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Criando la cooperación

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Por Matías Maccio * exclusivo para COMERCIO Y JUSTICIA

Michael Tomasello afirma en “¿Por qué cooperamos?”, que “lo que mueve a los niños para ayudar no son los incentivos externos sino ese interés por el otro”. Cree que la temprana inclinación por colaborar que muestran los niños no es producto de la cultura ni de las prácticas de socialización; por el contrario, es una inclinación natural por comprender la situación de otros cuando están en dificultades. A medida que van creciendo, también se hacen más selectivos en relación a quién ayudar o tener un comportamiento cooperativo; sin embargo, son capaces de hacerlo por comprender que, con ese ser, pertenecen a un mismo grupo social con el cual se identifican (“él es yo”). En ese trayecto, uno de los procesos psicológicos que subyace en las relaciones sociales es la coordinación y la comunicación; la primera instancia es acordar una meta común y coordinar los roles. En el contexto del conflicto, lo que suele suceder es que surgen obstáculos –entre otros, en la comunicación- que dificultan o impiden que dicho proceso se desarrolle; con ello se alejan del campo de las actitudes mutualistas otrora criadas.

Para imaginar un escenario de fortalecimiento de tendencias cooperativistas, el dispositivo de mediación u otras prácticas dialógicas (círculos de diálogo, por ejemplo) contribuye proponiendo un marco para una experiencia de comunicación adecuada (cuidada). A través de una propuesta metodológica se ofrece a las personas la posibilidad de transitar una experiencia de escucha, comprensión y toma de decisiones dentro del contexto del conflicto. La conducción de dicha propuesta está a cargo de la persona mediadora, por tanto el desempeño que logre el dispositivo depende en parte del marco teórico y en parte de quiénes lo conducen. Hay una relación dinámica -no lineal- que se retroalimenta en el andar. El dispositivo dialógico y la persona que lo opera contribuyen con algunas condiciones para que las personas en conflicto dialoguen, comprendan y eviten la violencia (que se vean cómo pertenecientes al mismo grupo humano, sin deshumanizarse mutuamente). Básicamente ofrecen una oportunidad para que cada parte cuente “la teoría previa” que tienen acerca del conflicto (podríamos decir, en nuestra jerga, el relato o la narrativa del conflicto) y para que cada sujeto acceda a la información que le permita construir una teoría al paso -que aspire a la consideración del otro-. Según Donald Davidson, se entiende por “teoría previa” al sistema de estados mentales construido para dar sentido a un hablante o un intérprete en particular. Por otra parte, se refiere a “teoría al paso” al producto de la reformulación, corrección o afinamiento de una teoría previa para dar sentido al nuevo comportamiento del interlocutor o a la nueva evidencia que tenemos de él o ella. Así, en las intervenciones con nuestros protagonistas, la teoría al paso anterior oficiará de teoría previa para dar lugar a una nueva teoría al paso y así el proceso comunicativo continuará inacabable.

Tanto el dispositivo dialógico como el rol de la persona que lo conduce facilitan a los participantes la tarea de transitar el camino de la comprensión y la cooperación; ambas implican que las personas sean capaces de construir un ámbito compartido o una meta común, es decir un territorio común de creencias, significados, deseos, valores, y objetos de la realidad, donde las diferencias y discrepancias puedan hacerse perspicuas (claro o transparente). Para algunas personas esto puede llevarlas a alcanzar un acuerdo, o bien hacer inteligible el desacuerdo. Por tanto, para llegar a este lugar -por referencia al “territorio compartido”- sin que la violencia surja o escale, las personas deben ir entretejiendo sus narrativas de tal manera que se incluyan, con cierto grado de razonabilidad y no excluyan del todo a las propias. En ese sentido, y recogiendo la idea expresada en las primeras líneas, la disposición a considerar al otro (“él es yo”), que surge como tendencia natural en los niños/as de escasos años de vida, parece requerir en los mayores un trabajo adicional a través de la comunicación.

En mi trayecto profesional en el campo de la gestión de conflictos, como tercero imparcial, ha sido una excepción que la comprensión y la cooperación aparezcan de manera espontánea, articulada y gestionada únicamente por las personas en conflicto; la más de las veces es necesaria la intervención mediadora y el marco adecuado en el cual hacerlo.

Para que la comunicación tenga los efectos esperados, además, requiere un movimiento en quienes participan de dichos dispositivos. El concepto que me resuena para enmarcar esta variable es el de flexibilidad cognitiva, acuñado por Pablo Quintanilla quien dice que es “la capacidad de adaptarse a situaciones, opiniones y puntos de vista diferentes e inesperados, sin perder la propia perspectiva pero poniéndola en cuestión y modificándola de ser necesario”. Habitualmente las personas tendemos a interpretar el mundo en el que interactuamos de acuerdo a nuestras ideas, creencias, valores y por lo tanto nos resulta -a veces- difícil o imposible de comprender algo diferente o que no se comporte en forma coherente a este esquema mental que tenemos.

Así todo, que las personas en conflicto logren la cooperación mutua es una meta a criar, ayudando a aquellas a que recuperen esa tendencia natural -en algún momento- perdida.

* Mediador penal

Comentarios 6

  1. Eugenia says:

    Qué valiosas reflexiones sobre un tema que me interesa profundizar:(…) que se vean como pertenecientes al mismo grupo humano sin deshumanizarse mutuamente.
    Gracias por tu aporte Matías..

  2. Marinés Suares says:

    Me encantó Matías… todo el artículo y el título
    Te robo dos frases:
    la que citas de Quintanilla sobre «flexibilidad cognitiva»
    y tu frase final: «es una meta a CRIAR, ayudando a aquellas a que RECUPEREN esa tendencia natural -en algún momento- perdida» Me parecen geniales: la idea de una meta a criar… y lo de recuperación de una tendencia (no que los mediadores DAN) sino que ayudan a criar que los otros RECUPEREN algo que ya era de ellos.
    Felicitaciones
    Marinés

  3. Susana novas says:

    Interesante… creo que la colaboración también es parte de la educación. Si la educación es competitiva.. es parte de la estructura del ser humano

  4. Claudia Sciu says:

    Excelente Matías Mac, como siempre!!!

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