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La evolución creciente y el posterior estancamiento en la distribución del ingreso

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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Por Salvador Treber

A comienzos del actual siglo XXI, como consecuencia de la profunda crisis que estalló a fines de 1998 y se extendió hasta 2002 inclusive, la distancia que mediaba entre el 10% de titulares de ingreso que están ubicados en la cima de la pirámide distributiva e igual proporción de la base inferior se amplió nada menos que 32 veces. No obstante, entre 2003 y 2011, se verificó una rápida recuperación que redujo esa brecha a 20 veces, debido a la continuidad de un proceso de acelerado crecimiento que sólo acusó un impasse en 2009, mientras que en el período de cuatro años más reciente (2012/15) virtualmente no hubo cambios.
Quienes no poseen conocimientos específicos de economía confunden habitualmente el mencionado estancamiento en materia distributiva con una carencia absoluta de crecimiento pero ello no es correcto y, obviamente, no se adecua a la realidad. Es cierto que el ritmo de expansión anual se redujo mucho, aunque sólo en 2012 fue nulo pues en el trienio subsiguiente el crecimiento acumulado fue de 8,1%. Ello en muy alta medida se debió a una caída generalizada de la actividad en el mundo y para nuestro caso, muy especialmente, por la influencia de Brasil, que en 2015 afrontó una baja de -3,8% y se supone que en el presente estará nuevamente muy cerca de ese índice (-3,5%).

Dado que en la actualidad hay una importante destrucción de puestos de trabajo, que no se reconoce en los ámbitos oficiales, la expectativa del corriente año es de las que acompañan a tiempos en que se genera pobreza. Según los diversos analistas, para fin del año se esperan marcas que oscilan entre +1,4% (la más optimista) y –2,3%, en el otro extremo, con un amplio mayor número de índices negativos. Los funcionarios del Gobierno nacional prefieren anunciar una fuerte recuperación para “el segundo semestre” pero no existen elementos serios que avalen lo que parece ser más un deseo que una probable realidad.

El esquema distributivo actual
Si se adopta un esquema de análisis seccionado por deciles, se advierte que al sumatorio de los cuatro primeros de ellos les correspondió 16,2% del PBI mientras que el décimo de la cúspide aparece con 27%, dejando muy claro el grado de concentración vigente. En los deciles intermedios (los usualmente identificados como sectores medios) la franja conocida como clase media baja se encuentra en los deciles quinto, al que se adjudica un 7,8% y sexto, con 9,3%.
La reconocida socialmente como “clase media propiamente dicha” se ubica en los deciles 7 y 8, con 10% y 12,8%, respectivamente. En cuanto a la “media-alta” aparece en el decil 9 con 16%, proporción ésta muy semejante a la suma de los cuatro deciles inferiores. Un dato importante es el relativo a la cantidad de horas trabajadas por semana ya que solamente los comprendidos en los deciles 7 a 10 lo hacen en jornadas completas de 44 horas. Por contraste, los ubicados en el primer decil lo hacen apenas 22 horas; en el segundo, 31; en el tercero, 36 y en el cuarto, 40 horas.
Debe advertirse que se ha evaluado sólo la distribución de los ingresos y no se ha hecho lo propio en término de riqueza que implicaría la medida que los activos materiales, financieros e inmateriales que han sido apropiados por los titulares de cada decil. Sobre este último aspecto, funcionarios e investigadores de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), luego de haber realizado un trabajo específico de investigación sobre el tema en Colombia, Chile y Uruguay, han llegado a la conclusión de que la situación es mas benigna si se considera la distribución de ingresos que la acumulación patrimonial integral.

Las revelaciones del coeficiente de Gini
Una adecuada valuación estadística no puede prescindir instrumentalmente del denominado Coeficiente de Gini, el que se concreta sobre un segmento que se extiende entre cero, que define un esquema distributivo e igualitario, y uno, que simboliza lo contrario, es decir, una muy alta concentración en la cúspide en detrimento del resto del colectivo sometido a análisis. Es oportuno subrayar que estas dos posiciones extremas no son viables en la realidad, por lo que se considera en las evaluaciones el grado de proximidad que en cada caso específico. En cuanto a su uso, las autoridades de los países tienen muchas reservas pese a su indiscutible idoneidad pues revela un aspecto que prefieren no se divulgue.
En función de ello, son muchos los que se empeñan en no actualizarlo. Prueba de que tal circunstancia es bastante generalizada es el hecho de que en el Anuario Estadístico 2010 del Banco Mundial se han debido resignar a que Australia figure con el índice de 1994; la República Checa, de 1996; Francia, de 1995; Japón, de 1993; Nueva Zelanda, Dinamarca, y Portugal, de 1997; Reino Unido, de 1999, y, finalmente, Estados Unidos y Noruega, de 2000. Todos los precitados exhiben una información integral y actualizada menos en cuanto a este coeficiente, que pone al descubierto la falta de justicia distributiva.

