“Los principios y medidas generales que el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional propone en el campo económico deben comprenderse como justificados y fundados en las bases filosófico-políticas previamente delineadas. Es por eso que, en varias oportunidades se ha sostenido que la dimensión política es previa al ámbito económico. Por lo tanto debemos comprender a lo económico como naturalmente emanado de un proyecto histórico-político de carácter intrínsecamente nacional, social y cristiano. En tal sentido, el objetivo fundamental es servir a la sociedad como un todo, y al hombre no sólo como sujeto natural sometido a necesidades materiales de subsistencia sino también como persona moral, intelectual y espiritual. En rigor esta concepción tampoco supone que la búsqueda del beneficio personal invariablemente redunda en el bien de toda la sociedad. Por el contrario, la actividad económica debe dirigirse a fines sociales y no individualistas, respondiendo a los requerimientos del hombre integrado en una comunidad y no solo a las apetencias personales. Esta interpretación amplia y solidaria de la actividad económica, llevará implícitamente una definición clara del concepto de beneficio, ubicándolo no ya como un fín en sí mismo, lo que da como resultado una utilización de los recursos en función de un individuo egoísta, sino como la justa remuneración del factor empresarial por la función social que cumple….Nuestra concepción económica no es aséptica, no puede aplicarse como un conjunto de medidas técnicas si no está integrada a una visión del hombre y el mundo de carácter radicalmente nacional. Para la conformación económica de nuestra sociedad, resulta indispensable obtener la coincidencia generalizada de todos los sectores – hecha realidad a través de un compromiso firme estable y por ende cuidadosamente elaborado a través de lo que debe ser nuestro Proyecto Nacional.
Modelo argentino para el proyecto nacional – El Cid Editor – Talleres Gráficos Orestes SRL – Agosto 1986, Págs. 95/96
Nefastas políticas antinacionales
Los conceptos extraídos del modelo argentino para el proyecto nacional son -filosófica y moralmente- opuestos a los siniestros y regresivos propósitos del actual Presidente anarco-libertario, quien no sólo intenta destruir nuestro proceso de culturalización evolutiva institucionalizando la participación de las organizaciones libres del pueblo, que constituyen basamentos de nuestra forma de vida e inmersas en la historia emancipadora, que desde las invasiones inglesas de 1806 y 1807 los argentinos jamás abandonamos la lucha para liberarnos de los imperios.
El proceso de ascenso social, que los argentinos encaramos, es para enfrentar los desafíos a que nos somete este cambio de época, sosteniendo y fortaleciendo nuestra conformación como comunidad organizada para que unidos e integrados nos apoyemos en los fundamentos del modelo argentino para el proyecto nacional.
Comprobamos que Milei, con sus exposiciones en los distintos escenarios nacionales e internacionales -ante empresarios y financistas- vaticinó que es el momento de terminar definitivamente con las entidades que atosigan y obligan al respeto mutuo y cumplimiento de normas que impiden el libre albedrío de los ciudadanos.
Por eso repite hasta el cansancio:”Yo soy un liberal libertario. Filosóficamente, soy un anarquista de mercado”, y como Presidente de Argentina liderará la derecha regional, perfilándose en el cierre de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), foro creado en EEUU hace más de 50 años por el área más conservadora del Partido Repúblicano. “Estamos haciendo el mejor gobierno de la historia, sentenció Milei y tenemos la mejor imagen desde cuando llegamos y después de haber hecho el mayor ajuste de la historia”.
En dicha conferencia, antes de Milei, pasaron por el salón del Hilton otros líderes conservadores como Jair Bolsonaro, ex presidente del Brasil; el presidente de Vox, Santiago Abascal, Lara Trump, legisladora y nuera del presidente electo de EEUU y al final Matt y Mercy Schlapp, el matrimonio que dirige la CPAC, que arengó “¡Viva Argentina! ¡Viva EEUU! ¡Viva Israel! ¡Viva América Latina!
Dejando de lado la reunión de la CPAC, pasamos a la reunión del Mercosur, cuya presidencia pro tempore Milei asumió. En su discurso hubo bastantes críticas contra la marcha de dicha entidad, por el alto arancelamiento a los productos importados, que niega a los ciudadanos mejor calidad de vida e impide el acceso a productos mejor elaborados.
