Las cosas por limpiar y su mirada de la sociedad real

Columna de AMJA

Por Paola Sosa Teijeiro*

La joven protagonista de la serie Las cosas por limpiar, que lidera el rating de las plataformas virtuales, retrata la situación de todas aquellas que perciben sentirse solas, no contar con nadie y aspiran, necesitan, luchan por reconstruirse. Así es como emprende un camino hacia una segunda oportunidad lejos de la violencia de la que era víctima y en ese devenir recurre innumerables veces en la búsqueda del apoyo del Estado. En ese camino, no recibe asistencia del gobierno por el sinnúmero de trabas burocráticas hasta que consigue refugiarse en una casa de alojamiento para víctimas de violencia.

Por ello, coincidimos con la asesora de Niñez, Adolescencia, Violencia familiar y de Género, Malvina Maffini, en cuanto a que “…la idea de violencia en contra de la mujer se sostiene en la existencia de una desigualdad estructural que jerarquiza la posición del varón y coloca a la mujer víctima en una situación de mayor vulnerabilidad…” (Carranza Jorge Luis, Ley de Violencia Familiar N° 9283 y su modificatoria N° 10400, Alveroni Ediciones, Córdoba, 2020, p. 45),

Además, la recomendación general Número 28 efectuada por el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (Cedaw) -del 16 de diciembre de 2010- indica que “los Estados-partes deberán asegurar que no haya discriminación directa ni indirecta contra la mujer”.

El eje está en hacernos cargo de que la mirada de la sociedad a veces coloca a la mujer en una situación de desvalorización o falta de confianza, por lo cual debe visibilizarse que esto sucede para poder cambiar el curso de acción.

Si algo caracteriza los supuestos de violencia de género es que se asientan en una desigualdad estructural que necesita equilibrio.

La solución más acertada exige la aplicación de medidas de acción positiva, tal como establece constitucionalmente el artículo 75, inciso 23, de la Constitución Nacional, en tanto tiendan a desterrar esa diferencia sustentada en estereotipos machistas y permitan avanzar más allá de una igualdad formal, hasta llega a una igualdad real que permita el mismo trato.

Como publica la crítica de Infobae respecto a la mencionada serie: “…Alex vuelve con Sean, su ex pareja. (…) él retoma sus patrones violentos y ella cae en un círculo vicioso, por lo que audiovisualmente proyectaron cómo era vivir un ciclo depresivo. Sentada en un sofá, perdiendo la noción del tiempo, con un momento de despersonalización donde se le ve cayéndose –subterráneamente– en un hoyo. Es una metáfora visual que representa hasta dónde puede llegar el deterioro emocional de una mujer maltratada…”.

Además, indica “la importancia de reconocer el abuso emocional como parte de la violencia doméstica (…) Su ex marido no le daba libertad financiera, le prohibía qué hacer, le gritaba y la minimizaba. En gran parte de los casos la sociedad y el sistema aún no están preparados para atender este tipo de violencia”.

Parece que la reflexión se impone con propio peso; precisamente, si el objetivo de la ley N° 10401 faculta a los magistrados a ordenar otra medida necesaria y oportuna para garantizar la seguridad de la víctima y hacer cesar la situación de violencia, es primordial que la sociedad toda visibilice y haga suya esa realidad, máxime en relación con cuánto puede lograrse al dar conocimiento a tiempo a los operadores jurídicos.