El Gobierno de Córdoba anunció que seis departamentos de la provincia, incluida la ciudad capital, volverán a fase 1 por 14 días, debido al aumento de casos de coronavirus. En principio, la medida rige hasta el 26 de este mes y el Gobernador manifestó: “Se adoptan en el marco de la decisión del Gobierno nacional, anunciadas por el presidente Alberto Fernández, que impone restricciones en 18 provincias”.
No estamos en contra de la medida, aunque tampoco salimos a festejarla. Que sea necesaria, tampoco releva de entender por qué se llegó a este punto. Una cuestión en que las responsabilidades son concurrentes. Hay mucho de irresponsabilidad individual, sobre lo que ya hemos hablado aquí, pero también la evolución de la crisis deja a la luz las falencias en la conducción.
Observamos con preocupación que se persiste en confundir una acción paliativa como la solución del todo. La cuarentena de por sí no ayuda a nada cuando no se la acompaña de otras medidas. A estas alturas, incluso es sobreabundante en no pocos casos. Quienes la incumplen, lo seguirán haciendo, ya sea por irresponsabilidad social o porque no les queda otra para sobrevivir. Y quienes la acatan, convencidos de la seguridad que brinda, la seguirán cumpliendo.
Nada se dice de los testeos, de estrategias para recuperar la cooperación perdida en no pocos sectores de la población. Ni de cómo atemperar los efectos colaterales de la medida.
Algo no anda en el manejo de la crisis. Y no se trata del personal de salud, con su conducta heroica ni de los múltiples agentes públicos en los servicios esenciales que le ponen el pecho a la crisis, civiles o militares.
¿Cómo puede ser que Alemania tenga 323.000 infectados y 9.620 muertes con una población que nos duplica? ¿O que Uruguay tenga un porcentual de 1,45 de muertes por cada cien mil habitantes y Paraguay de 15,31, cuando el nuestro es de 53?
Suecia, sin cuarentena, tiene 967,56 casos por cada cien mil habitantes. Nosotros, con más de doscientos días, 1.986,50. ¿Cómo puede ser? Y eso que, para ciertos círculos políticos, eran los peores del grado a inicios de la pandemia.
En tal sentido, las autoridades suecas de salud pública han argumentado que, si bien un confinamiento total puede ser eficaz para reducir los contagios durante un período acotado, una estrategia “menos draconiana” es más sostenible a lo largo del tiempo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostuvo que no es partidaria de la cuarentena como medida principal, que ya que en palabras del doctor David Nabarro, uno de los seis enviados especiales de la OMS para el covid-19 en Europa, “sólo tienen una consecuencia que nunca hay que menospreciar y es hacer que la gente pobre sea mucho más pobre”.
No tomamos posición alguna. Sólo preguntamos sobre aspectos que no nos cierran. Preguntas que merecen una explicación, una respuesta.
Un conocido facultativo médico nos dijo al respecto: “Como estamos, no queda otra que volver de fase. Pero se persiste en aplicar medidas que, por sí solas, ya no dan resultado, pensando que solucionan algo”.
Esperemos no estar frente a una situación en que se persiste en algo que ya no funciona, no porque se crea en ella sino porque no se quiere o se es capaz de pensar de otra forma. O porque en la mente de alguien se niegue la realidad apostando a una suerte de “remedio mágico”.
“Se manejó mal. Se cerró cuando había margen para gerenciar la crisis de otra forma. Se persistió en eso luego por puro cálculo político. Y ahora cuando llega el tiempo de hacer un parate en serio, no se puede. Pasa como con los antibióticos. Si uno los toma sin razón, después -cuando uno los necesita- ya no hacen el efecto de antes”, dijo esta misma fuente galénica.
Seguimos mal en educación, mal en economía y mal en la salud que no tenga que ver con la pandemia. Continuamos también sin ver un abordaje sistémico del problema, reduciendo todo a estadísticas de contagios.
El pasado día 10 fue el Día de la Salud Mental. Otro de los grandes olvidados de la crisis. Recientemente, la prestigiosa revista médica The Lancet ha publicado un análisis realizado por la Academia de Ciencias Médicas de Gran Bretaña que alerta sobre una posible pandemia en la salud mental, por efecto de las cuarentenas, sobre todo, en grupos vulnerables. Se habla de la necesidad de “descubrir, evaluar y refinar las intervenciones para abordar aspectos psicológicos, sociales y neurocientíficos de la pandemia”.
Decía Clemenceau que “la guerra es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los generales”. Parafraseando a un conocido médico de los medios, “es un error dejar el manejo de la pandemia solo en manos de epidemiólogos, sin incorporar otras miradas.
En el presente estadio de la crisis, lo que sí resulta claro, es que solo con más cuarentena no se arregla nada. Como lo venimos diciendo, la actual escalada del problema requiere de un abordaje mucho más integral que analizar estadísticas. Uno que contemple todas las necesidades ciudadanas.
(*) Abogado. Doctor en ciencias jurídicas
(**) Abogado. Doctor en derecho y ciencias sociales
Comparto en su totalidad la descripción de la realidad
Y agrego que, si tomo una posición Sobre el tema y deberíamos tomarla quienes pensamos distinto
Y además cuidarme de no enfermar ni enfermar a otros