Por Salvador Treber
Las persistentes dificultades que enfrenta nuestro gran vecino y socio del Mercosur se reflejan en el escenario nacional de forma muy nítida, incluso generando dificultades operativas. Sin embargo, no se puede prescindir de las relaciones preexistentes
En el año 2015 la economía de la primera potencia de Latinoamérica, Brasil, tuvo una caída interanual de -3,8% y sus conductores pensaron equivocadamente que en el año en curso habría una importante recuperación. Fue un grave error de apreciación pues la realidad que se está viviendo es muy semejante a la precedente y, como mínimo, ahora se estima que habrá otro descenso de alrededor de -3,5%; además de una extensión de la situación vigente hasta fin de la década.
A lo referido se debe agregar la decisión adoptada por el Parlamento brasileño, que ha obligado a la presidente Dilma Rousseff a dejar de ejercer sus funciones en su segundo mandato consecutivo, lo que ha sido impulsado por el vicepresidente, Michel Temer. Según la legislación respectiva, en el término de 180 días, debe ser enjuiciada y, según el veredicto del Congreso, será repuesta o depuesta en forma definitiva. A su vez, su sustituto ha venido siendo objeto de una investigación y, a través de varias conversaciones telefónicas, se estableció fehacientemente que fue cómplice de un virtual “golpe de Estado”.
A pocos días de asumir, el flamante canciller José Serra, entre otras diligencias, realizó una fugaz visita a Buenos Aires en busca de apoyo. Debido a su conocida orientación neoliberal en materia socioeconómica era de esperar una mejor acogida, pero la escasa receptividad, incluso en el ámbito de las Naciones Unidas, es poco lo que logró pues la situación internacional es cada vez menos sostenible; por ello la precitada visita se convirtió en una cita meramente formal. Eso sí, dejó constancia de que en Brasil consideran a Argentina como un “socio clave”.
Sabedor de las reales expectativas y del poco interés que Rousseff prestó al Mercosur al buscar otros contactos intencionales, se trató de comprometer a reactivarlo, adaptándolo a las nuevas condiciones del mercado internacional pero, en tal materia, tuvo que resignar sus pretensiones porque un tema de esa trascendencia no se puede convenir con un equipo transitorio. Lo prudente y lógico fue suspender toda gestión por lo menos para cuando la situación institucional se haya aclarado.
El proceso de impeachment
La decisión de someter a la presidente a un proceso de impeachment data del 11 de mayo, prácticamente apenas si se pudieron concertar dos viajes de las respectivas autoridades a Argentina pero se han postergado “sine die” el tratamiento de un temario con cierta relevancia. Lo máximo que se logró fue un acuerdo para coadyuvar a reactivar un mecanismo apto de “coordinación política través de dos entrevistas anuales” (una en cada semestre) a cargo de los respectivos vicecancilleres. Obviamente, un saldo bastante modesto y de menor nivel jerárquico.
En Brasilia, los observadores y el periodismo en general no se equivocaron. De inmediato advirtieron que los términos del supuesto “acuerdo” eran muy vagos e imprecisos pues apenas si se enumeraban amplios temas sin detalle alguno a tratar; tales como energía, comercio, ciencia, industria aeronáutica, defensa, protección conjunta de fronteras y uso racional de las vías fluviales. Para colmo de males, coincidiendo con la visita del canciller, en Brasilia se producía la primera crisis en el seno del gobierno federal.
Como era de suponer, en el Palacio de Itamaraty, a los nuevos protagonistas los salpicaron en pleno los efectos de la enorme estafa cometida en perjuicio de Petrobras y su subsidiaria Transpetro, comprometiendo muy gravemente con mutaciones vergonzantes al máximo ejecutivo de esta última. Quedó así al descubierto que el desplazamiento de la presidente no tiene sólo motivaciones políticas sino, muy especialmente, la pretensión de frenar que la precitada siga impulsando que se profundice la investigación hasta las últimas consecuencias. Son varios los nuevos funcionarios que quedarían al descubierto por sus dolosas actuaciones desde hace bastante tiempo y los que se saben culpables están dispuestos a evitar por todos los medios que se conozcan en detalle esas maniobras fraudulentas.
El presidente provisorio –quien es miembro calificado del Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), que se había aliado con el oficialista Partido de los Trabajadores (PT)- no tardó en dejar sus intenciones golpistas para poder copar todas las esferas del poder. Pretende imponer al affaire Petrobras un inmediato final que cierre la vía judicial e impulsa un rápido final que “pase por la política”; lo cual debe traducirse equivalente a enviar todo definitivamente al archivo sin seguir investigando.
Este conjunto de acciones destinadas a cubrir ilícitos en sólo los primeros 18 días de gestión ha provocado la renuncia indeclinable de dos de sus supuestamente más prominentes ministros debido a que trascendieron conversaciones telefónicas en que se organizaban maniobras ilegales. Se trata del titular de la cartera de Planificación, Romero Jucá, quien en las citadas escuchas hacía alusión a un “pacto” para trabar y archivar de inmediato “y para siempre” todo intento de hacer conocer públicamente lo que tramaban.
