austeridad, a lo que se agregaron sensibles exigencias para contraer muy drásticamente el mercado laboral.

Además de la merma plurianual habida en el PBI, las restricciones impuestas en dicho mercado se tradujeron en una corriente de despidos masivos y el retorno a sus respectivos países de origen de miles de trabajadores que hasta ese momento habían migrado en sentido inverso. Sintéticamente se pueden resumir los lineamientos básicos en un simultáneo incremento de la presión tributaria, significativas bajas de las asignaciones jubilatorias, así como en el número de empleados (alrededor de 180 mil) y privatización indiscriminada de las empresas públicas; todo combinado con la eliminación de cualquier tipo de subsidios a los bienes de consumo masivo.

Por lo visto, se trató de uno de los planes más severos que se adoptaron no tomando en cuenta el costo social de grandes privaciones a la población sin mayor distinción. Aun así, no se logró frenar el ascenso continuado de la deuda pública, a tal punto que ésta representa actualmente una cifra equivalente a 175% del PBI, aunque, obviamente, este último ha caído a sólo US$ 225.000 millones. Hay anuncios que hacen suponer una nueva sustitución de los títulos de crédito en uso por otros en que se introducirían nuevas quitas, de magnitud todavía no conocidas públicamente.

Las perspectivas de la actividad económica
El escaso territorio exhibe una conformación bastante poco apta para realzar cultivos de cierta significación, salvo en los “manchones” de viñedos que permiten elaborar una serie de vinos muy acreditados en el mercado. La composición por edades registra sólo 14% de niños que tienen entre 0 y 14 años de edad; 68% está cubierto por el segmento que abarca a quienes están entre 15 y 64 años inclusive (población económicamente activa) y el 18% restante está representado por los pasivos, que tienen 65 o más años de edad. Esa relación, en que los mayores componen una franja más numerosa que la de los más jóvenes, implica que está en marcha un proceso de envejecimiento masivo, progresivo y crónico que condena al país a una inevitable decadencia. Según los datos proporcionados por el Banco Mundial para el año 2008, la población económicamente activa estaba compuesta por 63% de varones y 43% de mujeres (4,2 y 3,2 millones, respectivamente). En cuanto a los sectores de actividad, durante el quinquenio 2004/08 a la agricultura se orientó 9% de mujeres y apenas 8% de varones, relaciones éstas que en la industrial se revierte pues le corresponde, en el mismo orden expuesto precedente, 7% y 22%.

Surge por tanto con nitidez que el área de servicios es, por mucho, la decisiva. En ella se concentra con amplitud la máxima gestión productiva y, según el sexo, los varones implican 44% de aquéllos, mientras que se ha convertido en campo de especial preferencia para 59% del colectivo femenino.

La explicación es simple: el turismo receptivo es, en forma absoluta y excluyente, el más apto factor generador de ocupación y de ingresos. El último período considerado “normal” ha sido el año 2007, pues con posterioridad comenzó la recesión que se ha venido extendiendo hasta ahora. Se había llegado en forma creciente visitantes que en aquel año superaron 10 millones, con un promedio individual de seis días de estadía en cada caso.

Pese a que han transcurrido más de 2.600 años, la mitología y las bellas artes que florecieron en la Edad Antigua siguen atrayendo al ojo curioso y la devoción estética más refinada de los visitantes. La versión de que en la isla de Creta aparecieron los primeros, Zeus y su séquito para luego trasladarse al continente, ha hecho de aquélla un virtual imán que atrajo en 2008 nada menos que 6,5 millones de turistas, a los que deben sumarse los 2,8 millones que desembarcaron en la isla de Rodas. Desde 2009 se ha detectado una tendencia a la disminución que generó una baja de no menos de 26%. Esta de por sí muy preocupante merma se acentúa en el caso de los europeos y se mantiene en muy semejante nivel con respecto a los provenientes de EEUU.

Una reflexión realista y la consiguiente elaboración de cualquier tipo de proyección debe, necesariamente, arribar a conclusiones bastante pesimistas sobre las perspectivas de revertir, por lo menos en lo que resta de este decenio, para volver al ritmo de actividad que habían alcanzado. Es que el volumen del turismo receptivo sólo podrá reencontrar un curso ascendente cuando la actividad económica dentro de sus respectivos países de origen también se logre recuperar.

Las estimaciones determinan que desde el momento en que ello se verifique y comience a crecer el PBI en aquellos países, con un diferimiento no menor de tres años, podría iniciarse una correlativa mejora del correspondiente a Grecia. Por lo tanto, en el óptimo de los casos, ello recién sería posible que sucediera para los inicios de la próxima década.

Admitido que éste es el más favorable horizonte que puede vislumbrarse en dicho país, resulta obvio que allí seguirán sufriendo profundas privaciones y se verificará la frustrante imposibilidad práctica de equilibrar sus cuentas fiscales, pese a los profundos cortes realizados en el gasto. La tendencia de la deuda externa se ha convertido en un cruel termómetro de su actual muy penosa realidad.

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