Por Salvador Treber
Exclusivo para Comercio y Justicia
El desempeño durante el ciclo 2018/19 fue notoriamente inferior al de la cosecha
precedente, debido a los problemas derivados de la sequía. Ésta tuvo mayor incidencia en la cotización del trigo hasta fines de 2019 y en todo ese lapso se mantuvo en US$175 por tonelada
La cosecha 2019/20 que, como suele ser habitual, comenzó por las provincias norteñas muy pronto permitió advertir que el área central y el sur bonaerense no lograron alcanzar los niveles de la precedente temporada 2018/19. No debe olvidarse que en estas últimas regiones es donde más se suelen extender las diversas tareas y se distinguen por la mayor producción relativa de trigo.
Obviamente, el “clima” que ha primado entre sus productores no constituyó el mejor presente, pues esa reducción fue totalmente imprevista; a punto tal que no se ha podido atender un pedido adicional extra de Brasil por 750 mil toneladas.
Las expectativas quedaron finalmente incumplidas pese a que el área sembrada creció en 400 mil hectáreas. Cuando recién comenzaba la siembra, la convicción era de que se lograría concretar un nuevo récord y se estimó llegar a cosechar alrededor de 21,2 millones de toneladas. Aunque las estimaciones no contaban con que fallara el “factor lluvias”.
Los referidos datos habían sido adelantados por los técnicos de la Bolsa de Cereales de la ciudad de Buenos Aires y la falta de agua se concretó en el momento preciso en que el suministro se tornaba esencial.
Nuestro país dispone hasta ahora de cuatro regiones, que son esenciales para el intenso cultivo específico de trigo, que cubren 41% del área total. Siempre han sido definitorias por su elevado rendimiento. Dos están localizadas en la provincia de Buenos Aires (sud-este y oeste) con 640 mil y 560 mil hectáreas, respectivamente, y otras dos en la zona norte de la misma provincia y en el sur de la de Santa Fe.
Los especialistas alientan expectativas en el sentido de sumar muy próximamente a los departamentos del sur de Córdoba (Unión y Marcos Juárez) y los centrales de Santa Fe, pero hay quienes extienden dicho pronóstico a buena parte de la provincia vecina de Entre Ríos (departamentos Victoria y Diamante).
Los problemas climáticos enfrentados
En esta oportunidad, el cultivo sufrió los rigores combinados de la falta de humedad y las bajas temperaturas, que no permitieron lograr un resultado con rendimientos semejantes a los de la cosecha precedente. El jefe de la Oficina de Estimaciones Agrícolas de la de la Bolsa de Cereales de la Ciudad de Buenos Aires sostuvo que en tales condiciones las espigas tienen menor rendimiento, además agregó: “Luego, entrando en etapas reproductivas continuó la falta de humedad y se sumaron heladas”. Ello habría sucedido en todo el oeste bonaerense y en la totalidad de la provincia de La Pampa, que estuvieron también afectadas por la falta de oportunas precipitaciones.
Respecto al área del sudoeste, el rendimiento considerado “normal” corresponde a una media de 3.700 kilos por hectárea. En esta ocasión, también se colocó debajo de los mayores rindes conocidos debido a semejantes causas. Se subrayó en forma muy especial que, como es obvio, no se trata del mejor año para el sudeste, pero que el área no está tan complicada como en el sudoeste. Esa diferencia pretende destacar las diferencias habidas en las áreas respectivas y sus respectivas marcas pluviales, pues entre ellas mediaron alrededor de 15 milímetros más en el área oriental, lo que le permitió mantener el nivel de su mejor rendimiento sin mengua alguna.
Cabe recordar que en el ciclo 2018/19 la insuficiencia de las lluvias había afectado con rigor la producción de la Unión Europea, causando pérdidas de importancia.
En cuanto al sudeste bonaerense, durante los últimos cinco años se había llegado a un registro máximo de 4.080 kilos por hectárea; lo que revela la magnitud cierta de la caída productiva que, si bien no ha sido tan vertical y preocupante como en el sudoeste, generó problemas para atender integralmente los pedidos existentes.
