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Paraísos fiscales: el mundo industrializado arremete contra una de sus “creaciones”

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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La enorme gravedad de la situación que están atravesando desde hace más de cinco años dentro del área que fue vanguardia de la economía mundial en el Hemisferio Norte, ha obligado a sus integrantes a revisar una de sus más típicas creaciones.

Es de público conocimiento que Estados Unidos y, muy especialmente, los principales integrantes de la Unión Europea sufren una prolongada crisis que aún no han podido conjurar en sus efectos más notorios y frustrantes. El signo característico que tipifica semejante emergencia es el insólito índice de desocupación abierta que, en conjunto, ha dejado sin trabajo a 42,6 millones de personas, cifra que hasta fin del presente año seguiría en ascenso. España y Grecia, ambos con un 27,2% de su población económicamente activa viviendo esa situación, lideran la angustiosa cuan peligrosa escalada de “parados”, muchos de ellos desde hace más de dos años.

En los centros del poder económico mundial, luego de tomar plena conciencia de tan negra perspectiva -que se puede llegar a extender hasta 2020- están revisando una serie de aspectos con la firme disposición de introducir cambios sustanciales. Es obvio que el comprometido escenario exige modificar radicalmente las prioridades que pudieron justificarse antes de 2008.

Uno de ellos apunta a evaluar la existencia y modalidades operativas con que funcionan los “paraísos fiscales”, aunque no debe olvidarse que un gran número de ellos fueron creados por las más grandes potencias del orbe, sumando nada menos que 82. Su composición es heterogénea pues participan como tales una serie de países, ciertas plazas urbanas de gran magnitud y un numeroso “ramillete” de virtuales “islas tributarias”; especialmente localizadas en zonas marítimas o de alta concentración poblacional y financiera.

Ya hace alrededor de diez años se hizo un primer intento para reglamentarlos y restringir su acción pero, lejos de erradicarlos o frenar su expansión, apenas si se los logró clasificar en tres categorías que distinguen entre los que se han allanado a aportar espontáneamente datos cuando se los requieran, sin plantear mayores limitaciones; los que sólo lo hacen muy parcialmente (el superior número) y los que mantienen una cerrada negativa, dando prioridad a lo que desea su cliente-depositante.

Un verdadero símbolo en ese colectivo que, en diversa medida, ampara la más astronómica transgresión tributaria y además alienta la evasión en la más alta escala es, sin dudas, Suiza.

Origen y evolución de este “paraíso fiscal”
Suiza tiene apenas 41.288 km2 y una población que orilla los 8 millones de habitantes. Aunque carece de costas, siempre se ha favorecido por estar enclavado en el virtual corazón de Europa Central, rodeado por Francia, Alemania, Lichtenstein, Austria e Italia. Su singular división en Cantones se consolidó durante el período que medió entre 1318 y 1352¸ ratificando su autonomía por medio del Tratado de Westfalia (1648) que reconoció la vigencia de la Confederación Helvética, luego confirmada por el Congreso de Viena (1815).

En este país ha regido, en forma permanente y obviando cualquier concesión, el mas hermético secreto bancario. Dicha situación fue incluso respetada por Alemania durante los prolegómenos y el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, pese a que aquella ocupó militarmente todos los países de Europa, desde la cadena de los Pirineos que separa a Francia de España, hasta la desembocadura del río Volga y los montes caucásicos, en Rusia.

Se supone que esa excepción de trato se debió a que ya era un eslabón clave en el funcionamiento del esquema financiero internacional y, mediante él, los países del denominado Eje podían operar exentos de cualquier tipo de tropiezos.

Es tan grande el peso relativo dentro del circuito que, en la actualidad, se estima decisivo contar con su anuencia especial para corregir el mencionado circuito ecuménico, pues allí se calcula que están depositados o pasan diariamente en tránsito a otros destinos, bajo diversas modalidades, alrededor de 30% del total de fondos de origen no justificado que se manejan a nivel planetario; los cuales podrían ascender a 25 billones de euros. Por el momento, Suiza sigue fiel a esa tradición que, según su legislación, debe priorizar la preservación a sus depositantes para que nadie pueda acceder a ningún tipo de información, por elemental que fuere. Pese a la serie de gestiones, e incluso de presiones ejercidas por muchas grandes potencias, nunca ha dado las más mínimas muestras de que esté realmente decidida a modificar esa rígida postura de silencio.

El “Grupo de los Ocho” y los “Paraísos Fiscales”
Hasta hace pocos días, sólo el “Grupo de los 20” se había ocupado del tema y sus planteos pretendieron asumir el tono de una virtual exigencia, extensible al conjunto mundial de naciones. Obviamente, tales reclamos se intensificaron desde su creación, haciéndose mucho más reiterados, y frecuentemente dirigidos a ese grupo cimero que representa alrededor del 85% de la economía del planeta; lo cual no obsta para que varios de los más prominentes estimulen y protejan celosamente esa clase de operatoria.

El caso más notorio y contradictorio es el de Gran Bretaña, que en la actualidad ocupa la presidencia rotativa del “Grupo de los Ocho” y hace pocos días no ha vacilado en acoger en su propia jurisdicción políticas a una serie de “paraísos fiscales”. Aun así, no ha vacilado en difundir una ampulosa declaración, quizá para mejorar su deteriorada imagen, con el objeto de aparecer como líder de la lucha contra la evasión, lo cual, nadie cree.