Al margen de su exposición, Milei intenta juntar Argentina, Uruguay y Paraguay como núcleo duro, promoviendo cambios substantivos y un acuerdo de libre comercio con EEUU. Por el momento se aprobó dicho acuerdo con la Unión Europea.
Últimas medidas en Argentina
Es de destacar que una de sus inhumanidades más notorias en economía es disimular las diferencias entre un gasto y una inversión.
La clásica diferencia es que el gasto no produce ningún retorno, mientras que la inversión asegura futuros beneficios.
Por consiguiente, de acuerdo con su materialismo económico, asume como gastos las partidas presupuestarias dedicadas a la educación, salud, deporte, buena alimentación, cultura, etcétera, ya que de ese dinero malgastado el país no obtiene ningún retorno. ¿Se entiende?
Aclaremos entonces que al Presidente no le interesa contar con un pueblo educado, sano, fuerte y capacitado, para enfrentar las condiciones que impone el avance técnico-científico en el trabajo como en la producción industrial, porque su intención es suplir la producción nacional con productos importados.
Veamos además lo sucedido en el PAMI, donde su desquicio se trasunta en una especie de genocidio que no nos sorprende, ya que la secretaria de la Presidencia, Karina Milei, sostuvo que a los jubilados que le quedan pocos años de vida, quitarles los remedios y achicar gastos para alcanzar el déficit cero, no es ninguna medida abominable.
Estas aberraciones de la actual gestión, él las produce por culpas de la gobernanza calamitosa de gobiernos anteriores que implementaron una economía subsidiada con planes y subterfugios personales y electorales, sin generar un plan intensivo de trabajo y producción, dando lugar al avance de la desidia y la especulación electoral, como la de tomar deudas para pagar deudas y negociados encubiertos, acumulando créditos impagables, que es parte de la decadencia de una dirigencia de inutilidad inadmisible, en un país como Argentina.
Otras de sus cavernarias decisiones es aprovechar la posible existencia de actos de corrupción, para invalidar la existencia de instituciones libremente organizadas de una sociedad que quiso y sigue intentando ser partícipe indiscutible de la solución de sus necesidades como de sus exigencias y no ser inservibles como si fuesen una infinita multitud de ceros.
Esta forma de gobernar por imposiciones está llevando al país a situaciones muy difíciles de controlar, más allá de la existencia de entidades intermedias que se han movilizado, exigiendo cambios para establecer formalidades que impidan un castigo mayor para la sociedad, cuando ella es la única víctima de dichas atrocidades.
Un país en democracia no admite imposiciones arbitrarias mediante decretos que imponen principios y conductas totalmente ajenas a nuestro acervo nacional, buscando destruir el sentido de una sociedad solidaria e integradora, mientras sufre el accionar de una violencia y delincuencia exacerbada, el narcotráfico, la decadencia política y una recesión extendida en el tiempo, e involucrados por el Presidente en confrontaciones internacionales que pueden arrastrarnos a una tercera guerra mundial.
Necesidad de una propuesta nacional
La realidad nos demuestra que el sistema partidocrático cayó en la inmoralidad propia de dirigentes que se abroquelan en sus intereses personales y se alejan de la realidad nacional ante el sufrimiento de millones de argentinos. No se ve, por el momento, una reacción reparadora.
Frente a este crítico panorama, debe ser el pueblo argentino con todas sus organizaciones y sin discriminaciones religiosas, racistas o partidarias, etcétera, que asuma la imperiosa necesidad de formalizar un movimiento nacional apartidario, integrando las ideas y acciones que cada sector proponga, para definir las pautas estratégicas que se adecuen al cambio de época que vivimos.
Ésta es la forma de luchar contra este régimen apátrida que representa al imperialismo anglosajón, definiendo el pensamiento y marco estratégicos tanto en lo nacional como internacional que nos despejen el camino de nuestra emancipación.
No hay otra alternativa ni posibilidad de recuperar nuestra soberanía territorial y cultural, sea del marxismo como del liberalismo, porque esas dos alternativas funcionan para mantenernos enfrentados sin que podamos establecer la unidad de concepción y de acción que nos identifica como argentinos.
Es el momento de contrarrestar las agresiones y consolidar nuestro proyecto de comunidad organizada, recuperando la grandeza espiritual que necesitamos, para diseñar el modelo argentino para el proyecto nacional.
(*) Ex ministro de Obras Públicas de la Provincia de Córdoba