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Las alas del derecho argentino

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Antes y ahora, El Instituto Nacional de Derecho Aeronáutico es obligada referencia. Sus logros le han dado un reconocido prestigio en América y el mundo.

Por Luis R. Carranza Torres

En el ámbito aeronáutico, nuestro país fue precursor en todos sus campos. El Aero Club Argentino fue de los primeros en su tipo en el mundo. Ya en 1912, dos años antes de la Primera Guerra Mundial, nuestro país contaba con un cuerpo aéreo militar, con escuela de formación incluida. Reparamos y construimos aviones desde 1916 y tuvimos la primera fábrica de aviones en Latinoamérica; por si fuera poco, fuimos el quinto país en el mundo en desarrollar con tecnología propia aviones a reacción. El 4 de enero de 1945, antes de que la Segunda Guerra Mundial finalizara, la Fuerza Aérea Argentina se convertía en la tercera rama de las Fuerzas Armadas. Más de dos años antes que Estados Unidos hiciera lo propio.

El derecho no fue ajeno a ese interés nacional. Argentina fue miembro asistente de la Convención de París de 1919 y uno de los firmantes de la subsiguiente Convención para la Reglamentación de la Navegación Aérea Internacional. Tomó parte también de la Conferencia de Chicago de 1944, suscribiendo los Convenios de Aviación Civil Internacional e integrando como miembro fundador la Organización Provisional de Aviación Civil Internacional.

Existía, ya para entonces, una “doctrina argentina en derecho internacional aéreo” formulada por el doctor Enrique Ferreira en la mitad de la década de 1940, respecto de los principios que debían regular el transporte aéreo internacional, que en nuestro país se normativizó en el dictado de la Ley Nacional Nº 19.030.

El año 1947 sería crucial respecto del derecho aeronáutico argentino. El 24 de julio, por decreto 21662 fue creado en la República Argentina el Instituto de Derecho Aeronáutico de la Nación. Su promotor, el brigadier general Bartolomé de la Colina, por entonces secretario de Aeronáutica de la Nación, lo pensó como “escuela jurídica”, una futura “universidad del aire” preparada para enseñar las distintas ramas de la ciencia aeronáutica no sólo en el país sino en el ámbito internacional.

Se buscaba también acompañar y fundamentar desde lo jurídico los crecientes cambios y desarrollos que la aviación experimentaba por esa época. En dicho año, en el ámbito internacional, la organización provisora de la aviación civil se transformaba en un organismo internacional de carácter permanente, bajo el nombre de Organización de Aviación Civil Internacional, conocida popularmente por sus siglas de OACI. En nuestro país se avanzaba en el desarrollo de aviones a reacción y se iniciaban las investigaciones espaciales.

Prueba de los cambios en la actividad es que su denominación original fue cambiada por la de “Instituto de Derecho Aeronáutico e Interplanetario”, primero, y luego por la actual: “Instituto Nacional de Derecho Aeronáutico y Espacial”, en enero de 1965.

Conocido popularmente como INDAE, el nuevo organismo no defraudó tales expectativas. De su cuerpo de profesores surgieron quienes redactaron los dos Códigos Aeronáuticos que tuvo nuestro país, a más de un sinnúmero de legislación del ramo. Sus cursos y seminarios son valorados en América y el mundo. Su principal publicación periódica, la Revista Nacional de Derecho Aeronáutico y Espacial, primero en formato papel y actualmente en versión digital, contiene las publicaciones de doctrina más específicas y logradas en el campo del derecho del aire y del espacial.

El INDAE forma parte también de mi historia personal. En 1998 integré la camada de alumnos aceptados para cursar la especialización en Derecho Aeronáutico y Espacial, y el curso de Derecho Internacional Humanitario. Nos recibió nada menos que el doctor Héctor A. Perucchi, primer director del Instituto, quien en ese momento estaba a cargo de la investigación académica. Pude ver desde dentro el alcance de su prestigio. Los argentinos éramos sólo la mitad de la clase, el resto se componía de alumnos de todos los países del continente americano así como de algunas naciones africanas.

Ese año tuvimos un raro privilegio: ser el último curso que tuvo como profesor a una referencia a mundial del derecho aéreo, el doctor Videla Escala, autor del primer y único tratado sobre el derecho aeronáutico internacional.

Con los años pasaría de alumno a profesor de la casa. Contar con su título de especialización en derecho aeronáutico y espacial abría puertas académicas impensadas, y eso ocurrió en mi caso. Gracias a esa titulación me inicié en la docencia universitaria en la cátedra de Derecho Aeronáutico y Espacial de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad del Salvador. Desde entonces tengo una particular gratitud a quien fue titular de ella. Gracias a la generosidad de Sigfredo David Blauzwirn, más conocido como “Otto”, quien se desempeñó en la sede de OACI como representante argentino.

Hoy como ayer, con más de medio siglo de logros en su haber, conserva dicho Instituto el privilegio de seguir dando sustento jurídico a las actividades aeronáuticas y espaciales de esta Argentina nuestra.

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