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Deterioro del comercio exterior y el estancamiento de Argentina

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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La situación de la economía internacional es difícil y no se emiten pronósticos fundados sobre la posibilidad cierta de un período de reversión ni cuándo comenzará un proceso inverso de crecimiento autosustentable – Por Salvador Treber

Tras el récord absoluto logrado en 2011 se advierte un continuado retroceso en esta importante faceta de la actividad económica que sigue en preocupante caída.
Los datos correspondientes al primer cuatrimestre del presente año de las ventas y compras al exterior constituyen un indicador de la persistente contracción que viene sufriendo la economía nacional por quinto año consecutivo. Si bien existen factores concurrentes que jaquean a todo el mundo, es bastante poco lo que se está haciendo para superar el referido trance. No debe olvidarse que en 2011 las exportaciones ascendieron a US$82.981 millones y las importaciones, a US$73.961 millones, generando así un amplio saldo a favor de US$9.020 millones. En consecuencia, el saldo negativo de la respectiva cuenta corriente fue de US$-4.471 millones; conceptos estos dos últimos que en 2015 pasaron a ser de US$-2.969 y US$-15.037 millones, respectivamente; con lo cual queda patentizado el grado de deterioro ocurrido en ese lapso.
En el primer cuatrimestre del corriente año las exportaciones son cuantitativamente casi idénticas en importes de igual lapso en 2015 (US$17.159 contra US$17.213 millones); pero en cuanto a importaciones, bajaron a US$17.217 contra US$18.195 millones. En el ese período se concretó una macrodevaluación que a fines de febrero pasado elevó el tipo de cambio al máximo de $16,2 y al cierre de abril se había reducido a $15. Con posterioridad siguió en descenso ($14,1 a mediados de junio) con ruidoso coro de reclamos por parte de los exportadores.
No puede perderse de vista que se eliminaron las retenciones a las exportaciones agrarias; mientras que en el caso de la soja se redujeron en cinco por ciento, acreciendo de un plumazo los ingresos de los empresarios que retenían sus stocks y que recién entonces consintieron en vende al exterior. Pero esto ya pasó para ellos y desde fines de junio comenzaron a presionar para que se vuelva a devaluar; barajando propuestas que van de $18 a nada menos que $25 por dólar. Obviamente, implica un nuevo traslado de ingresos desde el bolsillo de los consumidores hacia ellos.
En el área de la Unión Industrial Argentina (UIA) se han empeñado por requerir un nuevo e importante mejoramiento de la cotización de tipo de cambio y en tal sentido también declaró por medio de uno de sus principales voceros oficiales que “las empresas tienen que invertir en tecnología e innovación y depende de ellos aunque el Estado las puede promover. Los que se enfocan solamente en el tipo de cambio terminan condenando a la industria a depender sólo de él”. En consecuencia la paridad cambiaria la consideran un presupuesto indispensable, aunque sólo constituye un aspecto parcial de esa actividad.

El actual escenario y sus facetas
Nadie discute que el grado de éxito o fracaso no depende de un solo factor. Por lo tanto, el ajuste permanente y el rol de la innovación siquiera se discuten pues son condicionantes que deben estar siempre presentes y deben exigirse en forma perentoria. Con igual o mayor firmeza aún, consideran que el sistema imperante les debe asegurar una abundante disposición de crédito a tasas bajas, además de una “estructura impositiva adecuada no sólo en el cuanto sino en el cuándo”. No se hacen reclamos de ningún tipo respecto al nivel de los salarios debido a que los ajustes han sido deliberadamente demorados y, en todo caso, actualizados en bastante menor medida que las trepadas del respectivo nivel general de precios. En consecuencia ello genera otra vía, quizá la máxima, de transferencia de ingresos hacia los sectores más poderosos y concentrados.
Las difíciles condiciones en que han transcurrido en nuestro país los seis primeros meses del corriente año no son nada promisorias. Debe destacarse, al efecto, que la situación de la economía internacional es aún mucho más difícil y no se emiten pronósticos fundados sobre la posibilidad cierta de un período de reversión, anticipando con alguna precisión cuándo comenzará un proceso inverso de crecimiento auto sustentable que por el momento no se vislumbra. Según el ex ministro de Economía, Axel Kicillof, lo esencial es tomar constancia del agudo estrechamiento que prima actualmente en el mercado en el orden ecuménico.
Sostiene que las dificultades que enfrentan este año respecto de las exportaciones se deben a ellas están muy acrecentadas por la frecuente vigencia de precios de dumping, implementados por quienes aprovechan la instancia para ganar mercados y/o desplazar a los que no actúan con semejante diligencia. En consecuencia, resulta un imperativo indeclinable actuar con inmediatez y sin vacilaciones en el momento oportuno. Sobre la paridad, el ex funcionario sostiene que “hay que mirar el tipo de cambio efectivo que se constituye con una batería de medidas que afectan de distinta forma a cada sector” pero que requiere una instrumentación funcional muy específica en cada caso.
La macrodevaluación de diciembre pasado mejoró notoriamente las condiciones para exportar, en especial maíz y soja, al par de propiciar un fuerte envión a la mayor siembra de trigo; además de las manufacturas de origen agropecuario. No obstante, en el área de las manufacturas de origen industrial se advierte una tendencia inversa que acentúa los riesgos de la “primarización” de la economía pues tiende a forzar una fuerte suba en la desocupación; proceso que, aún en mayor medida, se está verificando en Brasil. La conducción actual de la economía argentina parece estar de acuerdo con semejante tendencia, aunque cabe insistir que ello involucra un notorio retroceso cualitativo y cuantitativo.

