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Presencia en la Antártida: una política de Estado

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Por Guillermo Carmona (*)

La presencia argentina en la Antártida es la más antigua de carácter ininterrumpida y data del 22 de febrero de 1904.
En aquella fecha se estableció el Observatorio Meteorológico en las Islas Orcadas del Sur, que luego sería nuestra Base Orcadas, la primera base permanente de país alguno en el continente blanco, dando así continuidad a una presencia que ya existía desde las primeras décadas del siglo XIX con la actividad de los foqueros criollos.

Este hito inauguró una era épica de expediciones antárticas argentinas que daría lugar a la inauguración de más bases antárticas, al desarrollo y fortalecimiento de la actividad científica en esa región, y al establecimiento y consolidación de la Política Antártica Nacional.
Desde hace más de 118 años la “Argentina Antártica” se fortalece a través de la ejecución de una política nacional que tiene como ejes a la actividad científica desarrollada por el Instituto Antártico Argentino, la protección del medio ambiente antártico, el despliegue logístico a cargo de las Fuerzas Armadas y la diplomacia especializada de nuestra Cancillería, y que tiene a la Dirección Nacional del Antártico a cargo de la programación, planeamiento, coordinación, dirección, control y difusión de la actividad antártica argentina.

Estos actores –científicos, fuerzas armadas/militares, profesionales, gestores y diplomáticos– representan las columnas que sostienen y resguardan nuestra reivindicación soberana en la Antártida y nos permiten desempeñar un papel central en el Sistema del Tratado Antártico.
La actividad científica es el centro de gravedad de la actividad antártica argentina.

El Instituto Antártico Argentino -primer organismo mundial dedicado exclusivamente a las investigaciones científicas antárticas desde 1951- se encuentra a cargo de definir, desarrollar, dirigir, controlar, coordinar y difundir la actividad científico-tecnológica argentina en la Antártida, con el objetivo de respaldar los intereses argentinos en la región.
Sus investigadores, en estrecha cooperación con sus colegas de organismos nacionales de ciencia y tecnología, del Conicet y de centros académicos del país y del extranjero, desarrollan proyectos científicos de alta calidad en ciencias de la tierra, glaciología, paleontología, biología, biorremediación, cambio climático, oceanografía, ciencias sociales, entre otras.
Como región dedicada a la ciencia, la preservación de la Antártida y de sus ecosistemas asociados es sin duda un tema prioritario de la política exterior argentina.

Así, la Argentina es firmante original del Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente, que el año pasado cumplió 30 años desde su firma. Para ello, todas las actividades se encuadran dentro de las regulaciones vigentes.
Asimismo, muchos de los proyectos de investigación realizan importantes aportes para el conocimiento y conservación de estos ecosistemas únicos, revelando su biodiversidad y recursos genéticos y comprendiendo los efectos que la presencia humana y el cambio climático pueden estar ejerciendo sobre ellos.

También como prueba de este compromiso se destaca la propuesta de área marina protegida en la zona de la Península Antártica que la Argentina, en forma conjunta con Chile, ha presentado hace algunos años a consideración de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos.
Quiero dejar aquí plasmado mi reconocimiento a los investigadores que día a día contribuyen a fortalecer la actividad científica argentina en la Antártida.
El reciente acuerdo alcanzado para el equipamiento de los laboratorios oceanográficos diseñados a bordo del Rompehielos ARA Almirante Irízar, con instrumental científico de primera línea es un paso importante en este sentido.

Por su parte, gracias al trabajo incansable de mujeres y hombres de nuestras Fuerzas Armadas se asegura el sostén logístico de la ciencia argentina en la Antártida y en las bases argentinas, junto al despliegue de barcos, vehículos y aeronaves y otros medios provistos por la logística militar.
Finalmente, destaco a los diplomáticos y profesionales de la Cancillería que representan activamente a nuestro país en los foros del Tratado Antártico. Participan en la elaboración de la agenda futura para el continente antártico defendiendo los intereses de la Argentina como actor central del sistema.

El Instituto Antártico Argentino -primer organismo mundial dedicado exclusivamente a las investigaciones científicas antárticas desde 1951- se encuentra a cargo de definir, desarrollar, dirigir, controlar, coordinar y difundir la actividad científico-tecnológica argentina en la Antártida, con el objetivo de respaldar los intereses argentinos en la región.

A 60 años de su firma, el Tratado Antártico perdura como un instrumento fundamental para consolidar la paz, la cooperación científica y el cuidado del medio ambiente antártico que, en virtud de su Artículo IV, además cautela plenamente nuestros derechos de soberanía sobre el territorio antártico argentino.
La política antártica argentina requiere una acción exterior intensa y continua de carácter diplomático y científico para continuar desempeñando este papel central.

En un marco de cooperación internacional, la Argentina asume el compromiso de enfrentar los numerosos desafíos que presenta la región antártica como el cambio climático, el crecimiento del turismo y la conservación de su biodiversidad.
En el plano internacional, es también importante mencionar que desde septiembre de 2004 la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es la sede de la Secretaría del Tratado Antártico. Nos enorgullece este hecho y continuaremos desde la Cancillería facilitando toda la actividad que realiza la Secretaría y todo su personal, para asistir al Sistema en su conjunto y a los 54 países actualmente firmantes del Tratado.
Otro aspecto fundamental de nuestra Política Nacional Antártica refiere a la ciudad de Ushuaia, la puerta de entrada más cercana a la Antártida, a tan sólo 1000 kilómetros de la Península Antártica, que es la zona con la más alta concentración de actividad humana en ese continente.

Ello incluye la presencia de las bases argentinas y de los programas antárticos extranjeros, como así también la mayor parte del turismo y la pesca en la región. Y es por esto que la Argentina se está esforzando para convertir a Ushuaia en el centro logístico antártico que merece ser con el objeto de brindar allí todos los servicios que requiere la comunidad antártica internacional.
Sin duda, la irrupción de la pandemia global ha presentado un reto inesperado para todos los programas antárticos nacionales. Sin embargo, y cumpliendo con estrictos protocolos sanitarios, nuestro país se ha esforzado para mantener sus actividades antárticas y continuar el trabajo de las numerosas líneas de investigación en sus bases durante la pasada y actual campaña antártica de verano.
Para concluir, rindo homenaje a todos los actores, mujeres y hombres, del pasado y del presente, que con su dedicación y esfuerzo han contribuido y contribuyen diariamente a consolidar nuestra política antártica.

(*) Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto.

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