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“Los argumentos legales contra Assange son tan vacíos que todos pueden ver que es una persecución”

Julian Assange. Hace más de una década que el australiano litiga en Gran Bretaña.
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Por Martín Piqué

El periodista islandés y editor jefe de WikiLeaks, Kristinn Hrafnsson, señaló que la “lucha legal” para impedir que Julian Assange sea extraditado a Estados Unidos continúa. También advirtió de que si se concreta la extradición, el destino del ciberactivista dependerá de la posición que tome la Agencia Central de Inteligencia, a la que consideró responsable de llevar a cabo una «venganza» contra el australiano preso en Gran Bretaña.

En la ciudad de Reykjavik, su lugar de residencia, Hrafnsson consideró que Argentina «es importante» para la campaña por la liberación de Assange ya que WikiLeaks trabajó con periodistas argentinos durante más de diez años y en la organización conocen «la posición de algunos de los líderes del país» sobre el caso del australiano.

Con esta última frase, aludió a los pronunciamientos de varios dirigentes argentinos contra el traslado judicial de Assange a EEUU.

Recientemente, el equipo de abogados de Assange apeló ante el Tribunal Superior de Londres la decisión de extraditarlo a EEUU, tomada el 17 de junio por la ministra del Interior británica Priti Patel, un proceso que para los letrados del fundador de WikiLeaks incluye dos etapas: una primera presentación referida a las condiciones de prisión en EEUU y otra focalizada en «los aspectos políticos de la persecución».

«Esperamos que se le conceda la apelación y luego pasarán algunos meses, pero será la primera vez que un tribunal de Apelación escuchará todos los argumentos principales porque las violaciones (de los derechos humanos) en su contra son inmensas. No solo sufrió espionaje de sus comunicaciones, robo de documentos, probablemente irrumpiendo en las oficinas de sus asesores legales en Madrid; también conocemos el complot que la CIA tramaba en 2017 para secuestrarlo o incluso asesinarlo dentro de la embajada ecuatoriana (en Londres)», detalló Hrafnsson.

EEUU exige la extradición de Assange para juzgarlo por la publicación desde la plataforma de WikiLeaks de comunicaciones reservadas de las fuerzas armadas de ese país y cables diplomáticos enviados desde las embajadas de Washington en distintos países del mundo, entre ellas la representación en la Argentina, acciones que para la acusación fiscal estadounidense que tramita en el Tribunal del Distrito Este de Virginia deberían ser penadas con una condena de 175 años de cárcel.

En cuanto a la obsesión judicial de EEUU con el fundador de WikiLeaks, Hrafnsson la atribuyó a «una venganza por las publicaciones que los avergonzaron y que expusieron sus sucios secretos», entre ellos «crímenes de guerra en Irak y Afganistán», y aseguró que Washington «hace todo lo posible, a través de la manipulación y la desinformación, para mantener fuera de la mente del público» las acciones encubiertas de su política de exterior y de defensa.

«Cuando hubo un cambio en Quito y entró (Lenin) Moreno, Ecuador dio el paso absolutamente sin precedentes de permitir que un departamento de policía extranjero básicamente ingrese a una embajada soberana (por la representación ecuatoriana en Londres, donde estaba refugiado Assange) para arrestar a alguien. Todo lo que necesitó fue que el (entonces) vicepresidente (estadounidense Mike) Pence hiciera una visita un par de veces, ayudando a asegurar una asistencia financiera a través del FMI y el Banco Mundial», cuestionó el editor en jefe de WikiLeaks.

-MP ¿Cuánto hace que conoce a Julian Assange?

-Kristinn Hrafnsson: Lo conocí por primera vez en Reykjavik, en mi país de origen, en 2009. Hacia el final de ese año, Julian se quedó en Islandia durante bastante tiempo, ese invierno, durante 2009 y 2010. Por entonces yo trabajaba como periodista para la TV estatal de Islandia, y nos reuníamos y con frecuencia teníamos discusiones fascinantes sobre el estado de los medios. Venimos de entornos muy diferentes. Pero al final del día hablábamos el mismo idioma. Su idea y la creación de WikiLeaks despertaron un gran interés en mí. Pensé que era una adición brillante para el entorno periodístico. Y (Assange) empezó a involucrarme en publicaciones. El más grande fue el video del helicóptero (del Ejército de EEUU) «Collateral Murder», que se publicó el 5 de abril de 2010. Todavía trabajaba como periodista en la TV estatal. Unas semanas más tarde, decidí que quería dedicar toda mi atención a esto, como miembro del equipo de WikiLeaks. Así que renuncié a mi trabajo y volé a Londres.