La composición de exportaciones e importaciones
La continua suba en la cotización de la soja en el ámbito mundial es importante y puede llegar a generar para Argentina ingresos adicionales en este año por alrededor de US$7.500 millones, además de impulsar una siembra récord para la cosecha 2016/17.
Pero resulta muy desfavorable la “ola” de despidos en una serie de industrias que habían alcanzado un elevado nivel de eficiencia y productividad. En primer lugar, después de negar que hubiera despidos, los funcionarios del área terminaron por reconocer con bastante atraso que hasta fines de febrero pasado se registraron más de 68 mil despidos sólo en el sector privado. Las fuentes privadas, por otro lado, hacen subir ese número al doble al término del primer semestre.
A su vez, durante el primer cuatrimestre las exportaciones sufrieron un muy ligero descenso interanual de apenas US$54 millones; pero mucho más relevante son las variantes operadas en la composición de los embarques de producto provenientes del sector agropecuario en estado natural o con muy escasos cambios que pasaron de US$3.784 a US$4.637 millones (+22,5%) y las manufacturas con materias primas provenientes del mismo origen de US$6.804 a 7.156 millones (+5,3%). Por lo tanto, entre ambos rubros llegaron a US$11.1 93 millones que sobre el total de US$17.159 millones representó 65,2% del total general. A su vez, los bienes de origen exclusivamente industrial, se redujeron de US$5.765 a 4.748 millones (-17,6%).
En cuanto a las importaciones, éstas han descendido en ese mismo lapso interanual de US$18.105 a US$17.217 millones (-5,4%), siendo el rubro de bienes intermedios el que en ambos años absorbe la mayor cantidad de recursos pues tiene como función esencial coadyuvar a la producción interna. Aun así, no dejaron de bajar ya que en 2015 alcanzaron a US$5.939 millones frente a US$5.173 millones en el presente (-23,9%): lo cual sólo puede ser posible mediante un retroceso semejante de la actividad interna.
Con semejantes funciones y destinos, debe sumarse la introducción de piezas y accesorios para bienes de capital que cayeron muy levemente; en 2015 sumaron US$3.872 y en 2016 US$3.766 millones (-2,7%%). Recién en tercer término figuran las importaciones de bienes de capital que siguieron la tendencia referida, pues en igual orden habían llegado a US$3.635 millones contra US$3.542 millones (-2,6%).

Un reciente y sorprendente nuevo informe
Este reporte ha emanado del equipo de economistas que trabajan en la Sociedad Rural Argentina (SRA); por medio de ese informe anuncian que en lo que resta de este año el sector invertirá nada menos que US$58.000 millones, lo cual aparece muy difícil de compatibilizar, o hasta imposible de hacer, con lo cual a todo lo antes referido -que se funda en la situación preexistente para las fuentes oficiales- se le sumaría ahora ese plan de muy significativa cuantía. Incluso hay ramas o actividades hasta ahora virtualmente desaparecidas de los primeros planos que surgen inesperada y abruptamente. Un proyecto de semejante magnitud puede ser viable solamente con miras a incursionar con éxito en el mercado mundial con sus excedentes ya que el mercado interno es relativamente pequeño.
De todos los rubros expuestos, en primer término está el caso específico de la Ganadería que de esa forma concretaría las mayores inversiones con un total de US$22.578 millones (39%). Obviamente ello no parece demasiado coherente, si se relaciona con la reciente disminución de la cuota Hilton asignada al país pues apenas puede llegar a 12.000 toneladas y para colocarlas rige una cotización inferior en 20% a la del año precedente. Este informe de la SRA comienza señalando que “la eliminación y reducción de las retenciones a las exportaciones sumadas a la quita de trabas al comercio exterior fueron fundamentales”.
En función de ello, sostienen que insuflan “confianza e incentivan inversiones en uno de los sectores más dinámicos de la economía argentina” y aseguran que “el campo invertirá durante este año la cifra antes referida”; para concluir que por ello “la reactivación será evidente. Ochenta por ciento de ese dinero se gasta y se invierte donde se produce. No hay sector de la economía que tenga una reacción tan rápida y tan beneficiosa para mejorar el nivel de vida de todos los que habitan nuestro vasto territorio”.
Del propio texto transcripto surge que en forma desagregada la mayor cifra parcial ($13.765 millones) será afectada a lo que llaman eufemísticamente “la reposición de hacienda”; a cuyo efecto se recuerda que el stock vacuno al comienzo del corriente año era de 52,6 millones de cabezas y que la producción de leche aparece por fuera de dicho combo con $4.510 millones (seis por ciento adicionales); mientras a la Agricultura se asignan $21.047 millones (36%), a la que suman las plantaciones plurianuales por $4.382 millones (ocho por ciento) y Horticultura con $1 .714 millones (tres por ciento). El proyecto es ambicioso pero requiere seguirlo de cerca…

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