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Litio y política

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Por José Emilio Ortega y Santiago Martín Espósito (*)

En los salares andinos de Argentina, Bolivia y Chile, región conocida como “triángulo de litio”, yace el 68 por ciento de las reservas mundiales de este elemento químico, componente básico para la confección de las baterías empleadas por distintos dispositivos eléctricos cotidianos -celulares, computadoras, tablets, etc-.
Determina además el estándar energético y tecnológico para los transportes eléctricos: bicicletas, motos, autos, colectivos o camiones.
Bolivia cuenta con 30% del litio del planeta, Chile 21% y Argentina 17%. Australia concentra 7%. Son yacimientos de “extracción fácil” en la superficie de los salares –no se conocen estudios serios con alternativas complejas al estilo del “shale” hidrocarburífero-.
En Argentina se cuentan 870.000 hectáreas de potencial explotación; se destacan Hombre Muerto –con nombre tan fúnebre como Vaca Muerta- en Catamarca, Olaroz y Cauchari en Jujuy y Rincón en Salta.
Por su carácter estratégico, y las ventajas demostradas para el almacenamiento de energía (también se usa como aditivo a cementos o grasas lubricantes), el litio ha movilizado expectativas de convertirse en una ventajosa oportunidad, tanto para la investigación y desarrollo -los creadores de la batería de litio ganaron el Nobel de Química el año pasado- como para la industria. Si el litio fue calificado como el “oro blanco” del siglo XXI es porque, en principio, podría sustituir gradualmente la energía producida por combustión fósil.
En 2017, traccionado por la demanda asiática, el precio del litio pasó de US$5.000 la tonelada a US$9.900. En 2018, alcanzó US$12.000, manteniéndose durante 2019 en Argentina –tercer exportador mundial, luego de Australia y Chile-, a US$10.000. Muchos estudios indican que su valor se mantendrá estable por los próximos 20 a 30 años.
Un recurso de este tipo no está exento de disputas mundiales. China está cambiando su matriz energética y promueve las energías renovables, que tienen menores precios que el petróleo, e invierte en técnicas de extracción. En tanto EEUU, sin descuidar su importante producción de petróleo, impulsó en 2019 la “Iniciativa de gobernanza de los recursos de energía», definida como un esfuerzo diseñado para promover y cooperar con los países a explotar sus reservas de litio, cobre o cobalto.
Pese a que concentran el mayor reservorio, los tres países sudamericanos aún no concertaron estrategias. Chile se orienta hacia la explotación privada, en un régimen liberal, volcada a través del Pacífico a demandantes asiáticos -aunque se han planteado propuestas para crear una Empresa Nacional al estilo de la Corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco)-.
Bolivia trazó con Evo Morales una línea fuertemente estatista, fijando constitucionalmente el carácter estratégico e interés público de los recursos naturales y trazando respecto al litio una política institucional y jurídica, con regulaciones y fases -producción del commodity y luego la industrialización-, discontinuadas con el derrocamiento de presidente aymará. Argentina, sin regulaciones específicas, no ha tomado todavía determinaciones de política profunda destinadas al corto, mediano y largo plazo.

Confusión
Se dice que si los países que integran el “triángulo del litio” intentasen crear empresas estatales que tuvieran éxito en elevar el precio del commodity, en una suerte de “OPEP del litio”, se correría el riesgo de desplazar la producción hacia otras técnicas de extracción o incluso hacia otro tipo de energía que no utilice dicho insumo. Además, los bienes para los cuales se demanda podrían volverse obsoletos, como también la tecnología lo demandaría crecientemente hacia el futuro podría no consolidarse o, de hacerlo, encontrar un sustituto. En otras palabras, no es un insumo que tenga, en la actualidad, el carácter crítico asignado al petróleo.
A su vez, una mirada sobre el origen de las empresas responsables de la extracción de litio en Chile y Argentina lleva a concluir que pertenecen a los países de mayor demanda del material.
El foco debería estar puesto en las provincias que cuentan con litio. En Jujuy, única provincia que cuenta con una empresa estatal que participa de la explotación de recursos de la provincia, el litio ha llegado a representar 16% de las exportaciones totales en 2016, según datos de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación.
Se trata también, de una oportunidad, para generar divisas y empleos en estas rezagadas provincias del norte, que pueda impulsar las economías regionales y generar una transformación de su estructura productiva.
Bolivia, que a duras penas comenzaba a implementar en pruebas piloto su primera fase de producción, hoy espera un desenlace en las elecciones de mayo, en las cuales según los sondeos el candidato con mayor intención de voto es Luis Arce, del MAS, lejos por ahora respecto de la actual presidenta Jeanine Áñez o el ex mandatario Carlos Mesa. Probablemente, Arce –ex ministro de economía de Morales- tome un rumbo parecido al de su mentor, quizá buscando una explotación público-privada, mientras que el resto de candidatos se incline finalmente –más allá del discurso- por un patrón de extracción parecido al de Chile.
El del litio es un mercado en plena expansión, con pocas barreras para la exportación y en el que Sudamérica ocupa un lugar reconocido a nivel mundial. Pero no se ha construido una política de Estado que pueda articular intereses.
Probablemente, con el esfuerzo estatal no alcance. Ya le pasó a Arturo Frondizi experimentar que su teórico –como él mismo lo llamaba- “Petróleo y Política” (1954), que impulsaba una visión autárquica de la producción del “oro negro”, finalmente no se condijo con la realidad cuando siendo presidente (1958) impulsó la firma de contratos para extracción con empresas norteamericanas, como Juan Domingo Perón había intentado pocos años antes.
Es nesesario un consenso regional, una visión de largo plazo, la articulación de sectores públicos, privados y científico-tecnológicos, e interesar a las comunidades locales.
Todo eso puede generar el litio. Y sería realmente “oro blanco” si por su causa estos importantes actores finalmente se alinean.
Lo demás, vendrá por añadidura.

(*) Docentes UNC

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