Sin dejar de exceptuar al islote de Man, ubicado muy cerca de su región costera sobre el Canal de la Mancha, ha prometido que “muy pronto” adoptará el régimen de “información automática” para atender pedidos específicos sobre colocaciones hechas en las islas Caimán, Vírgenes, Bermudas, Monserrat, Anguila, Turcos y Calcos. En esa área calculan que se “mueve” no menos de 20% del total de fondos de origen sospechoso que circulan en el planeta. Por su parte, esa precedente enumeración de “posesiones” o “protectorados” o “seudopaíses” permite refrescar y tomar conciencia de hasta qué extremo sigue manteniendo su tradición de explotación eminentemente colonial en nuestra América.

En coincidencia con ese anuncio, hubo otro fechado en Londres el día 9 de mayo ppdo. en el que, junto con Estados Unidos y Australia, comunica haber iniciado una “profunda investigación” sobre este tipo de operatoria con la base en ficheros antes “intocables”. Según ellos, revelan información que permanecía en el más estricto secreto sobre todas las sociedades offshore que surgieron y han estado presentes en los mencionados países durante las últimas décadas.

El autorizado vocero de esta “novedad”, nada menos que el ministro de Finanzas del Reino Unido, George Osborne, además acotó: “El gobierno británico dispone de 400 GB de datos que nos ayudarán a rastrear a quiénes disimulan sus fortunas en paraísos fiscales”. La precitada revelación y promesa sorprendió hasta en su propio país. No son pocos los expertos que ponen en seria duda su eventual contenido, pues suponen que podría tratarse del material que fuera hecho conocer algún tiempo atrás, no originado en una fuente oficial sino en un trabajo especial del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación.

La nueva situación y sus perspectivas
El tema de los “paraísos fiscales” se ha actualizado en todos los ámbitos y el mencionado “Grupo de los Ocho”, que celebró un encuentro en Aylesbur -a sólo 60 km al norte de Londres, el 19 de mayo ppdo.-, no sólo le concedió buena parte de su tiempo al tema sino que decidió incluirlo expresamente para que fuera tratado en profundidad durante la siguiente cita de junio en Rusia; pero, una vez más, no pasó nada…
Si bien los progresos alcanzados hasta ahora no han sido muy grandes, debe tomarse en cuenta el cambio de postura que ha tenido Luxemburgo, pues decidió comenzar a proporcionar desde el año 2015 por medio del denominado “sistema de intercambio automático” toda lo que se le solicite y verse sobre contribuyentes transgresores que hacen transacciones o disponen de bienes en su territorio. En sentido semejante se ha manifestado Singapur, poderoso y muy activo centro financiero del sudoeste asiático, que además se ha convertido en escala obligada o destino clave de la navegación que surca entre el Océano Indico y el Pacífico Meridional.

Estos positivos pero muy modestos anuncios en comparación con el conjunto que debiera avenirse, de todas maneras son útiles para tomar el pulso a un posible cambio de postura y creciente interés para corregir algunos de los viejos cuan muy acendrados vicios. Ello puede contribuir a sumar otros adeptos como Austria, cuyas autoridades ya han dado muestras de adoptar en el futuro un régimen semejante al de EEUU, que permite revelar -frente requerimientos concretos- el carácter, modalidades y montos de las transacciones que realizan sus conciudadanos y que puedan tener algún grado de importancia para el fisco del país que los solicite.

El muy documentado Informe emitido por el OCDE sobre el tema, el 19 de abril ppdo., coincide en que debe encararse una enérgica disminución en el número y la operatoria de los “paraísos fiscales” pero advierte que, al margen de Suiza, hay no menos de otros 13 más que deben modificar en profundidad sus modalidades actuales, de lo contrario habrán de acrecentar su gestión y beneficios.

¿Qué se busca ahora?
Resulta muy sintomático la intensidad y frecuencia con que, en todos los ámbitos, se ha planteado el tema de los “paraísos fiscales”. Su reactualización está inmersa en la intensa campaña instaurada, especialmente en Europa Occidental y Central, para combatir la evasión procurando evitar que el fraude fiscal siga restando recursos tales Estados. La recesión vigente, de por sí, los han puesto en la mira pues la recaudación tributaria habitual ha venido bajando o, en el mejor de los casos, se ha estancado.

Por su parte, la evolución de las erogaciones, salvo el “recorte” introducido en los salarios y la drástica reducción en el plantel de personal, no ha podido seguir el mismo curso descendente. La mayoría de los países presentan desequilibrios presupuestarios de diversa magnitud (los hasta 3% se consideran “normales”) y buscan con denuedo la forma de acrecer los ingresos dado que ya no pueden darse el lujo de una permisividad, tal como era habitual en los “buenos tiempos”. Aun así, existe una corriente de opinión que, interesadamente, defiende la existencia de los “paraísos fiscales” enfatizando sobre su positivo accionar en la captación de cuantiosos fondos que, de otra manera, no hubiesen recalado en las áreas que hoy actúan.

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