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El Estado y la sociedad deben acordar un cambio de época

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Después de 37 años de democracia, en los que se había prometido una época de cambios –para que nada cambiara-, la única opción que nos queda es iniciar verdaderamente un cambio de época “porque en nuestro país persisten muchos esclavos de la injusticia y de la inseguridad. Ni la justicia social ni la libertad –recíprocamente apoyadas– son comprensibles en una comunidad integrada por hombres que no se han realizado plenamente en su condición humana.”.

Un ámbito de coincidencia nacional

Para que comencemos a transitar una época que revierta nuestra crisis, sólo necesitamos que el Estado y la sociedad organizada nos decidamos a conformar “un amplio ámbito de coincidencias para que de una vez por todas los argentinos clausuremos la discusión acerca de aquellos aspectos sobre los cuales ya deberíamos estar de acuerdo.”.

Sin este paso trascendente concertado entre los tres poderes del Estado y los partidos políticos, sectores gremiales, empresariales, profesionales, entidades sociales, etcétera, nuestra crisis -asentada en disvalores, especulaciones e intereses partidarios o particulares- jamás será superada.

Si logramos la participación de entre 60% y 80% de las entidades comprometidas con el futuro del país conformaremos el poder institucional necesario para terminar con las situaciones indignantes y estigmas estructurales y contrarrestaremos el accionar de minorías fanatizadas que medran con nuestras desavenencias. 

La no concreción de estos acuerdos relevantes fue la constante de todos estos años. Hay que destacar que los gobiernos –fuesen del signo que fueren– jamás quisieron generar ese ámbito de reflexión profunda y consensos estructurales. Se amoldaron al juego pendular y anodino mediante el reemplazo de los mandatos –aun a sabiendas de que, cuando las gestiones entran en crisis, es porque no se resolvieron los problemas estructurales que padecemos-.

Ésa es la causa madre, que fomentó absurdas y reprochables actitudes clasistas y coadyuvó a la desintegración familiar y social, a la pérdida de valores culturales, a la desocupación, a la pobreza extrema, la drogadicción, la inseguridad, etcétera, que suelen anticipar el inicio de un proceso de degradación social y promoción de bajos instintos. 

Este escenario fue el distintivo de un régimen democrático que disimuló los avatares derivados de un sistema institucional en crisis, acompasado por una sociedad tal vez despreocupada por tales estigmas, hasta el momento en que éstos, en su avance, pudieron amenazar la paz y la integración social.

Hoy vemos que, ante un final de año complejizado política, económica y socialmente, los gobernantes deberían preocuparse y ocuparse de convocar a toda la sociedad a institucionalizar este ámbito de coincidencias esenciales, a partir de la voluntad y el compromiso de dirigentes y entidades que definitivamente comprendan que estos fallidos compromisos trascendentes sólo nos dejan el sabor amargo de las frustraciones y desesperanzas nacionales.

La vertiente ideológica del modelo actual

Al repasar la secuela de incomprensibles políticas públicas producidas a partir del golpe de Estado de 1976, se deduce que hubo un plan disimulado detrás de dicho proceso cuando, en las palabras del entonces ministro de Economía Martínez de Hoz, escuchamos uno de los más claros argumentos que, derivado de su ideología, proclamó que “es tan importante producir caramelos como aviones.”.

Lenta pero inexorablemente se inició un proceso de destrucción del perfil industrialista y de decadencia institucional que las generaciones jóvenes desconocen por ser parte de una historia ocultada, mientras las entidades tanto públicas como privadas eran absorbidas por la pelea entre intereses particulares, desviándolas del verdadero sentido de sus existencias como del rol a desempeñar en la construcción de una sociedad realizada integralmente.

Por lo tanto, la idea estratégica impuesta al rumbo nacional por la dictadura militar fue instalar la disputa por el poder mediante el juego electoral, por medio de un régimen “democrático” sostenido por un sistema partidario que, con promesas de cambios estructurales, nos condujo hasta el presente régimen de fuerte sesgo presidencialista, elitista y autocrático.

El sostenimiento, durante más de 30 años de este modelo, nos acostumbró a la pelea detrás dos posiciones aparentemente opuestas pero igualmente dañinas al interés de los argentinos.

De esta forma nos sedujeron para que desecháramos la idea-fuerza integradora entre los argentinos, al convencernos de que la verdadera democracia consiste en optar entre estas dos únicas variantes que dividen a los pueblos, como lo son el neoliberalismo y el marxismo -o coaliciones que pintan matices ideológicos similares-.

Así fue como nos convertimos en víctimas de esta estrategia de división y enfrentamiento, mientras la dirigencia mayor de ambos bandos se mantuvo incólume en el sitial privilegiado de ser oficialista u oposición.