-MP: ¿Cómo describiría la situación legal de Assange en este momento?

-KH: La lucha legal continúa. Esperamos que se le conceda la apelación y luego pasarán algunos meses. Será la primera vez que un tribunal escuchará todos los argumentos principales: una primera presentación sobre las condiciones de prisión de EEUU, pero ahora tenemos la oportunidad y un gran equipo legal para sumergirnos en los aspectos políticos de la persecución. Si es extraditado, el destino de Julian dentro del sistema penitenciario de EEUU depende mucho de la posición que tome la CIA. Si la CIA exige que se le ponga en aislamiento total, tanto antes como después del juicio, si es condenado, la Oficina de Prisiones (por la Agencia Federal de Prisiones) tendrá que hacerlo. Y sabemos que la CIA quiere vengarse y que las fuerzas políticas que están bajo la superficie trabajan fuertemente en su contra. Básicamente, lo desean muerto. Todo esto tomará la luz en los tribunales de Londres. Ésta es la lucha legal y continuará durante algunos meses. Todavía quedan vías, como el recurso de casación. En la Corte Suprema del Reino Unido y la Corte Europea de Derechos Humanos (ECHR, por sus siglas en inglés). Ésta es la formalidad y la lucha por delante para el próximo mes.

-MP: ¿Cómo está la salud de Assange en este momento?

-KH: Su salud ha ido decayendo, y no es de extrañar si se tiene en cuenta que lleva más de tres años en una prisión de máxima seguridad y las condiciones que tiene esa prisión, que es la peor del Reino Unido (por el penal de Belmarsh). Parece haber una dedicación especial de las autoridades penitenciarias del Reino Unido para hacerle la vida lo más difícil posible. A Julian no le darán ningún respiro y se esforzarán por empeorar las cosas. Puedo darle un ejemplo: después de que Priti Patel anunció su decisión de aprobar la extradición, las autoridades penitenciarias de la prisión de Belmarsh decidieron llevar a Julian a un lado, registrarlo desnudo y aislarlo en una celda durante todo el fin de semana. Ha perdido peso, está delgado y cada vez más frágil. No hace suficiente ejercicio porque tiene un espacio limitado. Solo puede pasar media hora al aire libre, si lo permiten. Lo único que han demostrado estos procedimientos en el Reino Unido es que los argumentos legales son tan vacíos que todos pueden ver que se trata de una persecución.

-MP: ¿Cuál sería el efecto de la extradición en su salud?

-KH: Eso es bastante claro. Aquí quiero decir algo que no ha sido refutado, porque en un tribunal del Reino Unido un psiquiatra muy destacado testificó, después de conocer a Julian y hablar con él, que tenía un grave riesgo de suicidio. Ése es el efecto de saber que te van a llevar, que vas a estar en prisión preventiva, probablemente en total aislamiento, y que tienes por delante 175 años de prisión. En cuanto al impacto sobre el funcionamiento de WikiLeaks, la perspectiva de que lo extraditen es, por supuesto, devastador.

-MP: ¿Cuál cree que ha sido el aporte de WikiLeaks en el periodismo global?

-KH: Yo siempre he dicho que WikiLeaks, por sí solo, no es tan importante como el ideal de WikiLeaks, que ya ha tenido un efecto en el periodismo. Por ejemplo, el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación publicó los Panamá Papers. La idea estaba ahí afuera y WikiLeaks la multiplicó, y se mantendrá viva de una forma u otra porque puedes matar a un individuo pero no puedes asesinar una idea. Ésta es la razón por la cual muchas organizaciones de derechos humanos que defienden la prensa libre han condenado la extradición, como Amnistía Internacional o Reporteros sin Fronteras, entre muchas otras. Que los estadounidenses mezclen el periodismo con el espionaje, como están tratando de hacer, implica que cualquiera puede ser el próximo. Están tomando a un individuo que no es estadounidense, que no publicó en EEUU y que es miembro titular, con credencial, de un sindicato de periodistas. Es una amenaza muy seria para el periodismo porque establecería estándares para otros países: ¿si los estadounidenses pueden hacer esto, por qué no podemos hacerlo nosotros?

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