El error de pretender subordinar totalmente el hombre al Estado
Importa -seguramente- no perder de vista al hombre en esta nueva contemplación revisionista de las jerarquías, No es perfectamente imposible disociar el todo de las partes o acentuar exclusivamente sobre lo colectivo, como si fuese por entero diferente a la condición de los elementos formativos. La sublimación de la humanidad no depende de su consideración preferente como del hecho de que el individuo que la integra alcance un grado que lo justifique. La senda hegeliana condujo a ciertos grupos al desvarío de subordinar tan por entero la individualidad a la organización ideal, que automáticamente el concepto de humanidad queda reducido a una palabra vacía: la omnipotencia del Estado sobre una infinita suma de ceros”. La Comunidad Organizada – Editorial Codex – Julio de 1974
El peso del contexto actual
Resulta imprescindible ubicarnos en un contexto político, económico y social que -muy adulterado por la decadencia- convulsionó la vida de los argentinos, quienes hoy sufren en carne propia la expulsión de los aspectos esenciales de una democracia, que son la participación institucional de las organizaciones del pueblo en las definición de las políticas de Estado y la ausencia de la ética y moral en gestiones públicas y privadas.
Una cosa que claramente muestra este modelo democrático de partidos en crisis es la desaparición total de lo que significa un servicio público, ya que hoy sólo comprobamos la férrea lucha entre quienes buscan apropiarse del Estado, sólo para favorecer sus mezquinos intereses personales. Deberíamos recorrer la historia para comprobar que, cuando un ciudadano trabajaba en el Estado, se convertía en un servidor público y un funcionario o gobernante era considerado ética y moralmente un auténtico representante de los intereses del pueblo.
Como si viviéramos en el mundo del revés, esos valores también desaparecieron en muchas entidades privadas por hechos de corrupción y libertinaje, cuando cuadros dirigenciales aprovechan dicha circunstancia y el poder de la entidad a su cargo para utilizarlos a favor de oscuros negocios o ambiciones incontrolables, buscando que dicha situación -tanto en lo público como en lo privado- se mantuviera eternamente, e incluso continuara con sus hijos, como si fuera parte de la herencia familiar. También pasa con los cargos públicos, sea con familiares o con socios partidarios.
De este tema tomo las experiencias de los últimos 40 años para terminar de comprender por qué este modelo democrático dejó de ser un espacio para discutir y consensuar ideas y propuestas al servicio de la comunidad nacional y convertirse en una alternativa para las luchas encarnizadas por el poder, de personas o grupos.
Dentro de esto último, nos encontramos con la idea que ciertamente persigue Milei, de quien, aunque en campaña prometió destruir con su motosierra a “la casta” -la dirigencia corrupta-, hoy comprobamos que encaminó su propósito en avanzar contra todas las entidades intermedias, que independientemente de la venalidad de algún dirigente, constituyen instituciones libres, que representan intereses de distintos sectores, sean comerciales, productivos, del trabajo, la prensa, las ciencias, etcétera.
Milei, en EEUU, dijo: “No soy un político sino un economista libertario”, y nosotros decimos que lleva nueve meses gobernando Argentina en forma autocrática con sus DNU y decretos ley que cuando son cuestionados por el pueblo o rechazados por el Poder Legislativo, veta sus leyes, negocia con “la casta” y reprime las movilizaciones.
Las estrategias del déficit cero y de la destrucción de “la casta”
Estos dos objetivos -prometidos en su campaña- muestran por un lado la perversidad y la falta del sentido humanitario, al emplear un camino degradante para alcanzar el déficit cero y sellar su buena relación con la oposición dialoguista, contradiciendo su promesa de exterminio, resintiendo el apoyo popular que en un principio tenía y hasta no hace mucho lo acompañaba.
El Presidente anarco-libertario, quien también había prometido lograr el déficit cero, requiriendo un enorme sacrificio que aún no le llegó a “ la casta” pero sí a los sectores empobrecidos y a la clase media, corrobora la perversidad clasista empleada para alcanzar sus objetivos, como si no hubiera otro camino diametralmente opuesto para lograrlo, sin lastimar aún más la vida y dignidad de millones de argentinos.
