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Las renovadas relaciones comerciales con China y Rusia

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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En un contexto recesivo que abarca íntegramente la economía mundial, los acuerdos-marco suscriptos con las dos grandes potencias constituyen una virtual “tabla de salvación” en procura de superar un período difícil de la coyuntura internacional.

L a finalización del año 2014 era esperada con un alto nivel de angustia en todo el mundo pues las tasas de crecimiento de la actividad económica fueron muy bajas. En ese contexto, Estados Unidos logró mejorar en algo su pálida performance que data de 2008 en adelante, con la esperanza de que en 2015 logre -¡por fin!- restablecer un índice de expansión ligeramente superior a 3%, considerado históricamente “normal” para dicho país.

A su vez, Brasil, nuestro máximo cliente y proveedor durante más de una década, ha cerrado el año próximo pasado con un resultado casi nulo (+0.2%) y sus especialistas anuncian que 2015 será peor (-0.48%). Tal circunstancia persiste pese a que ha recibido inversiones chinas por alrededor de US$ 45.000 millones. Por su parte, el canciller Timerman ha declarado solemnemente que se mantendrán las mejores relaciones con el “gran vecino” y que ello constituye la máxima prioridad.

En cambio, su colega Mauro Veira arguye incomprensiblemente que su país viene siendo desplazado por China. A tal efecto enfatiza que durante 2014 las compras al gigante asiático se redujeron sólo 5%, mientras las hechas a Brasil sufrieron una contracción cinco veces mayor (-25%). Los números son reales pero sin tomar en cuenta que también hubo una gran merma en nuestras exportaciones de automotores y repuestos en 2014 (-29%) y que el nivel general de ventas a ese destino se contrajo 14%; mientras que respecto de China la merma trepó a 18%.

En nuestro caso, el conflicto que mantenemos con los llamados “fondos buitres”, por sus desmedidas exigencias, nos privan del acceso a la banca internacional para financiar con fuentes “occidentales” las obras que el país requiere con urgencia. La vigencia de tales obstáculos demuestra que los precitados “fondos” tienen plena libertad operativa en el mundo capitalista occidental.

Ése es el escenario que afronta Argentina. Ante esas circunstancias, existen apenas dos opciones: aceptar las condiciones que impone Wall Street o buscar otros países con capacidad suficiente que estén dispuestos a acudir ante nuestros requerimientos. Dado que esta vía ha sido la valientemente elegida, no debe extrañar que hagan un virtual escarnio y echen a vuelo aparentes grandes riesgos de ser sometidos a una ignominiosa dependencia.

Los comentarios, cargos y falsos supuestos se vuelven sistemáticos y al par se tejen versiones antojadizas que están orientadas a perturbar el camino elegido para intentar recuperar el ritmo de avance. La conducción nacional ha formulado un plan de obras que debe iniciarse en el corriente año, por considerarlas fundamentales para dar continuidad al crecimiento. Las interferencias quedaron probadas cuando la empresa estadounidense Chevron fue severamente reprendida por el Departamento de Estado de su país por operar en Vaca Muerta, aunque ahora se sumó una filial de la mayor empresa especializada.

Presencia
Dentro del conjunto de 17 proyectos que pretenden encarar, figuran en el lugar más destacado dos represas localizadas al sur de la provincia de Santa Cruz y otras tantas generadoras de energía nuclear semejantes a la recientemente reinaugurada (Atucha II), con lo cual quedaría asegurada la provisión de tan vital insumo por lo menos hasta fin de la década. Si el país se sometiera ante las negativas de los países de la OTAN, es obvio que quedaría condenado a un peligroso “párate” por carencia parcial de energía.

El hecho de que en vez de resignación las autoridades hayan optado por buscar el concurso de capitales alternativos para concretarlas, es evidente que ha causado contrariedad e ira en Washington, que inventa una larga ristra de pseudoinconvenientes, llegando a aventurar que afectarían la independencia política del país. Omiten que en América Latina China ya ha hecho inversiones por US$ 112 mil millones; además, actualmente está en trato para financiar y construir en Nicaragua un segundo canal paralelo al de Panamá. Por tanto, cabe preguntarse, para responder a tal infundio, si acudiendo a sus capitalistas, y siempre que sean autorizados, se eliminaría el riesgo que sólo adjudican a rusos y chinos.

La denominada “alianza estratégica”que sellaron en su reciente encuentro los presidentes Vladimir Putin y Cristina Fernández no está circunscripta a obras de generación hidroeléctrica sino, mediante sendas empresas públicas -como Rozatom-, pretenden compartir responsabilidades en emprendimientos liderados por YPF que se extenderían hasta la producción y comercialización de helicópteros junto al gigante Gazprom o con Gionafi en las tareas de captación y difusión de datos sobre innovaciones tecnológicas. Están estas dos últimas finalidades en la última etapa de estudio para concretarlas.

En cuanto a sus compras potenciales, les interesa adquirir cereales, oleaginosas, lácteos y carne vacuna en cantidad suficiente para cubrir las que adquirían a Estados Unidos y la Unión Europea, obstaculizadas por el conflicto suscitado en Ucrania. Debe recordarse que si bien Argentina actualmente produce graciasa su cosecha agrícola algo más de cien millones de toneladas -más de la mitad corresponden a soja-, está en condiciones de elevarla en poco tiempo para satisfacer las necesidades de hasta 400 millones de consumidores extranjeros.

