Luis Carranza Torres (*) y Carlos Krauth (**)
El pasado 5 de julio la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Barcelona ha condenado a Lionel Messi y a su padre, Jorge Messi, a 21 meses de cárcel, por fraude fiscal, al entender que tanto el deportista como su progenitor escamotearon mediante maniobras fraudulentas y ardides varios la suma de 4.100.000 euros a la Hacienda del reino de España, durante los ejercicios fiscales 2007, 2008 y 2009.
Es así que en la causa 110/15, los magistrados Jesús Navarro Morales, Mercedes Otero Abrodos y Mercedes Armas Galve entendieron que Messi y su padre eran responsables de haber omitido ingresos por más de 10 millones de euros a los fines de poder dejar de tributar la suma mencionada.
Los abogados de la defensa, entre los que se encuentra nada menos que el ex juez argentino y luego español Enrique Bacigalupo, anunciaron que recurrirán el fallo.
Cabe destacar que, al ser una condena inferior a dos años, el tribunal actuante tiene la opción de suspender la entrada en prisión de los condenados. Y si bien resulta una facultad, la ausencia de antecedentes de los Messi traería aparejada, prima facie al menos, una buena chance de conseguir dicho pronunciamiento.
Y decimos “prima facie” porque los términos de la sentencia no son precisamente benignos al condenar.
En su resolutorio Tribunal califica de “extrema gravedad” el fraude cometido, descartando la procedencia de la defensa de “ignorancia”.
Durante el juicio oral celebrado en junio, ambos habían declarado que eran “profanos” en derecho fiscal, por lo que se habían limitado a seguir el consejo de los profesionales en el ramo. Le apuntaron entonces a uno de los más prestigiosos estudios de abogados de la península, el de Juárez Veciana. Es decir, alegaron que la culpa la tenían primero los abogados y, en subsidio, los contadores. “Leo” dijo que se apoyó en su padre, sin saber nada de lo que ocurría. En textuales palabras, expresó: “Yo me dedicaba a jugar a fútbol. Confiaba en mi papá y en los abogados que habíamos decidido que nos llevaran las cosas. En ningún momento se me pasó por la cabeza que me iban a engañar”.
A su vez, Jorge Messi les echó el fardo por lo ocurrido directamente a los letrados. A su turno, expresó en la declaración en el juicio oral: “Desde que empezó la carrera de mi hijo, en 2001, que llegamos a Barcelona, siempre intenté facilitarle la vida. Como él juega al fútbol, yo lo acompañaba en todas sus necesidades. Necesitaba a alguien que nos asesore en todo lo que es legal porque yo de eso no entiendo nada, es chino básico”.
La Audiencia de Barcelona se encargó de poner las cosas en su lugar, aplicando la figura denominada de “ignorancia deliberada”; sobre todo, respecto del futbolista, ya que la excusa de papá, directamente ni se sostenía. Porque una cuestión, y más en lo jurídico, es el desconocimiento objetivo, susceptible de descartar la responsabilidad en diversos ámbitos, el penal tributario incluido y otra muy distinta es el “no querer saber”.
En esa dirección, la Audiencia expresó que no podía admitir la postura de Lionel Messi, ya que lo que hizo fue “evitar informarse sobre lo que estaba a su alcance”, recurriendo a “medios fiables, rápidos y ordinarios” que perfectamente tenía disponibles.
Por ello, concluyó que “el desconocimiento evitable no es un error y no puede provocar una descarga de la responsabilidad. No puede errar aquel que no tiene interés de conocer”.
Respecto de alegaciones tales como “chino básico” o “yo me dedicada a jugar al fútbol”, los jueces estimaron que cuando se aprecia una indiferencia tan grave, a pesar de todas las oportunidades que tuvo el jugador para conocer cómo se gestionaban sus derechos, cabe considerar que ha actuado con dolo; es decir, voluntad deliberada de cometer un delito.
Luego, añadieron: “Quien ha tratado de eludir la norma no puede resultar beneficiado por ello, amén de que con la impunidad de esos casos se dirige a la ciudadanía el mensaje de que es preferible inhibirse que preocuparse”.
No es menor el mensaje que encierra este fallo en una sociedad como la actual, en la cual muchos se hacen los distraídos y dicen no saber muchas cosas que, por su posición o cargo, deberían conocer perfectamente.
(*) Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas. (**) Abogado. Magister en Derecho y Argumentación Jurídica.