Para esa posibilidad -aunque tal vez un poco más prolongada y no fácil de instrumentar con un pueblo que viene siendo agredido y engañado permanentemente por la corrupción y el vasallaje- debía convocar al pueblo para que lo acompañe a exterminar la corrupción y el latrocinio, inmoralmente arraigados tanto en instituciones públicas como en actividades privadas.
Muchos pensarán que esto -hoy- es prácticamente irrealizable, aunque se advierte el renacer de la rebeldía argentina que, con la predisposición y la perseverancia requerida, es posible que realice semejante desafío. Pero Milei no quiere exterminar, quiere utilizar la corrupción para avanzar con su delirio político.
Es un aliciente el despertar de la conciencia popular, anticipando el momento de encarar un cambio de época, más aún cuando comprobamos que el verdadero propósito de Milei dentro del ideal liberal-libertario es exterminar los propósitos y osadías de las “masas populares” y empujarlas hacia” la libertad irrespetuosa del bien común”.
Eso, que es lo que define a Milei y que a ciertos sectores los embelesa -sobre todo- para acompañarlo en su empeño de destruir las instituciones públicas como privadas, es porque les molesta el poder de una sociedad organizada e integrada que les frena el crecimiento de sus intereses teniendo en cuenta además, que como dueños de la enorme concentración económica y financiera, ven la posibilidad de apropiarse de los recursos y capacidad productiva de los argentinos.
Esto es fácilmente verificable, al verlos entusiasmados ante la posibilidad que le brinda el actual Presidente, de apropiarse indecorosamente del trabajo y la producción nacional y sus empresas públicas, para que estos poderosos núcleos económicos y financieros tanto internos como extranjeros, logren finalmente dominar totalmente el mercado del consumo y de la producción nacional.
Las movilizaciones de jubilados y del pueblo organizado
Antes de analizar las importantes movilizaciones de jubilados por un lado y las imponentes movilizaciones del pueblo argentino realizadas en las diversas provincias, en defensa de la educación pública, me parece que es fundamental hacer un paréntesis y aclarar -por lo menos desde mi punto de vista- la diferencia entre lo que significa un gasto y una inversión, en el armado de un presupuesto de una empresa, de una institución sectorial, como de un país.
“La diferencia fundamental entre gasto e inversión es el retorno esperado de cada uno de ellos. Mientras que en la inversión se espera conseguir rendimiento en el futuro, el gasto es la simple utilización de un bien o servicio a cambio de una contraprestación” (Economipedia.com).
Por lo tanto, entiendo que factores infaltables en la vida digna de un pueblo, como la salud y la educación constituyen inversiones esenciales que necesariamente debe implementar el Estado -si quiere asegurar un futuro digno- con la participación de argentinos sanos y capacitados para servir con eficiencia en los rubros que necesitan producir con mano de obra capacitada; es decir: “Una sociedad sana y capacitada técnica y científicamente, es parte esencial del crecimiento económico con desarrollo social de una Nación.”
Aclarado este aspecto, señalo sucesos dignos de un pueblo y expresiones y acciones nefastas del desgobierno actual, donde no existen explicaciones por parte de éste y sólo emite en las redes sociales y medios en general, ignorantes y mentirosas razones que intentan denostar y rebajar los valores inalterables de los sectores sociales y entidades intermedias, como las dignas fortalezas éticas y morales, expresadas por jubilados junto a las maduras y sabias reflexiones emitidas por la juventud.
En ambas, tan importantes como imponentes movilizaciones llevadas a cabo los pasados días 11 de septiembre y 2 de octubre, se expresó contundentemente el rechazo a los vetos presidenciales sobre la Ley de Movilidad Jubilatoria y la Ley de Financiamiento Universitario, respectivamente.
Conclusiones
Es evidente que, para sostener el déficit cero, Milei intentará por cualquier medio imponer sus autocráticas decisiones frente a las propuestas de una comunidad que se integra y construye una misma unidad de concepción y de acción, sobre aquellas políticas de estado fundamentales para terminar con la profunda crisis que soportamos.
La omnipotencia de un dictador sólo prospera si al pueblo lo conforma una infinita suma de ceros, caso que en Argentina no se dará por su historia y reacciones populares, hoy aseguradas.
(*) Ex ministro de Obras Públicas de la Provincia de Córdoba