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La campaña electoral de Brasil se disputa en tono religioso

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Jair Bolsonaro busca la reelección, apoyándose en los sectores evangelistas que lo llevaron al gobierno. Lula da Silva también trata de acercarse a ese grupo, que representa 30% de la sociedad brasileña. Pese a que las declaraciones cruzadas comenzaron hace meses y a que se vive un estado preelectoral prácticamente desde 2020, ambos candidatos lanzaron oficialmente sus candidaturas en espacios de alto significado simbólico

Bolsonaro agita el fantasma de una “guerra entre el bien y el mal” en su carrera contra Lula

Jair Bolsonaro habló de una guerra entre el «bien contra el mal» y agitó el fantasma sobre el riesgo de cierre de iglesias y templos si triunfa el líder opositor Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones de octubre. Bolsonaro dio así el inicio formal a su campaña para la reelección en un acto realizado en la ciudad de Juiz de Fora, Minas Gerais, donde fue atacado con un cuchillo en 2018 durante un mitin antes de su victoria que lo llevó a la jefatura del Estado.

La convocatoria estuvo rodeada de contenido religioso, justamente cuando el diputado Marco Feliciano, un pastor bolsonarista evangélico, está en el eje de la polémica porque dijo que, en caso de una victoria de Lula, se comenzarán a cerrar templos e iglesias.

Bolsonaro participó de una «motociata», una caravana de motocicletas como acostumbró hacer durante su mandato, de un encuentro con religiosos y de un acto en la esquina de Juiz de Fora donde fue atacado en 2018.

Durante el acto, la esposa del mandatario, Michelle Bolsonaro, rezó el Padre nuestro y afirmó que éste es una «oración universal». Las palabras de la mujer fueron vivadas incluso más que las del mandatario de ultraderecha y candidato a la reelección.

En el primer evento de su campaña, Bolsonaro asoció al «socialismo» en América Latina a la «miseria» y «persecución» a iglesias, citando a Nicaragua y Venezuela.

«Sabemos de la lucha del bien contra el mal. Defendemos la libertad absoluta, si alguien se ofende va a la justicia, pero no podemos crear leyes como la de las fake news«, dijo el mandatario al criticar el proyecto que sanciona a quien divulgue mentiras y arme operaciones contra terceros con base en datos falsos.

Bolsonaro insistió en que sus opositores cometieron una suerte de dictadura durante la pandemia, en referencia a los gobernadores e intendentes que decretaron cuarentenas como prevención ante el covid-19.

«Ustedes ya sintieron un poquito de dictadura durante la pandemia, con iglesias siendo cerradas, personas que no podían ir a trabajar», aseguró el mandatario.

Luego, insistió en Twitter: «Hay que estar atentos porque los que aman el rojo buscarán usar el verde y amarillo de la bandera, los que defendieron cerrar iglesias dirán que son grandes cristianos, los que apoyan dictaduras socialistas se dirán demócratas».

En el lugar donde fue atacado el 6 de septiembre de 2018 por Adelio Bispo -un enfermo psiquiátrico que está internado por ser declarado inimputable- y ante miles de personas, varias de las cuales tenían banderas y carteles con la frase «Trump 2024», Bolsonaro asoció el «zurdaje con la corrupción».

Repitió que está dispuesto a «dar la vida por la libertad», pero no incurrió en la costumbre de fustigar la justicia electoral ni la transparencia de las urnas electrónicas. El acto también sirvió para poner en marcha la campaña publicitaria del Partido Liberal del presidente, en el cual aparece el jingle «O capitão do povo» (El capitán del pueblo), que  recuerda su pasado militar antes de haber sido desvinculado del Ejército por mala conducta, a fines de los años 80.

Lula promete bajar impuestos a asalariados y llama «demonio» a Bolsonaro

El ex presidente de Brasil y candidato presidencial opositor Luiz Inácio Lula da Silva prometió reducir impuestos para los asalariados y repudió la política económica del gobierno de Jair Bolsonaro, a quien llamó «un verdadero demonio» por intentar manipular políticamente a los fieles evangelistas. Lula se expresó así al poner en marcha su campaña para los comicios del 2 de octubre con un acto en San Bernardo do Campo, en el cordón industrial del Gran San Pablo.

Frente a la fábrica de automóviles Volkswagen, escenario de su lucha sindical en los años 70, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) inició su séptima campaña electoral y adelantó que, en caso de vencer, una de sus primeras medidas será subir el piso del impuesto a las Ganancias que pagan los trabajadores, que no se actualizó en los últimos diez años, al asegurar que el país está peor actualmente que cuando había asumido en 2003.

Sin embargo, parte de su discurso lo dedicó a rebatir el perfil religioso evangelista que Bolsonaro le quiere dar a su campaña. Los analistas destacan que el actual presidente busca, con los evangelistas que representan 30% de la población, recuperarse en las encuestas que otorgan la victoria al PT.

«Él está intentando manipular la buena fe de hombres y mujeres evangélicos que van a la iglesia a hablar de fe y de espiritualidad y él lo que hace es contarles mentiras sobre Lula, sobre la mujer de Lula, sobre los trabajadores, sobre los indígenas y los afrodescendientes», afirmó Lula en su discurso, en un escenario que fue recreado para imitar el que usaba en los años 70 cuando conducía a los obreros en las huelgas contra la dictadura militar.

En ese marco, sostuvo: «Si hay alguien poseído por el demonio, ése es Bolsonaro. Es un creador de mentiras y un negacionista que no derramó una lágrima por los huérfanos que ha dejado la pandemia». El país tiene hasta el momento 670.000 decesos y un promedio actual desde julio de 200 fallecidos diarios por covid-19.

A las críticas contra Bolsonaro, al que tildó de “genocida”, Lula sumó su postura frente a la política de seguridad del mandatario. “En Brasil hay que repartir libros en lugar de armas”, afirmó.

Lula fue candidato y llegó al balotaje contra Fernando Collor de Mello, en 1989, en las primeras elecciones libres y directas desde el fin de la dictadura (1964-1985). Luego perdió ante Fernando Henrique Cardoso en 1994 y en 1998 y venció en 2003 y 2006, luego de  retirarse para lanzar a Dilma Rousseff.

Lula fue inscripto como candidato en 2018, pero fue proscripto por la justicia electoral al ser apresado y condenado por corrupción por el exjuez Sérgio Moro, algo que facilitó la victoria de Bolsonaro.

En 2021 el Supremo Tribunal Federal anuló las sentencias y causas por parcialidad de la Lava Jato, operación que el PT calificó de lawfare.

«Les prometo que vamos a subir el piso del impuesto a las ganancias, a recuperar el salario y el empleo porque este gobierno nunca se preocupó en crear empleo», aseguró Lula a los trabajadores de VW.

El ex sindicalista recordó las huelgas de los metalúrgicos paulistas e hizo un panorama sobre la actividad industrial y el empleo en Brasil a partir de los datos de la planta en la que llevó a cabo su acto.

Según el candidato, esa fábrica producía 334.000 vehículos en 2012 y actualmente está fabricando 141.000.

En 2003, contó Lula, había 13.857 trabajadores en la fábrica, que aumentaron a 14.164 en 2012 y cayeron a 7.931 en la actualidad. «¿Adónde fueron a parar los otros 8.000 empleados?», se preguntó.

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