ESCUCHARLas múltiples variantes introducidas por la flamante conducción económica son las características para generar profundos cambios en la distribución del ingreso y la presión fiscal, con el objeto de acentuar la regresividad global del sistema.
Las diversas posiciones que se vienen adoptando en el ámbito oficial respecto de la orientación económica pone en evidencia una notoria falta de homogeneidad, no sólo en lo conceptual sino -muy especialmente- en la forma y tiempo para implementar diversos aspectos. Aun así, es obvio que todos otorgan máxima prioridad a la eliminación de normas preestablecidas que consideraban indispensables en el esquema gubernamental que rigió hasta el 9 de diciembre próximo pasado.
En oportunidad de discutirse los aspectos esenciales que deben servir de marco a los temas tributarios, es muy frecuente que se mencione, dándole un sentido negativo, a lo que se presenta como una “pesada herencia”, derivada de una “muy elevada presión fiscal”. La modalidad sobre el particular viene siendo que en ese campo, tales temas queden a cargo de quienes representan a ciertos sectores de intereses que defienden bajo un manto de supuesta imparcialidad. Por lo tanto, más que ser fieles a la verdad y al bien público, procuran sumar argumentos e introducir variantes para cumplir objetivos sólo del sector más poderoso de la pirámide distributiva, sin aportar al efecto información sobre lo que sucede en la mayoría de los 207 países que integran el planeta.
Debe advertirse que la idea lanzada como verdad indiscutible sobre la reiterada objeción de que en nuestro país rige una presión tributaria muy alta pierde consistencia al consultar sobre ese aspecto en fuentes de información estadística insospechables, elaborada en organismos internacionales. (vgr. Anuario del Banco Mundial). Aun así, previamente debe advertirse que a ese efecto se suele utilizar una expresión inadecuada que se vuelve inadmisible en los planteos de los autotitulados “especialistas”. Las posibles causas de tales actitudes podrían fundarse, en el mejor de los casos, en un alto grado de ignorancia técnica; aunque descartada esa circunstancia, sólo resta la intencionalidad de beneficiar a algún sector para acentuar sus privilegios.
La expresión estadística que mide al sector público
El concepto correcto de “presión fiscal” surge de una relación que se puede encontrar sin dificultad en cualquier buen manual de Finanzas Públicas resumido en una fórmula muy simple.
Ésta consiste en una relación entre el total de tributos recaudados efectivamente en un período anual menos el de subsidios otorgados para constituir el numerador, respecto al Producto Interno Bruto (PIB) del mismo año, ubicado en el denominador. Se ha convenido en suprimir en este último de restarle el PIB mínimo indispensable para generarlo, por ser un concepto abstracto, diferente para cada país y sobre el cual no hay nunca posibilidad de tener algún grado de certeza.
El grado de presión y de honesta consideración para aceptar el cálculo de tales rubros es indispensable.
De no ser así, se desnaturaliza el concepto básico y le quita todo valor referencial respecto de cualquier otra economía donde los técnicos trabajen correctamente en esa materia. Según la fuente antes citada, en Noruega llega un sorprendente 51,2% y, tanto el nivel de vida que gozan sus habitantes como su alto grado de productividad son, en ambos casos, los máximos del planeta.
Puede argüirse que dicho país escandinavo tiene una población reducida, pero todos sus vecinos se acercan mucho a esa marca (Suecia, Finlandia, Dinamarca y hasta Alemania). Por otra parte, si bien es cierto que no lo es por superficie y población, constituye un verdadero modelo de conducción pues, beneficiado por la explotación de petróleo, que extrae en sociedad con el Reino Unido del fondo de Mar del Norte, en previsión para cuando el yacimiento se agote ha constituido un Fondo de Reserva que ya acumula US$850 mil millones. En esta materia, un caso único que merece ser reconocido como un encomiable ejemplo.
Los datos de la realidad mundial actual
Si se evalúan en tal sentido los países de ingresos bajos y medios bajos, dicho índice se reduce a 20%; en Medio Oriente y Norte de Africa trepa a 32,2% y en el área del euro (28 países) crece hasta 38,1%. Dentro de tal colectivo hay diferencias significativas. Para el año 2008, en Alemania fue considerablemente inferior (28,5%) mientras que en el Reino Unido, sindicado como un caso muy especial, supera ligeramente 38,4%, pero en Dinamarca alcanzó 40,6%; en Hungría, 40,7% y en Bélgica, 41,2%. En cambio, son sorprendentes las marcas a que llegó en países muy atrasados como Lesoto (65,3%); Argelia (48,5%); Kuwait (46,8%) y Qatar (45,6%).
Estados Unidos aparece con un sorprendente 17,3% pero ello queda aclarado cuando se verifica que corresponde sólo a la jurisdicción nacional y que por los 50 Estados locales deberían haberse sumado otros 16,4%; a la par que las finanzas que manejan las ciudades y condados implican acumular un 7,8% adicional. De China e India no se dispone de información completa y lo disponible no permite hacer ningún tipo de consideración y/o cotejo de datos ciertos y razonablemente completos.
