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Los conflictos suscitados entre la Unión Europea y Estados Unidos

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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La decisión del presidente Donald Trump de romper unilateralmente el pacto celebrado con Irán luego de ser su país el principal promotor causó duras reacciones en ambos bandos, que han resuelto mantener incólumes los compromisos ya adoptados

Salvador Treber

Se trata del denominado Pacto de Viena que Estados Unidos, junto con los principales países de la Unión Europa y Rusia -por un lado- e Irán -por el otro-, suscribieron para evitar que este último construya proyectiles termonucleares de máxima potencia. El presidente estadounidense, sin causa alguna, decidió romperlo unilateralmente bajo la justificación de que Irán no cumplía los términos y de que era virtualmente imposible establecer un contralor suficientemente efectivo en todo el territorio de dicho país para asegurar que el gobierno de Teherán lo acatara. Cabe agregar que su antecesor, Barack Obama, fue el artífice principal en la concreción de este acuerdo pues fue quien lo propició y se ocupó con esmero de convertirlo en una realidad.

No se trata de la primera y única actitud en tal sentido del actual presidente estadounidense, pues algo semejante sucedió con el denominado Pacto del Pacífico. En esa oportunidad fue también Estados Unidos el que había convocado a otros 11 países situados en ambas costas -asiática y americana- del océano Pacífico para constituir un pacto tendiente a custodiar efectivamente la absoluta libertad de navegación y la paz en toda su extensión. Está integrado por Asia a Japón, Corea del Sur, Filipinas, Vietnam, Camboya. Por la parte de América lo suscribieron Canadá, Estados Unidos, México, Colombia, Perú y Chile. También en esta oportunidad Trump, de forma unilateral, excluyó a su país del acuerdo. A todo ello debe sumarse la actitud bastante semejante e imprevisible que adoptó frente a Corea del Norte, cancelando o suspendiendo (no estaba muy claro) la cita antes convenida para entrevistarse en Singapur.
Quizá sea en este caso en el que surge con más nitidez la improvisación e inconsistencia de ciertas decisiones en temas importantes. Luego de negociar la realización de una reunión bilateral y fijar la fecha para ésta, arguyendo la “extrema belicosidad norcoreana”, sorpresivamente dio marcha atrás incluso sin aclarar si la anulaba o sólo la suspendía. Luego de otros 15 días, a instancias de gestiones conjuntas al respecto de las dos Coreas y como si nada hubiese pasado, anunció la reanudación de dichas conversaciones. Resulta muy difícil comprender cómo los factores de poder en esa gran potencia toleran este tipo de actitudes y lo “dejan hacer y deshacer” a Trump.
Tal como es de público conocimiento, Corea del Norte ha logrado construir misiles teledirigidos de largo alcance que podrían impactar en cualquier objetivo que fijaran en el territorio de Estados Unidos, lo cual quedó virtualmente probado por el lanzamiento hecho en carácter de prueba, que resultó de resultado positivo con una media docena de ellos. Luego de esa evidencia se logró pactar para medidos de junio una entrevista de Trump con el líder coreano pero, sin que ocurrieran nuevos hechos, ése último decidió no realizar, alegando para adoptar tan drástica medida que las autoridades exhibían “demasiado agresividad”.

El rol asumido por los países europeos adheridos
Inicialmente esa serie de impensables reacciones sorprendieron y los integrantes de la Unión Europea en forma muy diplomática optaron en los primeros casos por pedir explicaciones pero tal requerimiento fue totalmente ignorado y, por lo tanto, no lo hicieron más y los representantes de los países se autoconvocaron para examinar la situación creada y, luego de varias sesiones, decidieron designar un representante para continuar el tratamiento del tema.
Dicha misión fue encomendada a la canciller de Alemania, Angela Merkel, que en varias circunstancias fue acompañado por el presidente francés, Emmanuel Macron. Con la difícil misión de lograr que Trump modifique sus actitudes y coadyuve con ellos a lograr resultados positivos pero todo fue en vano pues este se negó rotundamente a cambiar la referida postura. Por el contrario, dijo que la potencia iraní constituía el principal peligro y que estaba dispuesto a destruirla totalmente. Después de algunos bombardeos de la aviación estadounidense sobre objetivos situados en los alrededores de Damasco, volvió a reiterar su posición sin bajar el tono amenazante.
El presidente iraní, Hasán Rohaní, hizo todo lo posible para distender el denso clima de guerra que inexplicablemente alentaba Trump y a tal efecto dio garantías a Merkel de que Irán cumplía todo lo pactado y lo seguirá haciendo. Luego de sus primeras experiencias al respecto, y tras las continuas negativas de Trump, declaró que tenía la convicción de que “Europa ya no puede esperar que Estados Unidos la proteja de los conflictos en el mundo”, pese a que la mayoría tienen lugar a preocupante proximidad del viejo continente y, por lo general, no dejan de involucrarlos, incluso trabando la posibilidad de alcanzar una pronta reactivación económica plena.

