Si a una elección previa, primaria, interna y sin resultados directos en la asignación de bancas en el Congreso Nacional se la vivió con semejante grado de clima político, es dable pensar que el escenario de octubre, para el que faltan sólo dos meses, resultará mucho más intenso.
Por Adolfo Ruiz – Jefe de Redacción de Comercio y Justicia
Da la impresión de que este ejercicio de democracia del que venimos aprendiendo desde hace tres décadas no para de intensificarse elección tras elección, en la medida en que los ciudadanos tomamos conciencia de la importancia de la participación, de la pertinencia del debate de las agendas, de la participación en las calles, en los espacios políticos, o aunque sea en las redes sociales. Todo es participación, todo es expresión de ideas. Hasta los agravios, hasta las discusiones en la mesa familiar. El termómetro político marca que se viven tiempos diferentes.
No hay nada nuevo en esta afirmación, salvo el hecho de que hay quienes han puesto en debate o en discusión la pertinencia de esta modalidad electoral. Aun con sus objeciones, da la impresión de que el mecanismo de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias resulta una excelente forma de configurar los escenarios políticos que vendrán. Y de ello podemos tomar varias notas, de cara al 27 de octubre, cuando realmente se jueguen sobre la mesa las cartas definitivas. Veamos entonces qué ha dejado.
Conclusiones del bipartidismo
El oficialismo del gobernador José Manuel de la Sota volvió a ganar en Córdoba. Un armado político que combinó figuras de siempre con outsiders de la política pareció dar resultados, aunque los números son inferiores a los que cosechó esa fuerza hace dos años. No se debe leer esto como una merma, ya que las elecciones legislativas suelen tener menos polarización y se convierten en una oportunidad para que los electores se animen a jugar distinto.
Sin embargo, surge una novedad no menor: la aparición en cancha del sanfrancisqueño Martín Llaryora, que esta vez dejó de irse en amagues y salió a competirle al establishment peronista. Con los votos obtenidos, el titular de “El peronismo que viene” aspira a ubicarse en el lugar que lo demande el Partido Justicialista (PJ) cordobés cuando sea el momento del recambio generacional. Y como bien él mismo lo apuntó, es la primera vez en 30 años de democracia que se alcanza la minoría dentro de la interna justicialista. No es poco.
Por el lado de la Unión Cívica Radical (UCR), partido especialista en internas, esta vez no quedó mucha tela para el análisis. Tal como viene sucediendo en las últimas elecciones, Oscar Aguad vuelve a consolidarse como líder, aunque ratifica también un techo que no consigue perforar. Veinte por ciento parece la máxima cifra a la que puede aspirar el exinterventor de Corrientes. También da la impresión de que la UCR deberá ir pensando en nuevas figuras para 2015 (una de ellas, Mestre, probablemente).
Migraciones
Donde las lecturas parecen volverse más sinuosas es al intentar analizar lo sucedido con cuatro fuerzas que en el tablero de anoche aparecieron en lugares diferentes de los acostumbrados.
Una de ellas es el PRO. La sorprendente aparición de Héctor Baldassi en el tercer puesto confirma buen olfato político de Macri para hacer pie en esta provincia, algo que se le venía negando. Su tarea será hacer crecer el espacio de aquí a octubre, aunque -claro está- con la mirada puesta en 2015.
También resultó interesante el desempeño de Olga Riutort quien, obsesionada por la intendencia capitalina que le es tan esquiva, resolvió que la mejor estrategia era lograr consolidar su imagen y su sello. Los votos cosechados no fueron masivos pero le alcanzan para estar en octubre y le dan oxígeno para seguir soñando.
Pero donde la lectura se vuelve más interesante es en el análisis del desempeño del kirchnerismo de Córdoba. Sin dudas los resultados cosechados por la exrectora de la Universidad Nacional de Córdoba, Carolina Scotto, no son los que se esperaban en las estimaciones previas, apenas logra superar lo que el kirchnerismo había conseguido en la anterior elección intermedia de 2009. Queda claro que al oficialismo le cuesta horrores sumar en Córdoba cada vez que carece del apoyo del peronismo local.
Tema para el análisis será el verdadero salto al vacío que decidió dar el juecismo, que sin dudas apostó a perdedor al colocar una figura de neto perfil técnico -Ernesto Martínez-, incapaz de despertar el menor entusiasmo entre los votantes. El resultado entonces no es una sorpresa y apenas logró pasar el corte para estar en octubre. La pregunta que queda pendiente ante este escenario es si se trató realmente de un “error” del juecismo o si -como lo acusan algunos- deliberadamente decidió replegarse para entregar esos votos al partido de la Presidenta.
Pasaron las PASO pero no se podrá descansar. La mirada está ahora puesta en octubre, y la campaña, a la vuelta de la esquina.