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La recaudación del tercer trimestre define la de cada año

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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 Por Salvador Treber

Al cabo de dos trimestres en que, en términos relativos, fue descendiendo el nivel de ingresos tributario a valor constante sin que sucediera lo mismo con las erogaciones, se formularon dudas e interrogantes que -transcurridos nueve meses- parecen quedar develados

Durante la primera mitad del presente 2017, además de los instrumentos habituales, se sumaron los últimos ingresos derivados del régimen especial denominado de “Sinceramiento Fiscal” (o del ”blanqueo”) que, por no estar debidamente identificada la publicación de los datos sobre recaudación mensual y acumulada, dificultó la tarea de encarar una evaluación adecuada sobre la tendencia predominante. Más aún si, como ocurrió, ese ingreso extra no tuvo otro destino que financiar parte del respectivo desequilibrio operativo. Es indispensable advertir que ello no es lo que se aconseja y que lo correcto hubiese sido que fuera afectado a nuevas inversiones productivas.
Evaluados correctamente los resultados que traducen las cifras antes conocidas, no hay duda de que en esos seis meses se verificó un cierto declive en el nivel de ingresos tributarios. Por ello, lo que sucediera en el trimestre julio-septiembre asumía una importancia superlativa pues sólo se aceptaba como causal de baja la presentada como circunstancial retención de los grandes productores y exportadores de soja a la espera de una fuerte devaluación que distorsionara el esquema habitual. En julio -cuando hubo un sensible ajuste en el tipo de cambio vendedor, que llegó a una fugaz paridad de $18,1- las ventas de stocks fueron bastante limitadas pues se aguarda una suba de la paridad muy superior para después de las elecciones de octubre.

La información sobre el mes de julio permite conocer que los ingresos tributarios ascendieron a $237.325,8 millones y que en la comparación interanual implican un incremento de 31,8%. Pero eso es un mero espejismo ya que si no se incluye lo que correspondió en ese mes al “blanqueo”, se reduce a un menos exitoso 27,5%. Pero éste no fue el único desliz periodístico pues los títulos fueron presentados casi con júbilo, como incremento de que habría superado la inflación y un supuesto testimonio confirmatorio de “la recuperación de la economía”.
Tal planteo apuntó a dar ese significado en tal sentido a la recaudación del impuesto a las Ganancias en dicho mes pero cabe advertir que tales ingresos, en su mayor proporción, corresponden a lo depositado por empresas y personas físicas por utilidades obtenidas durante todo el transcurso del año pasado.
En consecuencia, mal se puede saludar tales fondos como testimonio de un “brote verde” como lo expresó un funcionario superior de esa área. Más prudente y real es advertir que lo ingresado en julio pasado es apenas superior en 4,7% a lo sucedido en el precedente mes de junio, sin que cundieran falsos e injustificados elogios. Más aún si se tiene en cuenta que los gastos crecieron ampliando todavía más el déficit presupuestario preexistente.

Si se considera el total por todo concepto recaudado en los siete meses, es decir el período enero-julio, se llega a la suma de $1.453.852,7 millones por todo concepto, obviamente incluyendo al “blanqueo”, que implica un incremento interanual de 30,9%. Sin considerar ese impuesto especial y transitorio, se reduce ese porcentaje a sólo 26,4, lo que no puede tranquilizar a nadie. Esa tendencia ha sido general aun en los casos en que lo percibido corresponde a los mejores resultados de abril pasado que, como se advierte con el principal tributo, el IVA. pues sólo superó al del mismo mes en 2016 por un exiguo 25,6%, resultado influido negativamente por un muy bajo incremento de lo recaudado por éste por la Dirección General de Aduana (12,5%). Los aportes personales y Contribuciones Patronales han sido las que exhibieron un nivel más acorde con sus antecedentes pues hicieron lo propio en un ponderable 33,7% pero no se puede decir lo mismo del impuesto a las Ganancias, cuya suba interanual fue de 27,7%, también influido por lo recaudado por medio de la Aduana, que registró una evolución interanual negativa (-2,5%).
Con una contracción relativa se ubicó, como también es habitual, el impuesto a Créditos y Débitos en cuenta corriente que suele ser un indicador valioso pero que en esa oportunidad sólo se elevó 21,6%. El impuesto a Bienes Personales, nunca de cierta significación, la ha perdido mas aún pues creció en apenas 19%. Tales menguados rendimientos se reflejan en la triple distribución interjurisdiccional pues la Administración percibió por dicho mes $73.441.5 millones, cifra que supera a la respectiva del año precedente en un harto escuálido 9,8%; lo cual debió generar muy serias dificultades para atender los gastos que siguen manteniendo un ritmo sostenido de crecimiento.