Lejos de crearse algún grado de sumisión, la vigencia de demandas complementarias permite convalidar relaciones de igual a igual.

Los lazos con el gigante asiático
China ha logrado desplazar a EEUU como primera potencia según el respectivo producto bruto interno a partir de mediados de 2014, y se estima que ampliará esa brecha a 20% para 2020, pese a que ha disminuido su ritmo anual de crecimiento. El reciente viaje de la Presidenta a Pekín permitió convenir definitivamente la ejecución, financiación y provisión de elementos para llevar adelante obras públicas por no menos de US$ 11.650 millones, además de perfeccionar un “zwap” (canje de monedas) por otros US$11.000 millones (de los cuales ya se concretaron efectivamente US$ 3.000 millones).

A ello deben sumarse en lo inmediato la total modernización y equipamiento del Ferrocarril Belgrano Cargas, junto con muchas otras obras de menor cuantía que se está ofreciendo financiar a varias provincias. Un ejemplo de ello es la propuesta de un emprendimiento por US$435 millones mediante el cual, en un plazo de dos años, ofrecen entregar concluido el parque eólico denominado “El Angelito”. En dicha propuesta garantizan el uso de mano de obra local e incrementar en 200 megavatios la capacidad generadora del sistema local. La provincia de Neuquén ya ha dado su plena conformidad.

Para su localización se ha elegido la zona circundante a la localidad de Gastre, en plena meseta central, siendo, en materia de energía eólica, no sólo un jalón de avance sino también una adecuada fuente de experiencia pues concreta un genuino plan de avanzada respecto de la producción de energía limpia y renovable que tiende a aprovechar el aporte de los fuertes vientos que caracterizan tales áreas. En cuanto a otros proyectos de explotación minera, dado que una ley provincial prohíbe la “explotación a cielo abierto”, se apelará a consultas populares específicas como vía de decisión en cada oportunidad que ello se plantee.

La nada espontánea “lluvia” de críticas
Las iniciativas que se han enunciado han desatado una sucesión de muy acerbas criticas de órganos del gobierno estadounidense y grandes empresas privadas del mismo origen. Pretenden de esa forma que cunda la alarma de quedar expuestos a los manejos de gobiernos mucho más poderosos que nos condenarían a un virtual “estado de sumisión”. Por el origen de tales objeciones, el planteo se vuelve casi ridículo pues bajo semejante esquema no les será nada fácil justificar por qué cuando son ellos los operadores no rigen tales objeciones. En realidad, ocultan los verdaderos motivos por los cuales rechazan jugar un rol semejante e invertir en nuestro país. En tan caprichosa postura esgrimen a su exclusivo arbitrio el liderazgo que ejercen en la OTAN, el Pacto del Atlántico Norte y hasta en las mismísimas Naciones Unidas.

En el ámbito local, se alinearon inicialmente en igual sentido las máximas autoridades de la Unión Industrial Argentina, pero la división que ello produjo en su seno los hizo moderar notoriamente los planteos. En cambio, con singular fuerza hizo llegar sus críticas más acerbas la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA), al sostener que lo suscripto con China está en pugna y resulta incompatible “con la alianza estratégica integral que el país ha concretado a través de su pertenencia al Mercosur”. Semejante enfoque, además de falso, es rotundamente desmentido por el quehacer diario del gobierno de Brasilia, que suscribe en forma continuada nuevas relaciones bilaterales que no perturban su activa presencia en la coalición sudamericana antes referida.

Sostienen aviesamente, además, que lo pactado “es una adaptación pasiva a la política comercial de Pekín, consistente en el intercambio de inversiones en infraestructura y bienes industriales a cambio de commodities”. A modo de comprobación, recuerdan: “Las exportaciones al mercado chino sólo cubrieron en 2013-2014 la mitad de lo que se importa de ese país”. Dicha observación es correcta pero está utilizada en forma antojadiza e intencionada, ya que tal circunstancia no es nueva y se ha venido reiterando habitualmente durante los respectivos intercambios en casi todos los años de este siglo con Brasil y EEUU sin que hayan nunca formulado ningún tipo de objeción.

El presidente de CERA requirió “reconocer que China tiene superávit de poder”, concepto que definió como “la posesión de muchas más reservas en moneda extranjera que Argentina (100 veces) y supera en diez las de Brasil, India y Rusia”; concluyendo: “Por eso desde hace años están financiando proyectos de infraestructura y de exportación de bienes de capital a países en desarrollo a cambio de commodities”.

Resulta absurdo que la faceta más ponderable que opera en nuestro beneficio sea para dichos empresarios un aspecto criticable de la relación. No menos desubicado aparece el secretario del Gremio de la Sanidad, quien dice que teme que nos inunden con personal chino y paguen muy bajos salarios. Las normas al respecto (artículos 5º y 6º) tienen un texto semejante a las que siempre se han insertado en convenios de esta naturalezas y están referidas a los técnicos altamente especializados que sean imprescindibles para ejecutar las obras. Felizmente, en este aspecto nunca hubo carencia pues los autóctonos pues son muy idóneos y… ¡notoriamente más baratos¡..

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