Una lectura actualizada del contexto global cambiante y dinámico, además del balance de los resultadoslogrados con la política aplicada, permiten revisar lineamientos y modificar planteos. La opinión de un experto
Por Julio Ramón Lascano y Vedia (*)
En el dinámico y cambiante escenario internacional que atravesamos este inicio del siglo XXI, pocos analistas se detienen a estudiar qué hechos y relaciones benefician o perjudican el desarrollo de nuestra política exterior. Estudiar y analizar políticas constantes y políticas de estado en el orden internacional, atento que estos tiempos posmodernos requieren aggiornar nuestra forma de pararnos ante el mundo. Y definir nuestras nuevas constantes.
En política exterior el mejor análisis y ejecución no se hacen ni corriendo ni con el periódico del día.
Diagnóstico y prognosis
Para generar constantes con valor en nuestra política exterior debe hacerse un diagnóstico y una adecuada prognosis. Conocer con precisión que constantes y políticas serán útil para la economía y el comercio del país. A saber, por ejemplo, qué le pasará de positivo y negativo a nuestro país y su economía al día siguiente del desenlace de la crisis institucional que enmarcará a Venezuela en una nueva democracia a restaurar.
Debemos estudiar beneficios institucionales, económicos y comerciales de un nuevo escenario.
Han pasado dos votaciones del brexit en la Asamblea de Gran Bretaña, haciendo fracasar las propuestas de la Primer Ministro y sus flexibilizaciones negociadas con la UE en Estrasburgo. También será difícil saber cómo votará una vez más la asamblea británica la propuesta de brexit y si avanzamos a un brexit duro. Luego, a futuro, qué pasará el día siguiente al 29 de marzo, cuando la Unión Europea se deba separar de Gran Bretaña. Debemos empezar a visualizar las consecuencias mediatas y de largo plazo del brexit en comercio exterior, negocios agrícolas, servicios financieros y en todo tipo de convenio académico, científico y cultural que, finalmente nos afectará también a nosotros.
Integración regional
Argentina es aún un país joven, pacífico y de infinitas posibilidades. Puede por ello plantearse un primer eje de elaboración de políticas constantes en la integración regional. Un eje regional en pleno recambio institucional implica consolidar la presencia ante el Mercosur; y en la Alianza del Pacífico. Definir las renovadas relaciones bilaterales con Brasil, Chile, Bolivia y México. En nuestra zona, recordemos siempre que la política interior y la política exterior están en juego permanente cambiante y con necesidad de consensos.
Relación con las potencias
Un segundo eje para elaborar políticas ante el nuevo mundo es analizar la influencia fortalecida de Estados Unidos en el mundo, ante el G20 y la OMC. Nuestra relación puede privilegiarse ante la potencia unipolar más poderosa en el orden militar y de seguridad. Debemos además evaluar políticas con “países continentes” y definir con ellos el comercio y eventuales inversiones: China, Rusia e India. Y también las negociaciones ante la Unión Europea, que tal vez podríamos destrabar por medio de relaciones preferenciales: Italia y España, para empezar.
Por fin debemos evaluar un tercero y último eje ante los nuevos mercados. Aquellas políticas a desarrollar para generar relaciones más sólidas con socios nuevos como Vietnam, India, Corea, Turquía y el Magreb y Sudáfrica.
Buscando la lectura adecuada de los resultados de la política exterior, encontraremos un diagnóstico más adecuado para entender cuáles deben ser nuestras nuevas constantes en el orden internacional.
(*) Embajador. Director de Escuela Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador (USAL)