Posibles temas para consensuar propuestas

Así es como hoy, frente a la disyuntiva de transitar por el mismo camino que sólo sirvió para fortalecer y no terminar con una época de fracasos “democráticos”, debemos decidirnos a consensuar el armado de una hoja de ruta compartida entre el Estado y la ciudadanía organizada, que nos conduzca hacia el funcionamiento de una democracia de fuerte participación social, que revierta esta época de fracasos y retrocesos. 

Hoy es fácilmente constatable el armado de un escenario en el que se vuelven a instalar los mismos argumentos por los cuales ningún gobierno por sí solo puede resolver esta crisis integral. Por lo tanto, la dirigencia y las instituciones deben convencerse de que este embrollo sólo se resuelve mediante los acuerdos entre el Estado y la sociedad en su conjunto.

Esta realidad nos indica que arribamos al final de un ciclo, e insisto en que para cambiar el rumbo es fundamental coincidir en este diagnóstico y acordar un modelo abierto a la concertación institucional entre el Estado y el pueblo organizado.

Ello implica también un cambio de actitud y de verdadero compromiso social en el obrar de las entidades intermedias que, como genuinas organizaciones libres del pueblo, deben recuperar la esencia de sus roles y lo ético en sus funciones para ser claras expresiones de una sociedad evolucionada.

Para la conformación de este ámbito para las coincidencias esenciales que priorice la superación de las situaciones más escandalosas y defina los ejes medulares de un proyecto nacional de mediano y largo plazo, sugerimos algunos temas, a los que pueden sumarse otros, o cambiarse, según lo decidan los integrantes de este acuerdo.          

  1. Recomposición del Estado de derecho con las funciones y los roles que le corresponden a cada uno, bajo el calificativo de independientes pero moral y éticamente comprometidos a armonizar y equilibrar sus objetivos al servicio exclusivo de la sociedad en su conjunto.
  2. Terminar con la autocracia y el gobierno de elite mediante la habilitación del funcionamiento de los consejos económicos y sociales, por ser ámbitos apropiados para la concertación público-privada, como claras señales de una auténtica complementación entre el Estado y la sociedad.
  3. Reformular la administración estatal ajustándola a la evolución tecnológica, mediante la eliminación de gastos superfluos y la eficientización de su participación mediante la complementación público-privada en las áreas de investigación y realización de proyectos y obras.
  4. Priorizar la ejecución de obras públicas, de aquellas que demanden mucha mano de obra, según objetivos y presupuestos ajustados al crecimiento del país y al desarrollo social. 
  5. Reconstrucción del perfil industrial y laboral, mediante la potenciación de la investigación y el avance de la energía nuclear. Recuperar las industrias naval, aeronáutica y ferroviaria para conectar nuestras regiones, proteger nuestras fronteras y cuidar y explotar nuestros recursos estratégicos.
  6. Reconstrucción del transporte ferroviario de Argentina por ser una necesidad estratégica y fundamental para integrar y unir pueblos y regiones, además de constituir un enorme poder logístico para transportar la producción de las economías regionales y el transporte masivo de pasajeros.
  7. Facilitar el blanqueo de puestos de trabajo y actividades productivas, comerciales y de servicio, sobre todo de las pymes, con promociones y fuertes excepciones impositivas. 
  8. Terminar con el déficit de las cajas de jubilaciones mediante la creación de cuatro a cinco empleos genuinos por cada jubilado. Ello permitirá restituir el 82% móvil y aumentar haberes, reduciendo los aportes estatales que conforman parte del déficit fiscal.
  9. Argentina frente a un mundo pospandemia. Con nuestra propia hoja de ruta consensuada integrarnos al Mercosur para su reconstrucción como organismo regional, no solamente comercial sino también político y social, ante la necesidad de promover crecimiento y desarrollo sustentables con todos los países miembros. Frente al mundo en general, promoción de los convenios bilaterales. 
  10. Conformar un organismo interinstitucional para reformar nuestra Constitución, para adecuarla al proceso iniciado y consustanciada con el cambio de época.  

Al evaluar con absoluta honestidad la gravedad de nuestra crisis, resulta insoslayable tomar la decisión de ponerle fin a esta lamentable serie de fracasos y retrocesos políticos, económicos y sociales.

Debemos persuadirnos de que lo fundamental es reinstalar los mejores argumentos que de distintas maneras  fueron forjando los hombres y mujeres que nos precedieron en esta lucha, y marcar el único camino que puede evitar seguir en caída libre hacia la profundidad de un abismo que entierre para siempre nuestra realización trascendente como país y comunidad


(*) Presidente del Foro Productivo de la Zona Norte

Comentarios 2

  1. María Esther Carné says:

    Excelente artículo Luis. Sólo tengo dudas respecto de la reforma constitucional. No por los objetivos que señalas sino porque no confío en que no sea usada para beneficios espurios como la reelección indefinida o los cambios en la justicia para asegurar impunidad. Los delegados de los partidos actuales no me merecen confianza. Hay mucha decadencia moral también en el pueblo.

  2. Muy buen msj de necesaria Unidad de los Argentinos y comparto las Propuestas.

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