viernes 22, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

“M”, el Himno Nacional y la nueva ola pandémica

NORMA. La modificación legal surgió como respuesta a un reclamo de la sociedad civil uruguaya
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“Que el individuo acepte pacíficamente su eliminación como un sacrificio en aras de la comunidad, no redunda en beneficio de ésta. Una suma de ceros es siempre cero; una jerarquización estructurada sobre la abdicación personal es productiva sólo para aquellas formas de vida que se producen asociadas al materialismo más intolerante: la deificación del Estado, el “Estado mito” y una secreta e inconfesable vocación de despotismo. Lo que caracteriza a las comunidades sanas es el grado de sus individualidades y el sentido con que se disponen a engendrar en lo colectivo. A este sentido de comunidad se llega desde abajo, no desde arriba, y se alcanza por el equilibrio y la armonía, no por la imposición”.

“M” y la realidad que supimos conseguir

La sociedad argentina ha podido ver hace unos días “la película completa” sobre la cruda realidad que vive una gran parte de los argentinos quienes, excluidos y marginados, no tienen la posibilidad de compartir los factores esenciales necesarios para alcanzar la dignidad que les corresponde por ser parte de una misma comunidad que busca su plena realización.

La niña “M” y su raptor fueron los expositores de esta tragedia argentina para que todos tomáramos conciencia de que la sociedad en su conjunto ha sido víctima, aunque particularmente una gran porción de ella, y sufrido el embate de graves estigmas durante años. Fue un proceso que, como la gota de agua que horada la piedra, modificó las condiciones de vida y las posibilidades de ser partícipes de un desarrollo social fundado en la reconstrucción trascendente de nuestro país. Fue la demostración palpable de políticas insertas en el concepto de un exclusivo materialismo económico y un hedonismo elitista.

Datos estadísticos de distintos organismos, tanto públicos como privados, hablan de más de 300.000 niños que viven en situación de calle como las que expuso “M”, e incluso quien la raptó.

¿Qué es lo que nos pasó como sociedad para que, viviendo en uno de los territorios más pródigos del mundo, hayamos perdido el rumbo de lo que realmente significa la evolución social en concordancia con un crecimiento armónico, equilibrado y sustentable?

¿Seremos capaces de recuperar la consistencia de nuestras convicciones como cuando las expusimos ante las dictaduras y la incorruptible actitud de persistir en la esperanza de un cambio frente a las defecciones de distintos gobiernos durante más de 35 años, cuando hoy la pobreza y miseria existentes no logran conmover a gran parte de la dirigencia, que en pleno despliegue electoralista centra su preocupación es disputar los cargos que necesita para persistir en un ejercicio democrático obsoleto e inoperante? 

Pero… ¿no debemos, además, efectuar una toma de conciencia y encontrar las defecciones que cometimos como sociedad cuando paulatinamente nos fuimos alejando de la razón y de lo esencial que significa nuestra unidad como comunidad consolidada en valores, actitudes trascendentes e igualdad de oportunidades?

Si pretendemos conformar una comunidad organizada -porque ello es posible ante la existencia de miles de organizaciones y entidades intermedias políticas, sectoriales y sociales-, sabemos que aún no demostramos un proceder consensuado, sobre todo ante la imprescindibilidad de compartir una hoja de ruta que supere la crisis integral que padecemos.

La solución no es sólo económica, ámbito en el que el trabajo y la producción son primordiales. No es sólo la falta de salud, de educación o de cubrir las necesidades básicas. 

Por lo tanto, la solución debe ser integral y los cambios estructurales. Por sobre todas las cosas, redimir una cultura arraigada a la existencia de familias consolidadas como células básicas de una comunidad en evolución. Comprender que por separatismos prefabricados que nos indujeron al sostenimiento de confrontaciones permanentes, terminamos haciendo lo que mejor les conviene a los gobiernos autocráticos: dividir para reinar y de alguna manera degradar la condición social de amplios sectores, como también inducirnos a pensar que nuestros esfuerzos deben ser exclusivos en defensa y promoción de parcialidades. 

Eso terminó por extraviarnos y hacernos olvidar que nadie jamás podrá realizarse al margen de la sociedad que integra. 

Nuestro Himno Nacional

El estribillo final es una especie de juramento: 

“¡Sean eternos los laureles, que supimos conseguir!..
Coronados de gloria vivamos
¡O juremos con gloria morir!
¡O juremos con gloria morir!”.

Esto es lo que todos cantamos en cualquier acto público como un símbolo que nos identifica con las luchas que muchos argentinos realizaron en aras de la libertad e independencia, para que generaciones futuras puedan construir una auténtica nación. 