El primer magistrado francés anunció que Europa tiene que tomar su destino en sus manos -”es nuestro desafío para el futuro”- mientras Merkel advertía de que la situación en Medio Oriente es “sumamente complicada” y de que la sorpresiva renuncia de Trump era inoportunamente peligrosa. Macron no disimuló su enojo y subrayó que “algunas potencias han decidido incumplir su palabra. Estamos ante grandes amenazas y Europa tiene el objetivo de mantener la paz la estabilidad y paz en la región” e hizo un dramático llamamiento a la unidad que, por lo visto, Trump desoyó en forma rotunda y casi con pretensiones exhibicionistas.
Merkel, por su parte, no omitió destacar que Siria estaba muy próximamente situada respecto de Europa siendo las islas de Chipre y Creta dos virtuales escalones vinculantes. En tal sentido, enfatizó que por ello era estratégicamente indispensable lograr concretar una solución razonable para resolver no sólo los conflictos sirio e iraquí, sino también cerrar la brecha que significa el problema suscitado por la abrupta salida de Estados Unidos del acuerdo nuclear. Por ello, subrayó que “la tarea de Europa es tomar su destino en sus propias manos” y señaló el gran valor que reviste la unidad europea que en las últimas décadas ha traído paz, libertad y democracia, además de ser “garantía” para el futuro.
A la vez, advirtió que los europeos “sólo pueden afrontar juntos respuestas muy concretas y para ello es necesario un nuevo punto de partida. Reconociendo sus méritos, agradeció a Macron por la enorme dosis de idealismo y pasión que ha “llevado al escenario un joven europeo para que la integración sea una evidencia” pues ”debido ese tipo de acciones “se mantiene unida Europa y logra evolucionar para mantener la capacidad de asombro en cuanto a la vigencia de los valores del continente. Consideró que su gestión, de por sí, es altamente valiosa pues mantiene bien alto los diversos campos de excelente gestión en todo los órdenes.

El choque de posturas y posiciones
En el final de su exposición, Merkel sostuvo que “Europa debe ser algo más que una moneda y un mercado común”, dado que la integración de un continente es el “proyecto decisivo que tiene la virtud de convertirse en una nueva esperanza porque permite abrirse al futuro”. Como virtual ”broche de oro”, Macron -luego de ratificar su voluntad de actuar en conjunto- defendió en tono muy firme que el continente mantenga incólumes sus convicciones y defendió la posibilidad de poder “decidir por sí mismo” la prosecución de una política de seguridad común, lo cual fue muy aplaudido en clara demostración de unánime asentimiento.
En respaldo de esa opción, advirtió: “Estamos ante graves amenazas y o podemos dejar que otros decidan por nosotros”, al par que insistió en que “Europa es quien tiene el deber de mantener la paz y la estabilidad en Oriente Medio”. También informó que Europa había solicitado a Trump que Estados Unidos no se retirara del precitado acuerdo con Irán dado que se ha venido cumpliendo perfectamente; tal como lo han ratificado en esferas altamente calificadas de la ONU. Obviamente, esta virtual certificación de certeza es lo máximo que se puede pretender pero, aun así, Trump no se mostró conforme y mantuvo su muy cerrada actitud de quitar todo apoyo y excluir a Estados Unidos del pacto.

Se estima que en esa decisión pudo haber influido decisivamente el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien insistió en que Irán había violado “una línea roja” al disparar 20 misiles sobre los Altos de Golán que los “habría obligado a contestar con intensos ataques contra objetivos iraníes situados en territorio sirio”. En función de esa argumentación concluyó: “Nuestra reacción fue la consecuencia de ello”. El ejército israelí intentó justificar y, según reconoció, “llevó a cabo un extenso ataque contra objetivos iraníes en Siria” y en tono amenazante señaló “no autorizaremos a Irán que se establezca militarmente en Siria” y remató sus apreciaciones subrayando: “Estamos en una campaña prolongada y nuestra política está clara”.
La comunidad internacional se sintió muy conmovida por esa situación de extremo riesgo y advirtió de que podría derivar en una confrontación abierta de imprevisibles consecuencias. Estas consideraciones la impulsaron a realizar una dramática exhortación a ambas partes ante la inminencia del peligro que involucraría una guerra abierta; que, además, generaría efectos devastadores para todo Medio Oriente. La situación también movilizó al Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, quien exigió el cese inmediato de todos los actos hostiles y de cualquier acción provocadora para evitar un nuevo incendio en una región ya envuelta en serios enfrentamientos.
A tal llamamiento respondió prestamente el presidente iraní, quien intentó quitar dramatismo a la situación planteada y sostuvo a través de una conversación telefónica con Merkel que “Irán ha intentado siempre hacer bajar las tensiones en la región reforzando la seguridad y estabilidad”. Resulta muy significativo que en esa circunstancia, Trump se haya mantenido en el más estricto silencio, ya que el más fiel aliado suyo ha mantenido un enfrentamiento de tonos y riesgos extremadamente elevados.

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