Se constata de la misma manera que Argentina, según esa misma fuente, en el año 2009 registraba un coeficiente de Gini de 0,488 pero debe recordarse que en el año 2002, en plena crisis, llegó a trepar a 0,530; pese a lo cual en el tercer trimestre de 2014 había mejorado notablemente (0,430) tomando en consideración, en esa circunstancia, el nivel de ingreso per cápita de que por entonces disponían los grupos familiares. Queda, además, muy evidente que en nuestro caso se lo había actualizado debidamente.
El mejor registro a nivel mundial lo exhibe Dinamarca con 0,247, seguido por Japón (0,249), Noruega (0,258) y Suecia (0,260); mientras en que los peores puestos correspondieron a Botswana (0,61) y Namibia (0,743). El caso de Japón es único y singular ya que es la única gran potencia que se caracteriza por el grado de equidad interno, aunque su información tiene mucho atraso, pues los demás son casi todos países pequeños en superficie y población. Si se toma en su conjunto la Zona del Euro (18 países) el promedio está ligeramente por encima de 0,30
Estados Unidos aparece con 0,408 y China, muy próxima, con 0,415; ambas ampliamente superadas por Alemania (0,283). En América Latina, los respectivos registros son bastante más desfavorables y el promedio se sitúa en 0,480. De sus principales integrantes cabe citar que la mayor economía, Brasil, registra 0,550; la segunda México (0,536) y posteriormente Colombia con un muy inquietante 0,580. La posibilidad efectiva de progreso depende de que prime un clima social tranquilo y una acción directa en el área educativa que apunte a impulsar nuevas perspectivas.

Evaluación de la información disponible
La mayoría de los especialistas que han analizado la problemática recuerda que en el año 1974 Argentina llegó a la mejor performance de su historial, con 0,36; pero en la actualidad gravitan negativamente los no corregidos desequilibrios del sistema productivo y la fuerte dependencia de insumos importados que aún no han sido sustituidos. Por lo tanto, sigue siendo la máxima prioridad actual alcanzar un proceso productivo integrado, dejando constancia que ello será imposible si no se logra regularizar a una considerable proporción (un tercio) de trabajadores informales (identificados habitualmente como “en negro”) en personal legalizado (“en blanco”).
Aquella modalidad se presenta en el mercado laboral en forma clandestina, su remuneración es notoriamente inferior y, obviamente, no se ajusta a las normas legales que correspondería cumplimentar. Si se suma el numero total de informales y los que se auto designan como “autónomos” (por lo general disfrazados de tal pues realmente lo son en relación de dependencia) llegan a constituir 46% del total de trabajadores, según lo advierte la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Además, este organismo estimó que en los próximos dos años no se esperan progresos en esta situación, la cual -combinada con la persistente ola inflacionaria- coadyuvan a retardar los eventuales efectos positivos.

La Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), por su parte, ha considerado que la “canasta básica” correspondiente a los niveles más pobres en 2014 había sufrido una fuerte suba (+41,3%) y -más recientemente. en el lapso que media entre enero de 2015 y marzo de 2016, hizo lo propio en otro inquietante 52,7%. Las más valiosas observaciones tienden a llamar la atención sobre el hecho de que los factores negativos no son sólo coyunturales sino, muy en especial, estructurales. En tales condiciones, sin remover o atenuar estos aspectos, no habrá soluciones ni avances de real importancia.
Respecto al rol que corresponde desempeñar al Estado, hay algunos planes como el denominado “Progresar”, que está bien concebido pero es totalmente insuficiente. En nuestro país es indispensable tener siempre muy presente que, tal como lo han corroborado técnicos de la UCA, uno de cada cuatro habitantes permanece sin poder liberarse de un estado de continua pobreza. Por lo tanto, para mejorar esa situación es prioritario que se implementen programas especiales que convoquen y atraigan tanto a los menos ilustrados como a aquellos que disponen de habilidades para elevar su estándar de vida.
La decisión de aportar positivamente para optimizar en forma integral la gestión requiere indispensablemente disponer de datos estadísticos que traduzcan la verdad y técnicos avezados que sepan no sólo interpretarla sino corregir probables quitas u omisiones que los sectores privados introduzcan, en especial por causas tributarias. Sólo después de encarar con éxito esa tarea preparatoria es viable profundizar el análisis pues, de otra manera, los resultados no serán realmente útiles.

Es altamente probable que como consecuencia de la serie de medidas adoptadas por el Gobierno, que concurren a acentuar la concentración de la riqueza en el 10º decil de la pirámide distributiva, el correlativo coeficiente de Gini debe haberse desmejorado sensiblemente y no sería difícil que se adopte la misma modalidad morosa verificada en una serie de países, mencionados precedentemente, para informarlo y actualizarlo.
El tema es de los más sensibles por los sectores sociales afectados en circunstancias similares a las que en este momento vive el país, y tiene como característica principal que genera un rápido deterioro de éstos y se hace mucho más difícil la ulterior recuperación.

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