ESCUCHAREn la última quincena de septiembre, he podido seguir el proceso electoral de las elecciones autonómicas de Cataluña y ver cientos de banderas del independentismo adornando los balcones de la ciudad.
Las elecciones fueron convocadas por su presidente, Artur Mas, para el 27 de septiembre, con el objeto de plesbiscitar la propuesta independentista y la elección de diputados para integrar el Parlamento de Cataluña, que comprende cuatro circunscripciones provinciales: Barcelona, Tarragona, Lleida y Girona, que se componen de 947 municipios.
De 5.510.798 de ciudadanos catalanes censados, 5.314.736 residían en Cataluña y 196.062 en el extranjero. Para el proceso electoral se conformaron 2.697 colegios electorales y 8.181 mesas electorales, para cubrir 85 escaños en Barcelona (la más importante), 18 en Tarragona, 17 en Gerona y 15 en Lérida.
La jornada electoral del 27S se extendió desde las 9:00 hasta las 20:00 (hora local) y se utilizaron urnas de material transparente, por lo que cada elector podía visualizar y ser testigo de la cantidad de sobres con los votos emitidos.
Lo más sorprendente es que los resultados provisionales del escrutinio se conocieron a las 22:30, o sea a las dos horas y treinta minutos de cerrados los colegios electorales.
Participaron 4.102.664 (77,46%) electores y hubo 1.195.168 abstenciones y 15.865 votos nulos; fue el más elevado índice de participación ciudadana en elecciones autonómicas españolas.
Dos separatistas
El objetivo del presidente Artur Mas fue lograr su “reelección” por medio del partido “Juntos por el Sí” (Junts pel Si), compartiendo una lista de coalición con Oriol Junqueras, del partido “Esquerra Republicana”.
La lista que compartieron proponía una declaración de inicio del proceso de independencia en el Parlamento, para seguir con la proclamación de la independencia, luego de elecciones constituyentes, en un plazo de 18 meses, a partir de marzo de 2017.
El plan incluía la aprobación de un proyecto de texto constitucional por referéndum y, en forma paralela, la creación y puesta en marcha de las estructuras necesarias para el nuevo Estado (consejo, hacienda y tributos, seguridad, poder judicial, etcétera).
En síntesis, el plan supone la “desconexión” del ordenamiento jurídico español, con un régimen de transición con apertura de las “negociaciones” con España para resolver asuntos como el reparto de activos y pasivos.
El otro partido separatista “Candidatura d’Unitat Popular” (CUP) propuso una declaración de independencia inmediata, con una ruptura general con la legislación española y del actual sistema político y la separación de la Unión Europea. Ambos partidos -“Junts pel Sí” y “·CUP”- proponen el objetivo de alcanzar la independencia de Cataluña pero difieren en la forma y en los tiempos de hacerlo.
Artur Mas y los suyos han insistido en que estos comicios eran un plebiscito y para ello ha utilizado las instituciones con fines propagandísticos; convirtió la TV3 (el principal canal de televisión estatal de Cataluña) en un órgano de partido, despilfarró el dinero público para terminar perdiendo votos y dividiendo a los catalanes, por lo que resulta impensable que pueda seguir liderando su partido y presidiendo Cataluña.
Los resultados de los comicios permiten afirmar que el partido Junts pel Si sumó una mayoría que le permite obtener 62 escaños, pero perdió el llamado plebiscito porque no logró la mayoría absoluta para lograr el Sí para separarse de España. Con la mayoría obtenida, para gobernar Cataluña necesita pactar o formar una coalición con el CUP, que es la fuerza política que más crece en términos relativos, al pasar de tres a 10 escaños. Ello es muy difícil que suceda, dado que el CUP es un partido de extrema izquierda, cuyos líderes proponen la propiedad estatal de los medios de producción, romper de inmediato con la legalidad española y no apoyar la investidura de Artur Mas, lo que traerá una marcada inestabilidad política.
El sufragio “españolista”
El partido “Ciudadans” (Ciudadanos), con Albert Rivera y su candidata, la joven Inés Arrimadas, logró pasar de nueve escaños obtenidos en los comicios de 2012, a 25 escaños, por triplicar el número de votos, convirtiéndose en la segunda fuerza política. Lo logró al acaparar el sufragio “españolista”, lo que superó todas las expectativas previas, por lo que puede transformarse en la bisagra para que -previas elecciones de diciembre- pase a gobernar España y su unidad territorial, requiriendo el esfuerzo y participación de todos los españoles y catalanes. En términos orteguianos, deberá asumir el reto de vertebrar España.
Contra todo pronóstico, Miguel Iceta, líder del Partido de los Socialistas de Cataluña, ha conseguido a esa fuerza como tercer partido, con 16 escaños, lo que puede ser un buen punto de partida para reconstruir una alternativa federalista de izquierda moderada. Por el contrario, se ha desplomado el Partido Popular (PP) y los partidos Convergencia y ERC.
Se puede visualizar la fractura en la familia catalana, en la cual los padres quieren seguir unidos a España y la mayoría de los hijos opta por la versión separatista.
Por las opiniones que pude recoger en Barcelona, el daño ocasionado por la lista de Artur Mas y Oriol Junqueras es enorme, toda vez que la mayoría de los ciudadanos de Cataluña se considera a la vez catalana y española. Ello puede conllevar a una conmoción interna que obligue al gobierno de España a tomar medidas políticas (intervención; suspensión de ciertas competencias autonómicas, si se utilizan como palanca independentista, etcétera), por lo que el intento separatista carece de arraigo histórico y sociológico y, por lo tanto, de legitimidad.
* Constitucionalista
