Por Mariana Iacono *
La Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos junto con el Ministerio de Salud de la Nación y el Instituo Nacional contra la Discriminación (Inadi), con el apoyo de los programas Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH-SIDA y de Naciones Unidas para el Desarrollo, presentó el estudio “Índice de estigma y discriminación hacia las personas con VIH en la Argentina 2.0”, realizado por primera vez a escala mundial por una red de jóvenes con VIH.
Si bien en Argentina hay más hombres con VIH que mujeres, somos las mujeres con VIH las más sufrimos estigma, discriminación y violencia por razones de género. Por eso, con el empuje y la articulación de ICW Argentina, la comunidad de mujeres con VIH desarrolló una sección específica dedicada al análisis del impacto de esas variables, lo que conforma un hito en la historia de ese estudio.
En aquélla se pudo comprobar una alta intensidad de estigma y autoestigma por parte de las jóvenes con VIH de entre 25 y 39 años. A pesar de un contexto nacional de apertura en términos de restitución de políticas públicas con enfoque de derechos humanos, de mayor cantidad de información y conocimiento acerca del VIH y el SIDA y de múltiples redes y organizaciones para acompañar y contener a los pacientes, las mujeres más jóvenes -de hasta 24 años- presentaron un porcentaje mayor de dificultades para hablar sobre su estado serológico con otras personas y afirmaron, en mayor medida, que evitaban contarlo.
Hoy, en 2021, una mujer joven con VIH en Argentina tiene miedo de hablar de su diagnóstico. O sea, 40 años después del descubrimiento del SIDA, continuamos viviendo y sufriendo discriminación en el entorno social y comunitario, en diferentes ámbitos. Además, en este grupo el estigma por VIH se superpone con otros que derivan de prejuicios propios de una sociedad adultocentrista. Como punto fuerte, las mujeres más jóvenes presentaron mayores porcentajes de acción y empoderamiento frente a situaciones de discriminación. También mencionaron que participan en menor medida que las adultas en tareas de apoyo y sostenimiento a otras personas con VIH y en organizaciones sociales.
23% de las mujeres de pueblos originarios afirmó que en algunos servicios de salud le aconsejaron no gestar, lo que muestra que el estigma del VIH se redobla con el racismo.
De otro lado, 56% de las mujeres jóvenes -de hasta 24 años- consideró que fue una experiencia negativa la divulgación a personas de su entorno no cercano, lo que denota un tratamiento estigmatizante por su edad. De las mujeres jóvenes, 88% manifestó que le resultaba difícil contar a otras personas sobre tener VIH. Otro dato importante es que entre las jóvenes existe la duda de realizarse el test por el temor a lo que dirán otros en caso de tener un resultado positivo (55%).
Entre los diferentes tipos de violencias, las modalidades obstétricas y aquellas en contra de los derechos sexuales y reproductivos han sido las más invisibilizadas, por encontrarse muchas de ellas naturalizadas en el sistema de salud y en las mujeres mismas. Se destacaron las siguientes: la imposición de métodos anticonceptivos sin el debido asesoramiento sobre otras opciones o sobre la salud sexual y reproductiva en general; la obligación de utilizar tratamientos antirretrovirales durante el embarazo sin brindar otras opciones; la prohibición o imposición de una forma determinada de lactancia específica; la esterilización forzada y la sugerencia o recomendación de no gestar.
Nosotras tenemos VIH pero también podemos decidir qué métodos anticonceptivos utilizar.
Entre las mujeres que ejercen trabajo sexual, 18% afirmó que sus registros médicos no habían sido mantenidos en confidencialidad, y en el caso de las trans, 16% tiene la certeza de que su estado serológico no es confidencial. Además, 13% de las encuestadas afirmó que en algunos servicios de salud se le había aconsejado no gestar. Esta práctica resulta claramente ligada al estigma del VIH y constituye, por parte del personal de salud, una violencia contra las mujeres y sus derechos sexuales y reproductivos.
El Frente Nacional por la Salud de las Personas Viviendo con VIH pronunció un fuerte rechazo por la discriminación a las trabajadoras sexuales. Eliminaron la categoría “trabajadoras sexuales” del proyecto de ley de VIH, Hepatitis, ITS y Tuberculosis, que responde a criterios epidemiológicos del Estado y a recomendaciones internacionales de organismos como Onusida y la OPS.
En la declaración política de la Reunión de Alto Nivel sobre VIH y Sida de la Asamblea General de las Naciones Unidas 2021, firmada por Argentina en junio de este año, nuestra población ha sido incluida para trabajar en pos de la erradicación del estigma y discriminación a pesar de los intentos de un sector por excluirnos.
Para terminar: un año sin tratar el proyecto para una nueva ley de VIH, Hepatitis, ITS y Tuberculosis. ¿Cuánto más hay que esperar? El proyecto debe ser tratado de manera urgente en las tres comisiones de la Cámara de Diputados en las que tienen giro.
Si no se logra un dictamen antes de diciembre, perderá estado parlamentario por tercera vez. No hay más tiempo. Necesitamos tener una ley de VIH actualizada ya.
(*) Coordinadora nacional de ICW Argentina