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La dramática situación de muchos niños y adolescentes en la sociedad argentina

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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Un reciente informe -elaborado por los técnicos del Barómetro de la Deuda Social dependiente de la Universidad Católica Argentina (UCA)- revela una muy lamentable situación de pobreza que afecta a nada menos que a 8,2 millones, con un índice máximo en el área del conurbano bonaerense

Por Salvador Treber

Un reciente informe -elaborado por los técnicos del Barómetro de la Deuda Social dependiente de la Universidad Católica Argentina (UCA)- revela una muy lamentable situación de pobreza que afecta a nada menos que a 8,2 millones, con un índice máximo en el área del conurbano bonaerense
Para tener una idea de la gravedad que asume el problema de la pobreza en nuestro país es oportuno subrayar que en el área del conurbano bonaerense, la pobreza abarca a 75,3% de los menores hasta 17 años de edad inclusive, pese a que en 2017 los respectivos hogares incluidos obtuvieron una leve mejora en sus ingresos. Debe advertirse que -en vez de mejorar en el año precitado- se incrementaron en 260 mil respecto al precedente 2016, en que los pobres alcanzaban a 60,4% del total.
La evaluación del Indec, en líneas generales, es menos dramática pues la pobreza infanto-juvenil, de cero a 17 años, alcanzaría a 47,5% pero en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) se reduciría a 33%, correspondiendo a la provincia de Santiago del Estero, con 81,7%, el índice más elevado del país. En el estudio mencionado en segundo término se desagregan el grado de disposición o carencia habitacional, seguido por las condiciones nutricionales que disponen -atención de enfermedades, frecuencia y gravedad de accidentes, acceso a vestimenta, calzado adecuados y la vital asistencia médica integral-.

También se ha estimado la condición de cada familia en función del número de carencias importantes que sufren los grupos familiares incluidos, sean totales o parciales en los aspectos antes enumerados. Tal metodología ha permitido determinar que aquellos que sufren sólo una de tales privación, por lo general vivienda, constituyen 28,7% del colectivo; mientras los que tienen dos abarcan 18,4%, al par que los tienen carencias en tres áreas implican 12,9%; por último, los que tienen la peor situación, pues suman cuatro o más necesidades insatisfechas, ascienden a 60% del colectivo general.
Una realidad vigente en todos los países se refiere a los hijos que, en promedio, tienen las familias según su nivel de vida. En los de menor desarrollo y bajo nivel de ingresos, sin excepción, son notoriamente más numerosos pero, a medida que escalan en el escenario acentúa la baja en su cantidad. Ello explica que en varios países de Europa la cantidad de nacimientos sea inferior a la de los fallecimientos, por lo cual su población se está reduciendo año a año. El caso más agudo corresponde a Japón; mientras que -en sentido inverso- estiman que África más que duplicará hasta mediados de este siglo la que tenia al comienzo de éste.

El escenario mundial y las particularidades del caso argentino
Dicha problemática es mundial y parece que señorea una cierta resignación en cuanto a la progresiva reducción de la población. Se ha calculado que si China no hubiera corregido el régimen estatuido del “hijo único”, a fines del presente siglo su población hubiese disminuido en forma tal que quedaría debajo de mil millones. Pero debe insistirse en que ello ya afecta a Francia, el Reino Unido, Alemania, Hungría y Rusia, sin que sus respectivos gobiernos se hayan preocupado por la búsqueda de soluciones. Estados Unidos presenta un proceso más lento, que recién se tornaría de signo negativo en la primera década del siglo XXII.
Por otra parte, la introducción masiva de la automatización y la robotización desplazará mano de obra durante este siglo, que podría descender a no menos de un tercio de la ocupada actualmente. En atención a las posibilidades personales reales, deberán acceder a cierta formación útil en procura de elevar su capacidad de gestión o productividad y así captar niveles de aprendizaje superiores en relación a técnicas o especialidades diversas que puedan impulsar incrementos en la demanda; permitiendo así convertirlas en medio habitual de sustento para atender integralmente las necesidades básicas de los diversos grupos familiares.

Obviamente, en los países que poseen un elevado nivel de desarrollo, los requerimientos de formación cultural y técnica son muy diversos a los que registran rezagos relativos. Preocupan muy especialmente los indispensables cambios que aún no se han realizado en numeroso conjunto de economías de menor grado de avance, para impulsar el progreso. Hasta el momento no se advierte una acción concertada y dinámica de alcance global; razón por la cual los especialistas, con cierto tono de alarma, advierten que se está perdiendo “tiempo precioso”.
El primer estudio mencionado identifica las seis principales privaciones actuales consideradas en forma especial para la elaboración del respectivo índice, las cuales están encabezadas por el rubro “vivienda”, que en nuestro país afecta en todo el territorio a 30,2% de la respectiva población. Si se pretendiera resolverlo en una década, ello requeriría encarar un plan de construcción que provea no menos de 300 mil unidades por cada año, lo cual nunca antes se ha logrado. Además, es indispensable que no absorba recursos que deben afectarse a otros destinos posibles e igualmente no deben postergarse. Es lamentable y preocupante que hasta el momento no existe ningún trabajo técnico-económico al respecto.

