El inmejorable contexto externo que atraviesa Argentina
No es una novedad aseverar que Argentina goza actualmente de un muy favorable contexto internacional: los precios de buena parte de las commodities que vende el país se encuentran en buenos niveles en términos históricos; las economías en las cuales coloca su producción gozan de una muy buena salud; y el tipo de cambio aún ofrece competitividad a la economía, aunque menos que durante el período inmediato posterior a la devaluación de 2002. De todas maneras, para dimensionar la magnitud de la bonanza externa hay que considerar que los términos del intercambio para Argentina se encuentran muy cerca del máximo histórico de los últimos 150 años. El interrogante sigue siendo cómo utilizar este contexto favorable para fortalecer el aparato productivo del país, desarrollar aún más la estructura industrial –que es la que permite mayores niveles de empleo y, con ello, de consumo interno- y mejorar la distribución de la riqueza.
Los términos del intercambio cuantifican la relación entre los precios de las exportaciones y el de las importaciones, por lo que resultan un indicador de la capacidad de compra de Argentina en el mundo.
Cuando los términos del intercambio son altos, el país puede comprar en el exterior –por cada dólar que exporta– más insumos y maquinarias para la producción y más bienes de consumo. Esto contribuye a tener un mayor nivel de actividad económica y mayores niveles de consumo. Por el contrario, cuando son bajos, los insumos, maquinarias y bienes de consumo importados son más caros, por lo tanto se requiere exportar más para mantener el nivel de actividad y el consumo. En cierta medida, los términos del intercambio miden la intensidad del sacrificio que debe hacer la población para mantener funcionando su economía y sus niveles de bienestar.
De acuerdo con el último informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), actualmente los términos del intercambio son 35% superiores al promedio histórico y están entre los cuatro mejores de los últimos 150 años. Tomando como base un nivel 100 para el año 2010, se asimila a los términos de intercambio del año 1909 (índice 104), a los años 1946 y 1948 (entre 104 y 107) y a 1973 (índice 102).
Según el trabajo, en una mirada a largo plazo de la economía argentina se aprecia con claridad que las bonanzas económicas están fuertemente asociadas a condiciones externas excepcionalmente favorables, mucho más que a la orientación ideológica de quien ejerce el poder en cada momento. En igual sentido, las crisis económicas coincidieron, en general, con los contextos internacionales desfavorables.
El análisis de la historia económica muestra también que los términos del intercambio tienen una tendencia secular a crecer y, en parte, eso es consecuencia de la adaptación de la estructura productiva del país a las señales de precios internacionales. “Por ejemplo, el campo argentino era, hasta la década del 80, eminentemente productor y exportador de cereales, pero rápidamente se transformó en gran productor de soja a raíz de que los precios comenzaron a favorecer la oleaginosa. A medida que más soja se produce, el país se adapta para capitalizar a su favor este cambio del contexto internacional”, ejemplifica Idesa.
De todas maneras, la evidencia histórica también muestra una alta volatilidad en los términos de intercambio. Por eso, más allá de que actualmente la expansión de los países asiáticos (en particular China e India) genera condiciones muy favorables para Argentina –dado que demandan cantidades crecientes de materia prima y proveen bienes industriales baratos–, no hay motivos para suponer que este proceso se mantenga indefinidamente.