Las “novedades” que aparecieron en abril
Una idea de lo acontecido puede surgir de advertir que, sumados los cuatro meses, la Nación -pese al “bajón” de abril- mantuvo un aceptable nivel pues dichos ingresos subieron 33,8% pero, aun así, arguyen los funcionarios que se vieron obligados a apelar masivamente incrementando el pasivo en moneda extranjera por medio de un muy crecido cuan problemático sobreendeudamiento en el exterior, con lo cual se ha casi duplicado en los pocos meses de 2017 la deuda externa preexistente. Lo más preocupante al respecto es que esos fondos adicionales fueron afectados a atender crecidos gastos de consumo y no, como es aconsejable, a inversiones.
Si esta inadecuada y muy poco prudente modalidad se mantiene, como ya sucedió en otras épocas, llevará irremisiblemente a una situación de default (debe recordarse el no tan lejano período 1999/2002) que, sin dudas, arrastraría a todos los sectores y jurisdicciones, causando un duro y penoso retroceso en el costo del nivel de vida.
Todavía es posible evitar entrar en ese virtual laberinto sin salida pero ello requiere la convicción y voluntad del Gobierno nacional para corregir con urgencia sus múltiples errores y encauzar más racionalmente la gestión. De insistir en la línea adoptada hasta ahora, los pronósticos, sin ser agoreros, deben advertir enfáticamente sobre la peligrosa proximidad del abismo.
A la muy lógica preocupación que debe reinar en muchos ministerios y reparticiones federales, obviamente se suman las crecientes dificultades que afronta la población para atender todas sus necesidades. La caída en el poder adquisitivo para amplias franjas de las denominadas “clases medias” se advierte por el significativo incremento en el uso de tarjetas de débito y crédito.
Ello explica que la AFIP haya intervenido, intentando crear algunos estímulos para que esta forma de pago se generalice, volviendo obligatoria su aceptación y, al par, sancionando a los titulares proveedores de bienes y servicios que no acaten esa modalidad. Esto opera como un paliativo pero por un plazo relativamente corto pues el crédito que viabiliza reconoce límites muy circunscriptos para la gran mayoría de la población.

El mensaje que insinuó la realidad de agosto
Los ingresos tributarios de dicho octavo mes del año confirman la tenencia descendente general pues sólo se incrementaron en 33,5% mientras que, en el mismo lapso, el índice inflacionario se ubicó en 26,5%; razón por la cual, a valores constantes, hubo escaso avance. En el total de $221.275,4 millones recaudados durante ese mes, se debe distinguir que el IVA correspondiente a ventas internas en términos interanuales creció en 37,5% aunque sorpresivamente surgió la positiva influencia de las exportaciones que totalizaron $23.962,4 millones (46,3%), pese a que hubo reintegros por $2.500 millones. El impuesto a Créditos y Débitos en cuenta corriente (36,5%) y los Aportes y Contribuciones de Seguridad Social (28,7%) completan el cuadro, manteniendo índices muy semejantes de aumento interanual, que también lograron superar, aunque levemente, el ritmo inflacionario interanual.
Como consecuencia de las anteriores retenciones de soja -ya que en este mes se acrecentaron los embarques por parte de los grandes exportadores- se logró ingresos incrementados en 47,8%. En cuanto al impuesto a las Ganancias, se hace muy notoria, aunque parcialmente, una cierta recuperación tras un cierto retraso temporal pues en agosto, al subir 36,7%, quedó limitado a un aporte de 21,4% al total general del octavo mes de este año. La Tesorería percibió en agosto un ingreso crecido y superior al del año precedente en 33,7%.

Los indicios que sumó septiembre
Si optamos por evaluar el total hasta el tercer trimestre inclusive se aprecia que el IVA es líder absoluto pues surge con $549.662,3 millones, seguido de cerca por los Aportes Personales y las Contribuciones Patronales que en conjunto aparecen con $509.500,5 millones y, bastante distanciado, en tercer término, el impuesto a las Ganancias, con $405.750 millones. En cuarto lugar, pero muy alejado, aparece el impuesto sobre Créditos y Débitos, con $124.771,2 millones y, después, los que gravan el Comercio Exterior totalizan $104.877,7 millones, relegando al sexto escalón a los tres que hacen lo propio con los combustibles, que llegan apenas a $73.671,9 millones. En cuanto a lo sucedido sólo en el noveno mes se advierte el verdadero “salto” que registró el impuesto a las Ganancias pues creció, con respecto al mismo mes de 2016, un muy poco habitual 50,6% por haberse extendido el plazo de presentación de las declaraciones anuales.
A su vez, para el lapso enero-setiembre la distribución interjurisdiccional adjudicó a la Tesorería de la Nación $779.317,5 millones que significa un incremento del 29,4% que no le permite encarar adecuadamente la eliminación del déficit; mientras en segundo término surgen las remesas por Coparticipación al conjunto de provincias que suman $547.996,8 millones (34,6%) y, en último término, el Sistema de Seguridad Social fue receptor de $504.400,7 millones.
Por lo tanto, si bien hubo una suba interanual de 33,1% que supera en alrededor de ocho puntos la incidencia inflacionaria, en el acumulado para los tres primeros trimestres ese índice porcentual descendió levemente pues llega sólo a 31,4%, resultando obvio que no alcanzó para cubrir la respectiva suba del gasto, en especial debido a la incidencia creciente del rubro intereses.

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