Por primera vez se conformó una rama enteramente civil del Estado
El monumental legado del derecho romano hace muchas veces olvidar los otros avances organizativos de esa antigua cultura de la que, aun hoy, somos tributarios directos. Uno de ellos, es la organización del aparato burocrático del Estado.
En tal sentido, José Juan Sánchez González en su obra “La administración pública como ciencia: su objeto y su estudio”, expresa que “Es en el Estado Romano donde la Administración Pública desarrolla su significado institucional y conceptual tal como hoy se la conoce”. Concordando con lo dicho por Omar Guerrero en “La teoría administrativa de la ciencia política”, respecto a que: “La herencia administrativa romana es un invaluable legado de organización política y administrativa”. Nociones como oficio, ministerio, comisión, comité, entre otras, conservan hoy la noción conceptual acuñada tal periodo.
Se trató, como casi todo cuando se habla de romanos, de un proceso de evolución en el tiempo. A la par de las conquistas y el engrandecimiento de Roma, cobraba necesidad una estructura de cargos, funciones y medios humanos y materiales que sirviera de apoyo y materializara las directivas de las grandes magistraturas del Estado.
No se trató de un proceso de avance homogéneo, destacándose en él claros hitos de avance que permiten establecer ciertos momentos determinantes.
Es así que durante el periodo del Alto Imperio se configuran la noción de carrera pública en sus diversas áreas. La Oficina para la distribución del Grano, creada por Augusto es un ejemplo en tal sentido.
Dicha organización partía de la base de la estructura estamental de la sociedad romana de entonces. Libertos y plebeyos desempeñaban las tareas más básicas e inferiores de la plantilla. Los cargos funcionariales medios se hallaban reservados a la orden ecuestre. en tanto las los superiores se encargaban a los patricios del orden senatorial.
A la par de la sangre y el linaje, se abría paso por vez primera en la consideración de la estructura estatal, la lealtad y eficacia institucional. De tal forma, en tanto la carrera senatorial se orientaba primordialmente al reconocimiento público y el desempeño de las magistraturas de conducción política del Estado, la carrera ecuestre, definitivamente establecida por Augusto, conducía directamente al manejo de los ramos superiores de la administración.
Una parte no menor del afianzamiento del poder de los emperadores frente al senado tuvo que ver con disponer de ese cúmulo de funcionarios, logrados en base a un sistema promocional en función de los méritos evidenciados en sus labores, que los hacían ascender en la jerarquía administrativa.
Pero aún estaban confundidas las ramas militares y civiles del Estado. Cupo a Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto, un ilirio de bajo estatus social que fue ascendiendo puestos en la jerarquía militar hasta convertirse en el comandante de la caballería del emperador Caro y, a la muerte de este, ser proclamado emperador por el ejército, separar las mismas.
La actual noción de una organización jerárquica funcionarial, con división de tareas y asignación de competencias que convergen a través de sucesivas instancias hacia un vértice único, enteramente civil, le corresponde a las reformas del estado dadas por Diocleciano.
Diocleciano estructuró el aparato burocrático distinguiendo departamentos separados, llamados “scrina”, para las distintas tareas, atendidos por los distintos “magistri”, los secretarios de estos y demás cargos subalternos. Se trataba de personas conocedoras de las distintas tareas que debían cumplirse dentro de la órbita del caso. Se estableció asimismo un órgano permanente de asesores legales. Las finanzas se dividieron en dos áreas, una el Fiscus comprendiendo al tesoro público y otra la Res Privata o el patrimonio privado del emperador.
En la cima de esa organización, por debajo del emperador se hallaba el Sacrum Consistorium o Consejo imperial romano, creado sobre la base del preexistente consejo imperial (el Consilium) que absorbió algunos de los poderes anteriormente ejercidos por los Prefectos del Pretorio. Se trataba ya no de un consejo asesor sino de un comité establecido para tratar acerca de los asuntos administrativos y judiciales. Estaba formado por miembros permanentes, nombrados por el emperador que llevaban todos ellos el título de comes, pero estaban jerarquizados en tres categorías. Sus principales funcionarios eran el quaestor sacri Palatii, responsable de la promulgación de edictos y rescriptos y el Magister Officiorum. Por debajo de ellos dos cancilleres controlaban el Fiscus y la Res Privata.
Claro que a la par de sus beneficios, también aparecieron los vicios del sistema. Se incrementó el número de empleados públicos, al punto de decir el escritor Lactancio que “había ahora más personas usando el dinero de los impuestos que las que había pagándolos”. Diversos historiadores estiman que al menos se duplicó la cantidad de cargos públicos.
Virtudes y vicios que, como puede verse, nos acompañan hasta hoy en día.