Por Graciela Calvi de Barcellona / Abogada y Mediadora
Mediar implica predisponerse a abrir puertas. No a ceder, sino a ampliar perspectivas, descubrir otros ángulos del conflicto que hasta entonces no habíamos tenido la oportunidad de explorar. Este término, “explorar”, que viene asociado a la aventura, al descubrimiento, es justamente el costado interesante de la mediación. Veamos en la práctica.
El caso se presenta algo confuso. Por eso, el primer trabajo de los mediadores es escuchar para luego organizar el relato de los intervinientes en el proceso. Las partes habían protagonizado un accidente de tránsito en el cual ambos se lesionaron y, además, al ser ambos remiseros, lastimados también en lo que cada uno relataba como “falta de códigos”, en referencia a supuestas actitudes. Atento a la naturaleza del hecho, ningún seguro cubría los daños.
Del relato se infiere que, sin llegar a embestirse, ambos conductores se bajan de sus vehículos y, tras agredirse verbal y físicamente, terminan hospitalizados con lesiones. Sólo uno hace la denuncia e inicia reclamo judicial.
Cuando hablamos de las lesiones, resulta que ambos sufren secuelas más o menos importantes. A la hora de cuantificar el daño, al demandado le resultaba imposible hacer frente a la suma requerida.
En las conversaciones surgieron aspectos que normalmente no se contabilizan en las demandas judiciales. Los contextos familiares de ambos, las obligaciones, los cambios ocurridos en el tiempo (habían pasado casi cuatro años del hecho), la imposibilidad material de coronar una supuesta sentencia que beneficiara a una de las partes, ya que la insolvencia del otro era a todas luces manifiesta.
En la mediación se fueron desbrozando aspectos que poco tenían que ver con la demanda. Se abrieron otras perspectivas, se exploraron posibilidades, los letrados ayudaron a buscar una solución para sus clientes, conversando con ellos desde otro lugar.
Es interesante ver cómo se desarrolla la relación letrado-cliente, ya que la responsabilidad del abogado en la defensa de los intereses para los cuales lo han contratado se va convirtiendo en un análisis conjunto, en el cual el cliente aporta y trabaja para la causa y el abogado le va dando forma a un acuerdo beneficioso para todos. En este caso, la labor de los letrados fue clave para el acuerdo, no sólo por su colaboración, sino porque pusieron a sus clientes a trabajar para la solución.
Lo que primero fue una intención, se convirtió en una firme propuesta, que se consolidó en el tiempo con el cumplimiento. Y cumplieron ambos con el pago de los honorarios de los mediadores como una primera prueba de que esa intencionalidad se trasformaba en realidad.
Cada mediación es una posibilidad de exploración de la naturaleza humana y tenemos los mediadores el privilegio y la responsabilidad de conocer sus costados más profundos y darles a las personas la posibilidad de encaminar sus conflictos hacia una resolución humana, pacífica, en una contribución permanente a la estabilidad emocional de la sociedad.