El segundo ministro que debió resignar su puesto fue nada menos que el de Fiscalización, Transparencia y Control, Fabiano Silveira, obligado por la trascendencia de grabaciones realizadas en que planeaba lograr se archiven sin más las actuaciones sobre ilícitos y enriquecimientos fraudulentos consumados a expensas de Petrobras y una de su subsidiarias. Es evidente que estos tropiezos descalificantes corroen la estabilidad del sillón presidencial al que accedió provisoriamente Michel Temer.
El impacto en Argentina
Por su parte, la canciller argentina, a modo de sentencia, dijo reiteradamente que “si a Brasil le va mal, la Argentina sufre mucho”, pero son tan evidentes las maniobras que tienen su eje en el equipo provisional de Brasilia que, para no ser incluidos “en la misma bolsa”, han debido mantener cierta distancia. Resulta obvio que el silencio es en muchas circunstancias cómplice y ello se advierte nítidamente al verificar que mientras nuestras exportaciones a Brasil tuvieron una drástica reducción de nada menos que 25%, las compras sólo cayeron 4,07%, con lo cual, obviamente, se ha ensanchado desmesuradamente el saldo favorable al país vecino.
Bajo tal circunstancia de evidente desequilibrio, nuestra necesidad de disponer de divisas para cancelarlo se agiganta y se torna más acuciante. Una expresión de esa relación tan marcadamente desigual y no correspondida es el hecho de que la llegada de unidades automotrices fabricadas allí para ser colocadas en mercado interno argentino, durante el período enero-abril de 2016 creció a 59% respecto de igual lapso de 2015. Ello genera una inmediata pregunta: ¿qué hicieron los funcionarios argentinos para evitar semejante desequilibrio? Es obvio que si “dejaron hacer”, se convierten en peligrosos cómplices pues han facilitado a los empresarios extranjeros que desplacen en igual medida a los locales.
El canciller Serra nos citó como el socio “con el cual Brasil pasó a ‘compartir semejantes’ para la reorganización de la política y de la economía” pero los números precedentes verifican una virtual estrategia en beneficio exclusivo de ellos. A su vez, Armino Fraga, ex presidente del Banco Central (1999-2002) y reconocido analista, avaló el duro ajuste que se ha comenzado a implementar y destaca, intentando hacer diversos enfoques, que: en el orden macroeconómico, buscaría corregir lo que califica de deficiencias en el ámbito fiscal, y otro, que apunta a insistir en procurar una sensible mejora en términos de productividad. Admite, además, como un aspecto prioritario el de frenar el incremento de la deuda pública que está ligada a la contracción operada en el gasto público federal.
Las perspectivas de corto y mediano plazos
Con fuerte tono crítico, también se refiere a que, especialmente en el año 2014, de renovación electoral, se habría elevado en demasía el gasto; con directa influencia sobre el desequilibrio presupuestario y la deuda, que ya supera 70%, sigue con tendencia creciente. En efecto, ésta trepa a un ritmo anual de 7,5% y, por tal motivo, estiman muy difícil corregir tal tendencia en el corto plazo. Las principales iniciativas de carácter correctivas pretenden impulsar la oferta global, además de poner el mayor esmero en elevar la cuantía y calidad de las inversiones. Pero ello, según advierte, quizá para evitar críticas muy acerbas, no evitaría un primer período de corte fuertemente recesivo que lo califican de manera tal pero que no precisan temporalmente su posible extensión. Cabe tener en cuenta que el primer trimestre de ese año respecto a idéntico período del anterior cayó -5.4%.
Paralelamente, se aconseja recalificar el gasto, de manera tal que las funciones de educación y salud sean las más prioritarias, sin abandonar la tarea de eliminar el déficit anual; para lo cual se sugiere eliminar, casi en su totalidad, los subsidios que todavía rigen.
De acuerdo con lo descripto, la situación tanto política como económico-financiera de Brasil fue y sigue siendo muy débil. Prueba palmaria de ello es el deterioro sufrido por los flujos de ingresos y de inversiones directas. Sus principales indicadores, en especial los de origen extranjero, bajaron a índices mínimos; pues entre 2014 y 2015 cayeron en un muy significativo -35,6%. El sector más dinámico era el comercio exterior, que en 2015 mostró un saldo positivo de US$19.674 millones derivados de ventas externas por US$191.134 millones.
De ese monto, apenas US$12.800 (6,7%) son las dirigidas a nuestro país; habiendo generado un saldo a su favor de US$2.516 millones (12,8%). Esa relación viene creciendo y sólo en el primer trimestre 2016 ya llegó a US$1.113 millones; es decir, una cifra equivalente a 44,2% del año precedente. Sus exportaciones a toda América Latina llegaron en 2015 a US$39.095 millones pero durante el primer trimestre 2016 retrocedieron a sólo US$8.295 millones que implican un muy escuálido 4,34%. Pero de ese total del área, Argentina ha cubierto 36,9%; relación 31,4% superior al que se verificó en 2015.
Dado que las respectivas compras de dicho vecino en el nuestro disminuyeron en igual lapso en -31,2% es obvio que, en alguna medida, se está coadyuvando a que superen su crisis, trasladándonos parte de sus carencias.