La conclusión del referido vocero la expresó al sostener: “No es el mejor año tampoco para el sudeste pero no está tan complicado pues se volvió a recuperar las óptimas condiciones que se mantuvieron en niveles suficientemente buenos para convertirla en razonablemente retributiva”. Ello, pese a que la producción triguera fue de 18,5 millones de toneladas.
Las marcas más elevadas
La referida marca de 4.080 kilos por hectárea durante los últimos cinco años ha quedado consagrada como la segunda mayor en el transcurso de las dos últimas décadas. En cuanto a la cotización, se mantuvo en un nivel aceptable aunque inferior a la del año precedente.
La producción durante el ciclo 2018/19 fue notoriamente inferior a la de la cosecha precedente, debido a los problemas derivados de la sequía. Ésta tuvo mayor incidencia en la cotización del trigo hasta fines de 2019 y en todo ese lapso se mantuvo en US$175 por tonelada. Esta suba transitoria en la cotización causó un efecto semejante en todo el mundo.
Por su parte, en el Mercado a Término de la ciudad de Buenos Aires, inicialmente cotizó a idénticos precios pero posteriormente se mantuvo levemente debajo de US$170 por tonelada. Las variaciones surgieron en su mayor medida en Europa durante el período de siembra, a mediados de año, momento en que su cotización suele alcanza su máximo precio (US$180 por tonelada). Pero sólo dos meses después se suele reubicar en los US$170 para todo el resto del año agrícola.
Los productores de Europa han planteado, mediante la entidad que los representa, que están transitando un período de plena recuperación y deberán llegar a una cifra récord.
Más allá de ciclo antes referido y sus expectativas, los problemas que se afrontan respecto a la cotización y sus oscilaciones por tonelada de trigo se refleja a lo largo del año en las diferencias de precios, siempre que no se esté enfrentando una profunda y extensa sequía que persista por no menos de un trimestre.
Dado que el principal mercado del trigo argentino está en Brasil y otros países sudamericanos, dichas exportaciones son esenciales para los productores y también para el país. El saldo exportable viene creciendo desde hace un quinquenio, pues su área sembrada pasó de 4,1 millones a 6,6 millones de hectáreas sólo en dicho período. Ello se verificó a la par de que la producción pasó en el quinquenio de 11,6 millones a 18,5 millones de hectáreas (+61%).
El escenario en otros continentes
En la Unión Europea la siembra de trigo se verifica desde comienzos del mes de junio, al igual que en Rusia y Ucrania, muy importantes productores. El subsecretario de Agricultura Ganadería y Pesca argentino explicó que se han logrado acceder a varios nuevos mercados y se recuperaron otros.
Argentina, por tanto, durante bastante tiempo dio especial prioridad a la colocación de identificada como “cosecha gruesa” (maíz y soja), pero en los últimos años reaparecieron los embarques de trigo (cosecha fina) como tercer producto protagónico.
Entre los nuevos adquirentes debe citarse a México, que ha preferido no depender en tal sentido exclusivamente de Estados Unidos y concretó últimamente importantes compras de trigo pese a la mayor incidencia de los fletes. Otro caso muy significativo es el que ha dado lugar al protocolo suscripto con la República Popular China luego del “visto bueno” que le otorgaron sus inspectores especializados. Las condiciones referidas se lograron luego de confirmarse en Pekín que hay plena conformidad en convertirse en adquirentes anuales de entre cinco millones y seis millones de toneladas, reconociendo la muy elevada calidad del trigo argentino.
Si esta relación se torna habitual resultará obvio que constituirá un factor decisivo para la economía argentina en el futuro próximo, pues se trata del país con mayor población del planeta y se han consolidado vínculos con la economía argentina. Ello es esencial en la gestión del equipo que asumió el 10 de diciembre pasado.
No se debe olvidar que en China la cosecha de trigo es elevada ya que Pekín no desea comprarlo en Estados Unidos por razones estratégicas. Cabe agregar que la cosecha de trigo 2020/21 ya ha sido colocada y los mayores productores argentinos se han instalado el puerto considerado unánimemente como “la puerta más preciada del océano Pacífico Oriental”.