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La increíble vida amorosa de Justiniano y Teodora

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Como su marido, se elevó desde muy abajo hasta gobernar un imperio

Por Luis R. Carranza Torres

E l era el hijo de un pastor, metido a soldado. Ella, de un cuidador de osos del hipódromo de Constantinopla y una actriz. Ella fue, sucesivamente, actriz, bailarina, mímica, comediante, prostituta e hiladora de lana. Él tenía 39 y ella 21, cuando se conocieron. Estarían juntos por el siguiente cuarto de siglo, gobernando a la par el imperio más poderoso de la época y cambiando la historia del mundo y del derecho.
Quien hoy es conocido por nosotros como Justiniano I, nació como Petrus Sabbatius enTauresium, pequeña villa de montaña de la Dardania, en la actual Macedonia, alrededor del año 482 d.C. No tenía mayor destino que ser granjero.
En cambio de eso, lo adoptó su tío Justino, un soldado que había ascendido desde abajo hasta convertirse en el comandante de los excubitores, la guardia del emperador romano de oriente. Similar, en poder y funciones, a los pretorianos en Roma.
Luego de la adopción, Petrus cambió su nombre por Justiniano, siendo educado y frecuentando la corte del emperador Anastasio I.

Justiniano sirvió durante algún tiempo con los excubitores. De baja estatura, de pelo rizado, cara redondeada y poco atractivo, ascendió lo suficiente en los rangos castrenses para poder, cuando el emperador falleció sin dejar heredero, coronar como tal a su tío y padre adoptivo,Justino.
Teodora nació en el año 500. Sus padres tuvieron dos hijas más, llamadas Komito y Anastasia. A los 5 años perdió a su padre, tras lo cual su madre las hizo ingresar en el hipódromo como suplicantes en la facción Azul.
En Constantinopla, el Hipódromo era el equivalente del Circo Máximo o el coliseo en la antigua Roma, siendo el centro deportivo y social de la capital del imperio bizantino, que en el siglo V llegó a ser la ciudad más grande del mundo.
El plato fuerte no eran los gladiadores, prohibidos desde el ascenso del cristianismo como religión preponderante, sino las carreras de carros.
Cuenta Procopio en su Historia secreta que Teodora, «tan pronto como llegó a la adolescencia y estuvo ya desarrollada en las formas del cuerpo», dueña de una gran belleza, salió a escena para animar los entretiempos de las carreras, logrando gran suceso con su representación de Leda y el Cisne, donde se desnudaba más allá de lo que la ley permitía. Tal era su fama que, a la par de actuar en el Hipódromo, lo llevaba a cabo también en sesiones privadas, obteniendo grandes sumas por ello.

Respecto a que en tal época hubiera sido, en paralelo, prostituta, Lynda Garland en su libro Byzantine empresses: women and power in Byzantium expresa que existen pocas razones para creer que trabajó en un burdel «dirigido por un proxeneta», si bien conforme a la época, el oficio de actriz incluía «indecentes exhibiciones en el escenario», así como otorgar ciertos servicios sexuales fuera de él.
Siendo una artista consagrada, con 17 años deja todo para ir al norte de África, como conviviente del gobernador de Cirenaica, Hecebolo.
Cuatro años después, abandonada y maltratada, decidió regresar a Constantinopla. En un alto en el camino en Egipto, conoció al patriarca Timoteo III de Alejandría, convirtiéndose al monofisismo. Una rama del cristianismo oriental que entendía que Jesús era completamente divino, y no divino y humano como mantienen tanto la iglesia ortodoxa como la católica.
Vuelta a la capital del imperio, y apartada de sus viejos oficios, se estableció como hilandera en una casa cerca del palacio.
Es por ese tiempo que, de casualidad, conoció a Justiniano, sobrino y heredero del emperador Justino I, e iniciaron una relación amorosa que se prolongaría durante el resto de su vida.
Se diría, con ellos, que la historia imita a las telenovelas. El flechazo entre ambos fue instantáneo. Él, heredero al trono, aun a sabiendas que el pasado de Teodora podía traerle gran desprestigio, se empecinó en mantenerla a su lado y casarse con ella.

El mayor impedimento para ello no era social, sino legal. Regía por entonces, una Ley Romana de la época de Constantino I que prohibía el matrimonio de actrices con oficiales gubernamentales.
Consultó entonces Justiniano a uno de los juristas más brillantes de ese tiempo, Triboniano, sobre cómo desobedecer la norma. Haciendo gala de la practicidad intrínseca del derecho romano, el jurista le explicó que, si bien había una ley les vedaba casarse, no había ninguna otra norma que impidiese derogarla.
No fue algo fácil. Casi todos se hallaban en contra de la unión. Hasta Eufemia, esposa de Justino I, quien tenía a Justiniano como un hijo y nunca antes le había negado nada. Sin embargo, Teodora tenía el favor del emperador y cuando la emperatriz murió en el año 525, derogó la norma y ambos pudieron contraer enlace.

Elevada al rango de patricia, dos años después, al morir el emperador, Justiniano lo sucedió en el cargo, celebrándose la ceremonia de coronación el 4 de abril del 527, día de pascua. Además de convertirse en el nuevo emperador, coronó a Teodora como emperatriz.
Gobernarían juntos y a la par. Eso le permitiría a Teodora incluir, dentro de una de las recopilaciones jurídicas más extensas y prolíficas de todos los tiempos, normas que consagraran no pocos derechos para las mujeres.

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