Según la respectiva encuesta, en el año 2017 se verificó un mayor grado de deterioro en la provisión de vivienda adecuada para que sea habitada por familias con niños y jóvenes; tendencia ésta que comenzó a insinuarse dos años antes pero que se ha venido acentuando tanto en cuanto a calidad pero muy especialmente en cantidad ya que 30% de ellos reside en unidades precarias, de construcción muy poco sólida y pobremente equipada. Las falencias más graves se localizan en las muy incompletas instalaciones de sus baños, pues no cuentan con agua de red e inodoros comunicados con ella. Debe advertirse, además, que en el área del Gran Buenos Aires estos problemas se reiteran en 40% de dichas viviendas.
En segundo término de prioridades figura “Saneamiento”, que implica la ejecución de obras y prestación de servicios destinados a mejorar el medio ambiente y hacer menos riesgosa la habitabilidad. Se estima que 24,7% de las familias con hijos menores sufren tales carencias y en el Gran Buenos Aires virtualmente ello se duplica. Como ejemplos, pueden citarse a varios “manchones” densamente poblados de construcciones harto precarias insertas en zonas urbanas (habitualmente denominadas “villas miserias”) que no cuentan con ninguno de los servicios esenciales y -por ello- tampoco pueden conservar un cierto grado indispensable de higiene. Cabe agregar que la población de estos asentamientos crece a fuerte ritmo, pero están lejos de incrementar o incorporar tales servicios; pese a que son las donde la proporción de niños y jóvenes es mucho más elevada.

Las restantes privaciones y el futuro
En tercer término se reconoce la falta de una adecuada y eficaz prestación en materia de “salud”. Según las estimaciones conocidas, el déficit en ese aspecto llega a 23,3% de las familias pese a que en el conurbano -durante el mismo bienio 2016/17- se mejoraron sustancialmente los servicios que, por otra parte, son gratuitos. Sin embargo, en el caso de los niños se advierte que muchos padres no siempre acuden a los hospitales cuando correspondería y, que cuando lo hacen, se muestran extremadamente recelosos; posiblemente tal actitud está directamente influida por su bajo nivel cultural.
En el inmediato cuarto lugar, se incluye la escasa “información” sobre aspectos esenciales para implementar una crianza adecuada por los padres y las urgencias en conocer cuando podrán dar por terminada la concurrencia al colegio para que comiencen a coadyuvar con ellos en la tarea de cubrir algo mejor las necesidades del grupo familiar. Esta manera de encarar la paternidad corresponde a hogares muy humildes pero que en nuestro país incluyen a 45% del total de niños y jóvenes hasta 17 años inclusive, cuya prematura interrupción del ciclo secundario virtualmente los condena a mantenerse en similares condiciones a las que viven sus padres.

Específicamente, la “Educación” está ubicada en quinto término, pues afecta a 19,5% del colectivo general, proporción que se mantiene sin mayores variantes desde hace varios años. Si bien la prestación del servicio en los tres ciclos son totalmente gratuitos, en la muy mayoritaria área pública los niveles de enseñanza son aceptables y los respectivos cuerpos de educadores de buen nivel y experimentados, aunque como ya se ha detallado en el párrafo anterior, las franjas de hogares pobres están urgidos por que comiencen a trabajar. Esa “impaciencia” explica la puntual asistencia sólo en el ciclo primario y la sistemática interrupción en elevadas proporciones, alrededor de 54,8%, durante los primeros años del secundario.

Como sexta privación, se menciona la inadecuada e insuficiente alimentación de niños y jóvenes que aqueja a 10,4% de ese colectivo; lo que suele complementarse tanto con viviendas muy precarias como muy escasa vestimenta, trilogía ésta de miserias que perjudican y hasta frustran muchas vidas. Las diversas investigaciones al respecto subrayan que en el colectivo sujeto a análisis, sus componentes poseen condiciones naturales muy semejantes a las de los integrantes de hogares de clase media y superior; razón por la cual su problemática deriva de las muy precarias condiciones de vida de su grupo familiar.
Todo proyecto de progreso colectivo e individual debe incluir acciones destinadas a evitar el crecido abandono de los alumnos en el nivel medio de estudio y una sustentada difusión de lo que puede estudiar en el ciclo terciario. Pero se sostiene, con fundamentos, que la clave está en evitar el “desgranamiento” y abandono prematuro. Esta tarea no ha sido adecuadamente encarada y ello seguramente se debe a la falta de adecuada y suficiente formación para conducir como visión de futuro una de las áreas más relevantes, sino la máxima, para asegurar un futuro promisorio.

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