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Joe Biden y el alma de Estados Unidos

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Si bien la situación es extremadamente volátil y cambia prácticamente día a día, la elección estadounidense del próximo 3 de noviembre se ha convertido en una disputa que puede llegar a moldear parte del panorama global pospandemia

Por Gonzalo Fiore Viani

Por primera vez desde que comenzó su presidencia, Donald Trump se está enfrentando a posibilidades reales de convertirse en el primer presidente estadounidense en perder su reelección, desde George W. H. Bush frente a Bill Clinton, en 1992. Al igual que el republicano texano en su momento, Trump fue venciendo una a una sus resistencias dentro de su mismo partido. Sin embargo, es posible que la crisis desatada por el coronavirus y la brutal caída de la economía empañe sus éxitos pasados relativos a empleo y crecimiento. Esto, sumado a un Partido Demócrata unido detrás de la figura del moderado Joe Biden, algo impensado hasta hace algunos pocos meses, puede llegar a causar una derrota de Trump. El demócrata aseguró que ya está preparando su equipo de transición de gobierno y se mostró confiado en su victoria. Mientras el país tiene la tasa más alta de contagiados de coronavirus del mundo, la campaña presidencial se recalienta y todos los ojos se van poniendo sobre lo que pasará en los próximos meses en Estados Unidos.
“Devolver el alma de la nación” es el slogan de Biden, un hombre quien en muchos aspectos es la contracara de Trump. Mientras el actual presidente divide el mundo de manera adolescente entre ganadores y perdedores, el demócrata hace gala de todas las ocasiones en las que perdió y se levantó, algo que conecta muy bien con el ciudadano promedio. Estará por verse si le alcanza para convertirse en presidente. Los antiguos contendientes en la carrera por la nominación demócrata, como Elizabeth Warren o Pete Butigieg, ya han expresado su apoyo a Biden. Entre ellos, el más sonado, por supuesto, fue el de Bernie Sanders, quien intentó buscar la nominación hasta último momento. El veterano senador de Vermont aseguró que su principal motivación ahora es sacar a Trump de la Casa Blanca y que nadie puede hacerlo mejor que el ex vicepresidente de Obama. Éste también apoyó, en los últimos días, a su viejo compañero de fórmula, mostrando a un Partido Demócrata uniforme y sólido detrás de su candidatura.
Biden, de 78 años, se convertiría en el hombre con más edad en llegar a la presidencia por primera vez en la historia de los Estados Unidos. De la misma edad que Trump, la vida de aquél estuvo signada por grandes tragedias personales. Pocos meses después de haber sido electo senador por Delaware, a los 29 años, en medio de la debacle del partido frente a Richard Nixon, en 1972, su esposa y su hija de un año murieron en un accidente de auto. Otros dos hijos resultaron heridos, y juró la banca desde la habitación del hospital donde estaban recuperándose. Más recientemente, en 2015, su hijo Beau, una creciente figura del partido, murió por un tumor cerebral, a los 46 años. A causa de estas grandes pérdidas, el candidato logra conectar como pocos con su electorado. Sin tener un gran carisma ni ser un orador demasiado sobresaliente, la principal fortaleza de Biden es el mano a mano con sus seguidores.
En materia de política exterior, ha sido duramente criticado por haber apoyado, en 2002, la invasión de Irak del entonces presidente George W. Bush. Durante los 90, fue uno de los dirigentes que convenció a Bill Clinton de utilizar la fuerza militar contra Slobodan Milosevic, en el conflicto de los Balcanes. Por ello es considerado parte del sector más intervencionista del Partido Demócrata del que tanto se ha querido despegar Bernie Sanders, pero también el que ha atacado en numerosas ocasiones Donald Trump. Biden ya intentó ser candidato a presidente en numerosas ocasiones, siendo la primera en 1988, y luego en 2008. En esa oportunidad tampoco logró hacerse de la nominación pero fue elegido por Obama como su compañero de fórmula; cargo que desempeñó durante los ocho años de la presidencia de éste. Allí, tuvo una posición crítica respecto de las decisiones de la secretaria de Estado Hillary Clinton de aumentar la presencia militar en Afganistán.
Si bien el escenario es extremadamente volátil y cambia prácticamente día a día, la elección estadounidense del próximo 3 de noviembre se ha convertido en una disputa que puede llegar a moldear parte del escenario global pospandemia. Si Donald Trump lograre reelegirse será una consolidación del antiglobalismo, de las fronteras cerradas, de un probable recrudecimiento de la guerra comercial y pelea de Estados Unidos con China. En cambio, si Biden puede asestar un golpe sorpresivo, Estados Unidos iniciará un proceso de reconstrucción institucional, o de “sanación”, como le gusta decir al demócrata, que sin dudas tendrá su correlato en el resto del mundo. Por lo pronto, se espera que sea una de las campañas presidenciales más sucias de las últimas décadas, especialmente del lado republicano. Estará por verse cuál es la fortaleza de ese hombre de apariencia frágil, calmado y moderado, que ya conoce muy bien los pasillos de la Casa Blanca. De eso, en parte, dependerá su regreso a la plana mayor del poder político estadounidense.

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