El Banco Mundial frente a estos últimos países ha optado por abstenerse de proporcionar detalles en esa materia, pero recuerda que en China se han creado lo que serán hasta el año 2030 el lugar de residencia de alrededor de 300 millones de ex labradores muy rudimentarios, los cuales, tras ser sometidos a un severo proceso de reeducación, serán afectados a tareas industriales urbanas. Y este insólito proceso requiere una crecida disposición de fondos para encararlo con éxito. En cuanto a ese obligado éxodo, los 50 millones de productores que se mantendrá como tales, serán respaldados por una tan profusa cuan ultramoderna mecanización. Otro programa simultáneo buscará una recuperación de tierras extenuadas que cubren 24,5% de su superficie total (8.598 miles de km2).
El escenario de India es muy diverso pues su población – actualmente de 1.200 millones de habitantes, pero en continuo crecimiento- apunta a superar en un quinquenio a su gran vecino aunque posee una muy inferior superficie (3.287 miles de km2). En un reducido triángulo cercano a Nueva Delhi concentra un pujante polo industrial de vanguardia donde viven 350 millones y atiende una firme demanda mundial.
Pese a la mencionada falta de información fidedigna avalada por estadísticas ratificatorias, entre los dos concentran 35,4% de la población mundial y se puede advertir que el mayor grado de desarrollo viene acompañado por una superior presencia de la gestión del Estado; situación que también presentan los países dirigidos por políticos de ideario neoliberal.
El escenario argentino y los respectivos datos estadísticos
Al encarar la evaluación de su presión fiscal debe advertirse que los datos disponibles (todos bastante anteriores al 10 de diciembre ppdo.) anunciaban que a fin de octubre de 2010 se había llegado a una población total de 40 millones de habitantes sobre la superficie de 2.780 miles de km2 (octavo en el mundo) y que cinco años después, en un proceso de notoria desaceleración de la misma, pasó a ser de 42.400 millones.
En cuanto al nivel de la presión tributaria, sobre ella ha recaído muy frecuentemente una acerba crítica por lo que consideran una excesiva participación del sector público sin estar respaldados por una adecuada y veraz información sobre dicho aspecto.
El año que registró el nivel relativo máximo (2011), se llegó a través de la suma de las tres jurisdicciones a 32,2%, por debajo de Brasil que ascendió a 36,7%, es decir, 11,4% más. Esta situación viene variando sensiblemente desde el 10 de diciembre en adelante con vistas a hacerlo retroceder no menos de cinco puntos porcentuales; alineándonos con la marca media de América latina y el Caribe (25%).
La eliminación y/o disminución de las retenciones sobre las exportaciones hasta ahora significan una merma de ingresos por alrededor de $50 mil millones u otro tanto la actualización del mínimo no imponible en el Impuesto a las Ganancias (Cuarta Categoría). A ello debe agregarse el doloroso “ahorro” por despidos de personal que, en la jurisdicción nacional implica, hasta ahora, en egresos monetarios suprimidos unos $3,6 mil millones; rubro éste último que en los meses próximos se incrementará sensiblemente.
De la misma forma, se vienen suprimiendo gastos en materia de subsidios conceptos que perjudican en mucho mayor medida a los asalariados y trabajadores autónomos ubicados en los tramos más bajos de la pirámide distributiva (40%); a los que se suman los obligados reintegros a tres provincias con fallo favorable de la Suprema Corte, que, en algún momento, habrán de generalizarse a los otros 20 fiscos locales acreedores.
El actual ministro de Hacienda y Finanzas reveló que el ejercicio 2015 cerró con un desequilibrio de 5,8% y que, con las precitadas medidas, se lo ha reducido a 4,8% pero que aspiran a recortarlo bastante más, para eliminar totalmente el actual déficit.
Esta meta no será nada fácil de alcanzar pues, a partir del preaviso sobre fuerte caída de la recaudación tributaria en febrero ppdo., se ha nublado considerablemente el horizonte de la conducción económica. Según los mensajes, aunque sin información oficial al respecto, han hecho trascender que el propósito final es que la economía argentina tenga muy poca intervención pública y que la primacía la tengan los privados.
Por lo pronto, se han modificado las modalidades habituales conocidas para incluir la deuda flotante en el cálculo global del pasivo federal, lo cual técnicamente no se admite cuando se procura determinar el pasivo bajo el sistema “base caja”.
No obstante, advierten que tal objetivo requerirá los cuatro años de su mandato. Un intento semejante ocurrió en la última década del siglo XX y terminó en un desastre total (1999-2003).
Esperemos que ello no se reitere y que el pueblo argentino sepa expresar su voluntad y el sentido que deben tener los presuntos cambios.
