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La lucha por la letra eñe

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Se trata del signo con mayor litigio en el escenario del mundo globalizado.

No existe en el orden latino internacional, es la única letra del alfabeto castellano originada en la península ibérica. Las primeras letras eñe de la historia se encuentran en un texto fechado en 1176 pero no formó parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE) hasta 1803.

Más de 15.700 palabras en nuestro idioma la contienen y más de 350 comienzan con esa consonante con sonido nasal palatal, lo que significa que el aire sale por nariz al pronunciarla y el dorso de la lengua se apoya contra el paladar.

La razón de su existencia fue una cuestión de ahorro medieval. Según Alberto López en un artículo (La letra ‘ñ’, la identidad del español en el mundo, de fecha 23 de abril de 2021) aparecido en la sección cultura del diario El País, «al parecer los monjes se vieron obligados a abreviar algunas letras duplicadas para encajar el mayor número de palabras en cada línea». De tal forma, la secuencia «nn» se escribía con una «n» muy pequeña denominada actualmente virgulilla encima de una «n» de tamaño normal: había nacido la «ñ». Es decir que lo que conocemos como la letra ñ es en realidad el resultado de la abreviatura de dos enes consecutivas.

Pero su consagración como letra representativa de la lengua castellana no es tan antigua y ha venido de la mano de un conflicto normativo comunitario, ocurrido en la década de 1990, cuando la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) quiso eliminar la ñ de los teclados de computadoras, para uniformarlos. De hecho, internet ya marginaba a esta letra, junto a las tildes y diéresis, de los teclados de la época.

A tal intención le salió al cruce una pluralidad de enfáticos defensores, dentro y fuera de España. El premio Nobel Gabriel García Márquez expresó: “Es escandaloso que la Comunidad Europea se haya atrevido a proponer a España la eliminación de la ñ solo por razones de comodidad comercial. Los autores de semejante abuso y de tamaña arrogancia deberían saber que la ñ no es una antigualla arqueológica sino todo lo contrario: un salto cultural de una lengua romance que dejó atrás las otras al expresar con una sola letra un sonido que en otras lenguas sigue expresándose con dos”.

Luego de ello, el gobierno español aprobó un real decreto el 23 de abril de 1993 que mantenía la obligación de la ñ en los teclados, acogiéndose al Tratado de Maastricht, que admitía excepciones de carácter cultural que ya existieran antes de la creación de la Unión Europea (UE).

Finalmente, la solución definitiva del conflicto llegó en 1993 con un real decreto de artículo único que, basándose en el artículo 107 del Tratado de Funcionamiento de la UE (que contempla imponer excepciones a las normas por “excepción cultural”), consiguió blindar la ñ de este “atentado”.

En virtud de ello, el real decreto 564/1993, del 16 de abril de 1993, mandaba: “Todos los aparatos de funcionamiento mecánico, eléctrico o electrónico que se utilicen para la escritura, grabación, impresión, retransmisión de información y transmisión de datos, que se vendan en España, deberán incorporar la letra Ñ y los signos de apertura de interrogación y de exclamación”.

A partir del 8 de septiembre de 2008, un año después que en España, en Argentina las diéresis y acentos propios del español, así como la característica letra ñ, pasaron a formar parte de los dominios argentinos de Internet. Además, a partir de la entrada en vigor de una disposición adoptada por el Ejecutivo en abril pasado, se producirá el cambio de gov.ar a gob.ar de los sitios correspondientes al Gobierno, inspirados inicialmente por la palabra inglesa government. También se incluyeron los nombres registrados con ce cedilla y caracteres del portugués.

El organismo responsable de gestionar los sitios de Internet con el distintivo de pertenencia a Argentina, que pertenece a la Cancillería, explicó que algunos de los objetivos del proyecto eran «el cuidado y desarrollo del idioma español, el fortalecimiento de la identidad iberoamericana y la consolidación de la cultura en el Mercosur».

Es por ello que en siglo XXI la letra ñ se convirtió en el símbolo más utilizado para representar la identidad del idioma castellano. El editor estadounidense Bill Teck, autor del Diccionario Oficial de Spanglish, denominó la cultura hispana y su influencia en Estados Unidos como “la generación Ñ” y hasta publicó una revista con ese nombre.

También, con el paso del tiempo, se ha “internacionalizado”. Tanto el gallego como el asturiano y el euskera, la utilizan. En Hispanoamérica hay muchas lenguas indígenas que la han adoptado, tales como el mixteco, el zapoteco, el otomí, el quechua, el aymara, el mapuche y el guaraní. Otras culturas que también tuvieron contacto con el castellano cuentan con la ñ, como el papamiento de Curazao, el tagalo y el chabacano de Filipinas, el bubi de Guinea Ecuatorial o el chamorro de Guam; pero también el tártaro de Crimea, el malayo y el nauruano la utilizan, entre otros.

Hasta mediados del siglo XX, la adaptación de la ñ como nn era lo más común en inglés. Sin embargo, ahora empieza a verse en algunos términos tomados del castellano, como jalapeño, piña colada y El Niño, aunque, en otras palabras, como la española cañón, se adaptaron utilizando «ny», es por eso que el Gran Cañón del Colorado se escribe como «Grand Canyon». Quizás ésa sea una de las últimas fronteras por conquistar para esta letra tan nuestra, con tanta historia y que provocó una de las rebeldías lingüísticas contra las normas más intensas y exitosas en la historia universal de la lengua.

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