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El cuerpo de la mujer, ¿es una cuestión de opinión?

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Por Maria Victoria Jalil Manfroni (*)

COLUMNA DE AMJA

Muchas mujeres del mundo occidental corren una carrera frenética por la estética, para lograr un paradigma hegemónico de belleza impuesta por la industria de la moda y los cosméticos, con la necesaria colaboración de los medios de comunicación para erradicar el cuerpo imperfecto o los signos de la edad.

Así se ha construido un modo de parecerse que se copia constantemente y desdibuja las individualidades; y que en ocasiones está enmascarado en el discurso de la “salud” pero en realidad es el culto a la delgadez; como contracara la gordofobia.

Las redes sociales y las propagandas están colmadas de mujeres esculturales y casi perfectas (perfección trazada a la luz del paradigma hegemónico) que consumen una   hamburguesa gigante, brindando así un mensaje totalmente contradictorio.

Si analizamos el comienzo de todo, podemos empezar con las imágenes mitológicas de Afrodita o de Venus, que representan los primeros ideales de belleza femeninos. El tributo a estas diosas se celebra poniendo a disposición de los varones el cuerpo de aquellas mujeres que no estaban casadas, que eran ofrecidas sexualmente, con lo que se inició el culto de la prostitución. Luego, en la Edad Media se instauró una forma especial de vestir, por la que el cuerpo de la mujer debía ser escondido, colores oscuros, piel cubierta y ropa suficientemente ajustada para que no se notara el tamaño de los senos. Catalina de Medicis -reina de Francia-, una de las mujeres exponentes del Renacimiento, impuso la moda del corsé (elemento que apretaba el diafragma de modo tal que llegaba a desplazar los órganos), y así comenzó a desarrollarse la idea de languidez en el cuerpo de las mujeres. Los pintores Miguel Angel y Leonardo Da Vinci comenzaron a delinear el cuerpo humano ideal, desnudo, buscando una proporción estética exacta. Luego, el estilo Barroco hace foco en la ropa, los arreglos y las pelucas para hombres y mujeres. A partir del siglo XVII se impone la mujer rubia de tez blanca como ideal de belleza a alcanzar. Algunas de ellas se untaban con arsénico y hasta lo tomaban en un intento por blanquear la piel.

Se pasa de los cuerpos voluptuosos del Renacimiento a cuerpos famélicos como sinónimo de belleza. El lema era no engordar, el ayuno era una forma de expresar que se podía vivir sin comida. Se cree que éste es el comienzo de enfermedades como la bulimia y la anorexia.

¿Por qué casi no vemos mujeres gordas en las pantallas del cine o de las series? Simplemente porque personas con ciertos cuerpos no encuadran en el estereotipo que se pretende mostrar como correcto. La moda, por su parte, asigna estructuras delgadas y lánguidas, con tamaños de vestimenta imposibles para cuerpos normales, lo que dio nacimiento a la lucha por la ley de talles.  

Como movimiento social dentro del activismo feminista nace, en 1996, el Positive Body, que asigna una línea de pensamiento que reacciona contra los parámetros de belleza impuestos, de la mano de Elizabeth Scot y Connie Sobczak, quienes promueven mensajes de aceptación, diversidad, inclusión y amor a cualquier tipo de cuerpo. Esta batalla cultural alcanzó una mayor repercusión gracias al reconocimiento de artistas internacionales como Demi Lovato o Lady Gaga, quienes hicieron públicos los mensajes de respeto y aceptación de las personas, independientemente de su imagen, apariencia, peso o talla.

La contribución del derecho argentino no ha sido menor, con la conceptualización del  “acoso callejero”. Así, la ley 27501 (2019) lo incorpora al art. 6 de la ley 26485 como modalidad de violencia contra las mujeres en el espacio público, definiéndolo como aquel  ejercido contra las mujeres, por una o más personas, en lugares públicos o de acceso público -como medios de transporte o centros comerciales-, por medio de conductas o expresiones verbales o no verbales con connotación sexual que afecten o dañen su dignidad, integridad, libertad, libre circulación o permanencia y/o generen un ambiente hostil u ofensivo. Esta norma nos lleva a concluir que el piropo es acoso callejero y que el cuerpo de las mujeres o su aspecto físico no es una cuestión de opinión.

Parafraseando a Platón cuando expresó que el cuerpo era la cárcel del alma, no le demos la razón. Propongo que cultivemos nuestro espíritu sin importar la forma que tenga el cuerpo, ya que estos arquetipos tienen el propósito de afectar nuestras libertades. El desafío es aceptarnos tal como somos, hermosas todas, que podemos trascender por nuestras habilidades y no por nuestra imagen.


(*) Asesora letrada

Comentarios 1

  1. Gabriela says:

    Excelente tu nota Vicky , te felicito!!!!

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