Por Alejandro Lanzaco (*)
La coyuntura de los últimos años con proyectos que arrancaron con freno de mano y otros que están aún en línea de largada; el termómetro de la economía local pegada siempre a los vaivenes de una Argentina electoralista; el viento a favor para algunos sectores, que no terminó derramando de manera inmediata sobre el total de la economía. Éstos son sólo algunos síntomas que debemos tener presentes al hablar de muchas situaciones que vemos hoy al recorrer empresas y organizaciones de los más diversos sectores.
Independientemente de cómo resulten balances y expectativas, la estructura de la empresa comenzó a ser auditada y se convirtió en uno de los focos de la cirugía fina en la que se embarcaron por igual dueños, directivos, gerentes y responsables de Recursos Humanos de empresas de todo tipo y tamaño.
Como un denominador común: mandos medios, gerencias y posiciones directivas se vieron afectadas por una epidemia de rentabilidad a cualquier precio, que midió principalmente en costos fijos como un análisis a media y largo plazo; dejando de lado el transitar diario o sin darle la justa importancia.
Esa cara de la moneda tenía tanto riesgo como justificaciones. Pues, al analizar prescindir de ellos ahora y requerirlos más adelante, se argumentaba la posibilidad de disponer de estos perfiles de manera inmediata, la rápida gestión de los servicios especializados en selección y la necesidad de trabajo en la coyuntura. Nada más arriesgado que apostar con pocas cartas del mazo, sin jugar con todas repartidas en una misma vuelta.
Por caso y yendo a ejemplos que nos pueden ilustrar crudamente una situación, vimos como algunas plantas industriales y compañías importantes eliminaban posiciones de estrategia para distribuir tareas horizontalmente o sobre otros cargos directivos. El efecto a corto plazo de esa decisión fue ver como los problemas de tiempo y calidad de producto o servicios brotaron como lava, imparable y de manera logarítmica solo en meses.
Por suerte, el mapa se completa con empresas que supieron contener ese miedo y hoy están transitando en un camino que implicó muchos sacrificios; que en mucho casos compartió decisiones, acuerdos y responsabilidades con esos mismos empleados jerárquicos que estaban en riesgos de alguna manera; pero, nunca dejaron de atender una función estratégica de su negocio.
Si mañana mismo sucediera lo esperado en nuestra economía y el futuro que soñamos toma una senda despejada, algunos de quienes recortaron estos puestos podrán reaccionar con la demora de meses de aclimatación y acondicionamiento, otros tendrán la fortuna de haber conseguido el anillo para ese dedo y otros estarán en problemas porque les ganó el análisis cortoplacista. Pero en todos los casos, con más o con menos suerte, no podrán recuperar lo perdido por una mala decisión que terminó impactando en horas de re-trabajo, caídas de órdenes de compra o incorporación de competencia en sus clientes. Esta afectación que no se salva con mirar hacia atrás y analizarla. Tal vez tenga el mismo o mayor costo que la rentabilidad proyectada.
Ahora solo podemos decir que rentabilizar mandos claves puede ser una trampa y nunca una solución, si lo pensamos solo en términos de costo.
Por ello nuestra recomendación, más allá de una muy eficiente búsqueda gerencial con un buen plan de carrera, la variante debe ser siempre mejorar los recursos con los que contamos y aumentar sus capacidades. Nunca prescindir de ellos.
Que el rebote nos encuentre preparados y el mientras tanto no nos haga ver solo ahorro de costo, sino eficiencia con menor riesgo.
* Director General del Grupo Consultores de Empresas