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Paty, la famosa hamburguesa de origen nacional

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Por Sergio Castelli * y María Florencia Rodriguez **

Ernesto Lowenstein nació en Basavilbaso, Entre Ríos, hace 84 años. Su madre fantaseaba con tener un hijo abogado: quería que estudiara Derecho en Columbia, Estados Unidos, pero dejó la secundaria para dedicarse con su padre a la compraventa de hacienda.

En 1960, visitando una fábrica de hamburguesas en Estados Unidos, llamada “Pauls”, su padre tenía la intención de comprarla para que él se radicara en ese país, pero Ernesto se le ocurrió la idea de fabricar hamburguesas en Argentina, a lo que su padre pensaba que era una locura.

Lowenstein junto con Luis Bameule y José Moché, se propusieron instalar una fábrica de hamburguesas en el país. Moché tomó 20 por ciento, mientras que Bameule y Lowenstein tomaron 40 por ciento cada uno. Casi de inmediato volvió a Nueva York para comprar la primera máquina de hamburguesas, una Hollymatic 1200. 

Aproximadamente en el lapso de seis meses, la idea de Ernesto ya se encontraba en funcionamiento, aunque muchos creían que no iban a llegar a muy lejos ya que decían que “Patí era un pez”. Con la ayuda del dueño de un famoso bar que estaba en la rambla marplatense, comenzaron a vender Paty en la playa en cajas de cartón. ya que no había telgopor. 

En un principio, Lowenstein quería que el nombre de la hamburguesa fuera “Wimpy”, nombre de un famoso personaje que comía sándwiches en Inglaterra. Pero cuando fue a registrarlo le dijeron que no podía porque ya pertenecía a otro titular. En busca de otras opciones se les ocurrió en lo que hace la máquina es un pattie, como se llama el formato de disco de carne, modificando el término con una “T” y con “Y” y en un día ya contaban con nombre y con logotipo que contiene la distintiva vaca.

A medida que la demanda empezó a crecer y aparecieron los camiones refrigerantes, comenzaron a congelar las hamburguesas y armaron una red de distribuidores que les permitió llegar a todo el país. 

El éxito superó totalmente las expectativas de sus fundadores y sorprendió a quienes creían que era una locura vender carne picada en el país donde se comercializa la carne vacuna de mejor calidad a escala mundial. Además de Argentina, Paty se vende en Uruguay y hasta 2018 en Chile, Paraguay y la Unión Europea.

Tito Lowenstein, como le dicen cariñosamente, permaneció en la empresa hasta 1964 ya que decidió vender su parte para volver a trabajar con su padre y fundar en la ciudad de Bariloche el circuito de Ski Las Leñas.

Moché también se retiró del negocio, quedando para ese entonces solamente Luis Juan Bameule; luego se incorporó al negocio su hijo Luis Miguel, quedando como los únicos dueños de la empresa; en el año 2007 decidieron vender la empresa a Quickfood y Paty pasó a ser propiedad de la brasileña Marfrig.

Del relato histórico de unas de las marcas más icónicas de hamburguesas congeladas del país podemos observar cómo el hecho de tener la marca registrada potencia el crecimiento y desarrollo de una empresa que con una buena administración, no sólo de sus recursos productivos sino también de los intangibles por medio de inteligentes estrategias de marketing una marca con un logotipo simple como lo es el de Paty se puede llegar a convertirse una marca notoria y reconocida con el tiempo.

Además, es importante destacar que el hecho de tener una marca registrada ayuda a la innovación de las empresas, a la fabricación y a la comercialización de productos novedosos en el país y fomenta -además- la creación de nuevos empleos, así como crecimiento económico.

(*) Agente de la propiedad industrial

(**) Abogada

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