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Letradas por partida doble

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La combinación entre literatura y cuestiones jurídicas también ha tenido protagonismo femenino

Por Luis R. Carranza Torres

No pocos han combinado leyes con literatura. Jules Verne fue abogado forzado por su padre para, luego de graduarse, dedicarse a ser escritor. Johann Wolfgang von Goethe, «el más grande hombre de letras alemán» en palabras de George Eliot, fue otro caso igual. Podríamos agregar a Franz Kafka a la lista, por citar unos pocos.
Pero con frecuencia se tiende a pasar por alto, en el particular, el cúmulo de mujeres que han hecho lo mismo. Siempre fue una cuestión que me pareció digna de destacarse, por lo que eché mano a las relaciones literarias que uno va haciendo en la vida, colegas por partida doble que uno admira, y me decidí a enviarles unas preguntas para llevar a cabo la presente. Son muchas más pero, como dice el dicho, para muestra basta con un botón.
Gloria Casañas es una de las representantes de esta particular categoría. Se trata de una de las escritoras más reconocidas de la Argentina, cuya formación universitaria inició en la Facultad de Derecho de la UBA. Por su inclinación a las ciencias sociales y humanas, estudió además Antropología en la Facultad de Filosofía y Letras. Y últimamente, sus inquietudes por las ciencias naturales la han llevado a estudiar la carrera de Intérprete Naturalista, ligada a la conservación de la vida silvestre.
La profesión la ejerció sólo al principio, en el estudio jurídico de su padre, antes de cambiar la práctica litigiosa por lo que más le gustaba, enseñar, lo que lleva a cabo hasta el presente en la cátedra de Historia del Derecho.
Si bien escribió desde muy chica, entendiéndose primero escritora y luego abogada, reconoce que el derecho ha influido en la manera de pensar y en el método y el razonamiento con que lleva a cabo sus obras: novelas como La maestra de la laguna, En alas de la seducción, La salvaje de Boston o Y porá, entre otras, que han sido reeditadas decenas de veces. «Creo que los abogados nos movemos en el mundo de la palabra, quizá más que otras profesiones, y eso nos lleva a escribir fuera de los moldes de un escrito judicial. Como digo siempre, los abogados nos atrevemos a todo», reflexiona.

Claudia Barzana fue otra de las escritoras que se inclinó primigeniamente por el derecho. De entre todas las opciones, «era la que más me gustaba y mi vocación», explicó. Ejerció de modo independiente por mucho tiempo en un estudio jurídico conformado por dos socios más. Luego dejó a un costado la profesión para poder dedicarse a la familia. Pero poco después surgió la posibilidad de escribir y lo ha hecho desde entonces en la novela histórica romántica, con títulos como El ímpetu del Mar, Al otro lado del fuego, Lo indómito del espíritu, La Invención del mañana, o su más reciente obra, La ciudad de la niebla.
El derecho, en su opinión, aportó no pocas cosas a la escritura: cómo buscar datos y libros en las bibliotecas es una. Pero fundamentalmente, aprender a pensar y a razonar bajo dos perspectivas, para entender cómo puede accionar la otra parte, le ha ayudado mucho al escribir, no sólo en la construcción de los personajes sino también en cuestiones policiales o de suspenso dentro de la trama.
Otra de mis conocidas en la categoría es Florencia Laura Ghio, defensora pública oficial en la Justicia nacional y en causas penales. Tiene el alma mater dividida: la primera mitad de la carrera la estudió en la Universidad del Comahue, de Río Negro, para luego, al venir a Buenos Aires, concluirla en la Universidad Kennedy.
«Mi profesión ha influido muchísimo en la escritura», reconoce. Las muchas historias que conoció por ella, «con sus diferentes realidades, gente que queda atrapada de diversos modos en la senda del delito, las cárceles, los juicios orales, el día a día en tribunales, todo ello es un mundo muy rico e interesante que me ha inspirado muchísimo para escribir».
Sus dos libros al presente -la novela El Ciudadano y una serie de relatos titulada Amor ciego y otros cuentos- revelan con carácter manifiesto tal influencia.

María Laura Gambero no es abogada sino licenciada en Relaciones Públicas pero trabaja en un medio que mucha relación tiene con la profesión: el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Su obra incluye novelas de temáticas actuales, en las que prevalecen los lazos afectivos y las relaciones interpersonales, como El instante en que te vi, Devuélveme la vida o Un ángel en la oscuridad.
Como dice ella, «mi relación con lo jurídico tiene que ver con mi trabajo y dada la temática de la cartera donde trabajo, hace muchos, demasiados años que estoy en contacto con tal temática». Es pues una observadora de fuste para entender la profesión y su relación con las letras desde una mirada independiente. Y a la hora de rescatar algo al respecto, se pronuncia por «las distintas opciones a abordar o las distintas maneras en que lo jurídico puede ser utilizado».
Como puede verse, no es menor lo que el Derecho ha dejado en sus escrituras. Cada cual con su historia, son una prueba de que ese vínculo entre normas y letras tiene también, por derecho propio, un rostro de mujer.

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