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Pandemia, medidas y nuevos problemas jurídicos

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Por Sebastián Viqueira (*)

Cuando era niño existía un viejo juego infantil llamado “Martín pescador”. Consistía, básicamente, en que un grupo pasaba en fila por debajo de un puente de brazos hasta que uno quedaba atrapado. “Pasará, pasará, pero uno quedará”, cantábamos al momento de bajar los brazos y aferrar al infortunado que estuviese en ese momento.
Caminando por la peatonal de Córdoba recordé ese viejo juego al percibir esta especie de futuro distópico hecho presente que vivimos, motivado por la pandemia del Covid-19 (hasta el nombre se parece a los usados en la ciencia ficción).
Los efectos de esta enfermedad y las reacciones que ha provocado nos enfrentan ante la inevitable fragilidad y vulnerabilidad de la vida. De repente, todos somos vulnerables y sospechosos a la vez, por una enfermedad surgida en la remota -para nosotros- región de Wuhan, en China. Enfrentamos a un enemigo que no se ve, como le expresaban quienes vivieron en Pripyat a la escritora Svetlana Aleksievich, en su libro Voces de Chernobyl.

Esta percepción de la fragilidad nubla nuestra conciencia y nos sume en un temor generalizado, que amenaza con hacer colapsar no sólo nuestros sistemas de salud, sino también la economía, la política y hasta la convivencia social.
¿Qué quedará?
La pandemia pasará, pero ¿qué quedará?
Quizá es momento, antes de que parta el Búho de Minerva, para comenzar a reflexionar sobre qué puede dejarnos esta pandemia en el ámbito político, jurídico, económico y social.
Tal como acaeció con otros eventos de alto impacto, como los atentados terroristas de septiembre de 2001 en Estados Unidos, es probable que, una vez superada la pandemia, las demandas de seguridad se incrementen. Más conscientes del riesgo por la experiencia reciente y por el nivel de acceso a la información (al punto de la “infoxicación”), subirá la presión sobre el sector publico para que garantice de manera total la integridad de la población.

El correlato inmediato de ello es el aumento del control social, tal como sucedió luego del 9/11. ¿Nos veremos obligados a soportar nuevos controles que invada nuestro cuerpo, así como ya lo hicimos con nuestra intimidad? ¿A quién le daremos ese poder? ¿Bajo qué condiciones?

La agitación del momento no nos permite advertir sobre los riesgos que esa situación representa para nuestros derechos individuales. Nuevos problemas jurídicos y políticos sobrevendrán.

En Italia, debido al colapso sanitario, y tal como sucedió en épocas de guerra, el sistema tuvo que decidir a quién debe darle tratamiento adecuado. Enfrentar, en definitiva, la dramática situación de elegir quien vive y quien muere.

En su libro “Japón desde una cápsula”, el periodista Julián Varsavsky se pregunta ante ciertas practicas japonesas si, como con la manía por fotografiar todo, el mundo no iría “japonizandose”.

Una de esas prácticas es la de los llamados “hikikomori”, personas que por temor al mundo exterior se recluyen durante meses e incluso años en sus domicilios.

La generalización de esas prácticas pone en jaque las relaciones sociales entre los nipones.
La desconfianza y temores desatados, así como la necesidad de aislamiento que trajo la crisis, amén de erosionar los lazos sociales, ¿provocará el aumento de nuevos hikikomori occidentales? ¿Será una manera de afianzar nuestra esclavitud hacia las pantallas con las que trabajamos, interpretamos el mundo y hasta nos relacionamos?

Finalmente, atentos a las noticias sobre la plaga, no estamos advirtiendo el colapso sin precedentes de la economía global. Inserta en un contexto de guerra económica entre dos potencias e inmersa en lo que muchos han llamado la cuarta revolución tecnológica.

La pérdida de puestos de trabajo por la crisis y su reemplazo por las nuevas tecnologías expone a millones de seres humanos a la desocupación y sus nefastas consecuencias. ¿Cómo enfrentara el mundo este problema? La experiencia histórica no es alentadora. Cada revolución tecnológica o industrial estuvo acompañada de fuertes conflictos y revueltas, así como de epidemias como las que hoy sufrimos.

La ciudad de París que hoy conocemos es el resultado de una definición racional que apuntaba, entre otros objetivos, a la profilaxis y prevención de enfermedades.
Mecanismos

Posiblemente, a la salida de esta crisis nada sea como fue. Es probable que debamos resistir intentos de mecanismos autoritarios y hasta inhumanos de ejercicio del poder, amparados bajo la excusa de una mayor seguridad. Quizá es momento de reflexionar, de estar muy atentos y de, como decía un libro de la vieja saga infantil Elige tu propia aventura, “temer con prudencia”.
“Tal como acaeció con otros eventos de alto impacto, como los atentados terroristas de septiembre de 2001 en Estados Unidos, es probable que, una vez superada la pandemia, las demandas de seguridad se incrementen”.

“La agitación del momento no nos permite advertir sobre los riesgos que esa situación representa para nuestros derechos individuales”.

(*) Abogado. Docente de Sociología jurídica (UNC).

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