Más allá de diferencias de intereses o cuestiones partidarias sustentadas por los hombres que condujeron los destinos de Argentina, el pueblo supo acompañarlos, siempre y cuando cumplieran con el mandado heredado de los prohombres de nuestra historia; y cuando incumplían sus promesas, les negaron su apoyo. 

O sea que Argentina no se construyó por casualidad ni nació de la nada sino de los esfuerzos del pueblo por sobreponerse a las miserias y defecciones de muchos gobernantes, como del aprovechamiento de corporaciones internacionales y de potencias en pugna. 

El actual régimen democrático, asentado en la existencia y participación exclusiva de los partidos para acceder a la gobernanza, hoy padece una crisis muy profunda, ya que su existencia ha quedado relegada al manejo autocrático que ejercen coaliciones que, sin estructuras orgánicas, sin plataforma institucional y sin programa de gobierno ni afiliados involucrados -en la mayoría de los casos-, imponen su propios proyectos y tal vez no los que necesita la ciudadanía. 

El protagonismo de la sociedad queda relegado al simple trámite de optar entre las diferentes “propuestas” que se exponen durante las campañas electorales. Los presupuestos participativos y las audiencias públicas son concedidos como una forma de participación. Los primeros sirven para exponer cuestiones inherentes a la aplicación de tarifas e impuestos y las segundas como una manera de publicitar el aperturismo de los gobiernos a la participación en aspectos coyunturales.

Los consejos económicos y sociales, que deberían consolidar un espacio de integración público-privado para alcanzar soluciones consensuadas, resultan una utopía. Sus resoluciones no trascenderán si no adquieren el carácter de vinculantes, proceso que debe establecerse si efectivamente se otorga al pueblo el derecho a participar en la definición de las políticas públicas.

La nueva ola pandémica

El 25 de marzo del 2020, en un artículo especial para este medio que titulé “Una crisis mundial sin precedentes que preanuncia un cambio de época”, advertí de que la crisis mundial y el accionar de la pandemia trastocaría la existencia de modelos de gobernanzas y de visiones políticas caducas, como el avance inescrupuloso de tecnologías agresivas para el hábitat, que nos impondrían la necesidad de avanzar -inevitablemente- hacia un cambio de época. Que ante las circunstancias dramáticas que entonces vivía Argentina -problemas políticos y sociales internos, fuerte recesión económica y el peso de un endeudamiento externo imposible de sobrellevar-, dicha pandemia completaba el cuadro similar al de una “tormenta perfecta”.

Pero también podría dicha situación ser un disparador que motivara a las comunidades y sus entidades intermedias ya que, estando en los umbrales de un nuevo ciclo de cambios profundos, era hora de solidificar la idea de lo imprescindible, que es gobernar con los pueblos por ser los actores principales en una democracia.

Por lo pronto y debido a las amargas experiencias vividas, debemos reconocer que faltó -que al Estado le faltó- una comunicación clara y directa con el pueblo para que sus distintas instituciones y entidades pudieran involucrarse activa, eficiente y responsablemente en la lucha contra los efectos del covid-19. 

Hoy, cuando una segunda ola de la pandemia amenaza nuevamente la salud y la economía de los argentinos, es aconsejable que los gobiernos tengan presente que, sin la participación activa de la comunidad, será mucho más difícil superar esta instancia, ya que no se admiten más las imposiciones y se reclama constituir -sin discriminar a nadie- los espacios institucionales para la integración público-privada mediante el consenso de los protocolos y disposiciones que sean necesarios. 

Pero al mismo tiempo, la sociedad, si se piensa organizada, debe autoconvencerse de que es fundamental terminar con el juego palaciego de prestarse a las confrontaciones involucrando sus organizaciones. Ante posibles acontecimientos dramáticos para los argentinos, no existe otra preocupación más que “poner el hombro” y estar firmes codo a codo todos los que amamos este país y nos esperanzamos frente a la posibilidad de recuperar los laureles que el pueblo unido, hace muchos años, supo conseguir. 


(*) Presidente del Foro Productivo de la Zona Norte

Comentarios 1

  1. Osvaldo amelotti says:

    Felicitaciones Luis
    Brillante tu analisis
    Tendrias que estar en los principales programas de la TV..SUGERENCIA PODUCIR EL FORO UN PROGRAMA DIARIO o semanal…DE T.V..los costos no son mucho..y se podria perfectamente financiarlo con publicidad de las empresas del foro

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