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Pensar rápido, mediar despacio: afilando la sierra

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Por Silvina Muñoz (*), exclusivo para COMERCIO Y JUSTICIA

El mediador es la herramienta más importante del proceso de mediación. En ese sentido, el séptimo hábito rescatado por Stephen Covey (Los siete hábitos de la gente altamente efectiva; Ed. Free Press, 1989) es: “Afile la sierra: …preservar y realzar el mayor bien que usted posee: usted mismo. Significa renovar las cuatro dimensiones de su naturaleza: la física, la espiritual, la mental y la social/emocional”. (pág. 177).

La mediación se puede presentar como una actividad-disciplinaria, en el sentido de que se aprovecha de múltiples saberes disciplinarios y no disciplinarios que le aportan herramientas adecuadas para el abordaje de las situaciones conflictivas del proceso. Por ello es tan necesario que el mediador tenga un bagaje teórico muy amplio y que sea complementado con horas de práctica consciente, que le permitan saber qué instrumento está utilizando y “para qué”.

En sintonía con lo anterior es que me gustaría detenerme en unas preguntas que atraviesan la actividad profesional, en la medida en que mantienen el instrumento “afilado”: ¿qué es pensar rápido? y ¿qué impacto tiene en el hacer profesional?

Siguiendo a Daniel Kahneman (“Pensar rápido, pensar despacio”, Ed. Debate, 2013), vemos que hace una distinción entre dos sistemas de pensamiento, a manera de dos agentes activos de la actividad mental, que repercuten en la manera de pensar y, consiguientemente, en la elección de la conducta a seguir. Esta idea le valió un premio Nobel en economía, sin ser economista. Una de sus ideas interesantes, que me parece importante para nuestra actividad, es la heurística intuitiva. 

Como conductores del proceso de mediación, por medio del desarrollo de las distintas etapas, escuchamos activamente a las partes y vamos elaborando las hipótesis de trabajo y las estrategias para el abordaje integral de la situación conflictiva. Esto supone estar en una continua toma de decisiones durante la escucha respecto de lo que consideraremos relevante, lo que dejaremos en un segundo plano, sobre lo que vamos a repreguntar, cómo lo vamos a reencuadrar, etcétera. Este esfuerzo cognitivo supone una tensión mental que la misma mente se preocupa por aliviar: ya sabemos, gracias a la neurociencia, que el cerebro tratará de encontrar el camino más sencillo y con el menor trabajo posible para llegar rápidamente a la decisión más atinada. Cuando los temas sobre los que estamos decidiendo son altamente conocidos por nosotros, aunque no se los considere habituales, la mente construye rutinas inconscientes llamadas heurísticas, que funcionan como procesos cognitivos que permiten automatizar elecciones obteniendo rapidez. 

Si lo anterior es leído por medio de algunas conductas necesarias para la vida cotidiana, en la cual determinado grado de rapidez y automatización es necesario, resulta una herramienta funcional. Por ejemplo, al vestirse o al manejar un automóvil son necesarios algunos atajos mentales, ya que no sería funcional a cualquiera de estas dos tareas detenerse a pensar demasiado para tomar alguna decisión: imaginemos cruzar manejando un auto una bocacalle, donde aparezca otro vehículo y debamos decidir si aminorar o acelerar la marcha.

La heurística intuitiva se activa cuando, ante una cuestión difícil, nuestra mente busca el aspecto más sencillo de ella y realiza la exploración hacia la respuesta más fácil. Esta vía para disminuir la sobrecarga cognitiva permite simplificar la mirada de las situaciones conflictivas. Es parte de lo que Kahneman denomina Pensamiento Rápido, en el cual está presente esta heurística intuitiva, la percepción, la memoria y otras actividades mentales automáticas que operan en la toma de decisiones e inciden en las conductas.

Es importante destacar que, como características dentro de este Pensamiento Rápido, se provocan decisiones automáticas e intuitivas elaboradas con base en juicios de manera asociativa con otras situaciones que se parecen, o mediante la disponibilidad de información previa o por algún valor adquirido. 

Cuando en la búsqueda espontánea y rápida de nuestra mente no aparece ninguna referencia que nos satisfaga ante la situación conflictiva, ya sea por su complejidad o por su pertinencia, se activa el otro sistema de pensamiento, al que el autor llama Pensamiento Lento, es decir pensar despacio, más detenidamente.

Como mediadores, me parece importante mantener nuestro instrumento afilado y afinado. Las prácticas conscientes en nuestra vida profesional nos ayudan a avanzar. Poder visibilizar la cantidad y el impacto de nuestras decisiones cuando estamos escuchando a las partes hace que sea más sencillo poder revisarlas, cuestionarlas, aggiornarlas

Es un desafío poder conocer nuestros modelos de pensamiento y las elecciones personales que se hacen durante la escucha, antes de las conductas que se plasmarán en el desarrollo del proceso. Todo recurso sirve en la medida en que sea funcional a una estrategia, en que se sepa el “para qué” de su utilización. 

Si pensamos en las fases del proceso de aprendizaje, que visualiza un tránsito desde la incompetencia a la competencia y de la inconsciencia a la consciencia, vemos que la última etapa es la competencia inconsciente, en la cual “ya no sé qué es lo que sé” ni desde qué disciplina o a-disciplina fue adquirido ese conocimiento. Para los mediadores que realizamos un trabajo artesanal, mezclando ciencia y arte, teoría y práctica en cada situación única, me pregunto acerca de la importancia de no alejarse de la figura del “aprendiz”, evitando el peligro de creer que ya lo sabemos todo y manejar los procesos de manera “automática” 

¿Cómo afilar las herramientas? ¿Cómo pensar rápido, pensar despacio? Una propuesta podría ser: pensar rápido, mediar despacio.

Pensar rápido para obtener información de todas las aristas que influyen cuando estamos frente a una situación conflictiva y mediar despacio para tomar las mejores decisiones, teniendo en cuenta las repercusiones que éstas traen para las partes y para el propio mediador, que deberá tener su instrumento afilado.

(*) Codirectora de Gesic -Gestión de Situaciones Conflictivas-, centro de mediación)

Comentarios 9

  1. Muy interesante artículo Silvi!!
    En estos tiempos que corren, con la tecnología de por medio es fundamental «pensar rápido, mediar despacio».
    Me gustó la frase!
    Un abrazo.

  2. Sol says:

    Excelente aporte silvi!!!muy buena nota .felicitaciones

  3. Matías Maccio says:

    Brillantes aportes querida amiga. Gracias. !!

  4. Jorgelina Lagos says:

    Nota en la que resalta el conocimiento de la autora por el tema. Una mente rápida y generosa.
    Muy buena propuesta para ingresar al mundo de la mediación.

  5. Gabriela says:

    Excelente Artículo…. me quedo con la frase de que los mediadores somos artesanos del proceso de Mediación!¡!
    Gracias Silvina por tus aportes y tu generosidad permanente.

  6. Ivana Gulli says:

    Muy bueno el artículo. FELICITACIONES!

  7. Excelente artículo y super interesante la propuesta! Felicitaciones!!!

  8. María Luisa Retamal says:

    EXCELENTE NOTA SILVINA. Ojalá sea una constante en los mediadores, la curiosidad permanente en las distintas áreas del conocimiento, ya que nunca sabemos desde qué lugar se presentarán los mediados. Y como leí en mas de alguna oportunidad… «No morimos cuando dejamos de respirar, morimos cuando dejamos de aprender».

  9. Susana novas says:

    Felicitaciones silvina¡¡¡

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