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Córdoba, quizás por su espíritu rebelde, ha sido también fuente de ideas superadoras. El derecho no ha escapado a ello.
El aporte de su universidad a las ideas que determinaron el proceso emancipador de nuestro país está fuera de toda discusión. Los jóvenes que aquí leían libros prohibidos por la corona española a escondidas fueron quienes, ya más crecidos, formarían parte del sector patriota tanto en el Cabildo abierto de mayo de 1810, en la Asamblea del año XIII como en el Congreso de Tucumán de 1816.
La primera cátedra de derecho público se dio en Córdoba.
La mitad de los constituyentes de 1853 y un número siempre importante en las Convenciones Reformadoras posteriores se habían educado aquí.
Figuras del derecho, como el mismo codificador Vélez Sarsfield, quien donó su biblioteca personal a la Universidad Nacional de Córdoba a su muerte.
Destacados miembros del Congreso y de la Corte Suprema de Justicia, en sus diversas integraciones. De siete presidentes electos desde 1983 a la fecha, dos pasaron por las aulas universitarias cordobesas.
El movimiento de la Reforma de 1918, implicó un cambio copernicano de la organización universitaria en toda América que se extendió incluso más allá de nuestro país, al subcontinente.
También en el siglo XX, avances jurídicos como el juicio oral penal -que, por primera vez en el país, se celebró en nuestra ciudad en virtud de entrada en vigencia del Código Procesal Penal de Vélez Mariconde-, la escuela comercialista o la procesalista, o el federalismo de concertación propulsado por Pedro J. Frías, contribuyeron y en gran a la modernización del país, incluso desbordando lo meramente jurídico.
Pocas veces como en la actualidad, una crisis asola nuestro país. No es reciente ni tampoco simple. Son múltiples cuestiones que se arrastran desde hace tiempo, en una dirigencia que no encuentra soluciones sustentables.
Las crisis resultan siempre un acontecimiento traumático, signado por la incertidumbre y la angustia en nuestro caso. Pero también implican la oportunidad de revisar ciertas cuestiones y superar otras.
Hay algo mucho peor que el sufrimiento colectivo: que éste sea en vano. Que, en lugar de impulsar, aplane mentes, fuerza y espíritu. Todo fracaso, todo dolor, tiene en sí mismo el germen de su solución, si se está dispuesto a afrontarlo de modo firme y constructivo.
El derecho no se halla ajeno a tal problema. Muchas de las carencias sociales y de los reclamos ciudadanos tienen que ver con aspectos del derecho. Si bien el activismo legal ha llevado a creer que sólo con sólo cambiar leyes mágicamente los problemas se van a solucionar. No poco de la solución para superar el lamentable estado presente del país pasa por la transformación de algunas jurídicas, en algunos casos y por encontrar la forma de materializar aspectos esenciales, en otras, empezando por la misma vigencia de los derechos que la Constitución reconoce.
No se trata de cambiar paradigmas de fondo. La democracia, la república, los derechos humanos de todos están fuera de cualquier discusión. Cómo llevarlos a la práctica, cómo pasar de la declamación a que sean una realidad efectiva y sustentable, es allí donde está la cuestión.
Y es en tal orden de ideas donde lo jurídico de Córdoba, como en tantas otras oportunidades capitales de nuestra Patria, debe estar presente desde esa mirada superadora, innovadora, protectora de los derechos de siempre en nuevas y actualizadas formas.
(*) Abogado. Doctor en ciencias jurídicas (**) Abogado. Doctor en derecho y ciencias sociales
