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Comunicación judicial en las redes: determinación, creatividad y coraje

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Por María Virginia Fourcade(*) 
Exclusivo para Comercio y Justicia

Se debate, en muchos espacios, si la presencia de los poderes judiciales en el ecosistema digital es pertinente. Si corresponde que estas tradicionales organizaciones públicas participen del fluido y frenético intercambio que se da en las redes. 

Personalmente, considero que sí puede hacerlo, que es conveniente que lo haga y, además, que ya no tiene otra alternativa.

El Poder Judicial no puede mantenerse ajeno a este nuevo modo de convivencia de personas e instituciones. Si parte de un paradigma de comunicación unidireccional, donde la Justicia “informa” a la ciudadanía, no hay posibilidades de encarar un cambio hacia lo digital.

La realidad en la que vivimos, en particular durante la pandemia, nos empuja a intentar una comunicación multidireccional. Un nuevo modelo de relacionarse en el que la organización no solo emite mensajes, sino que se atreve a escuchar a las personas, a conversar con ellas y a establecer un diálogo más horizontal.

Ya no sólo “informa” sino también busca recibir una devolución por parte de sus públicos internos y externos. Intenta entender sus necesidades y expectativas, empatizar con ellos e involucrarlos en la construcción de un vínculo sano y recíprocamente fructífero.

Comparto a continuación algunas ideas para tener en cuenta.

1- La audiencia ya no está frente a los “estrados de la Justicia”.

Se deben adaptar las estrategias de comunicación a una audiencia que se encuentra alrededor de la organización, dentro y fuera, cerca y lejos. Se desdibujan aquí los límites entre la comunicación interna y la externa, porque todos sus públicos conviven en este ecosistema, en igualdad de condiciones y con iguales potestades.

Los seguidores de un perfil institucional pueden ser tanto personas ajenas al Poder Judicial como auxiliares de la justicia, actores o demandados y, también, integrantes de la organización, de diversos fueros y sedes. Debemos ser conscientes y prepararnos para posibilitar el diálogo. No está recomendado anular la posibilidad de comentarios, pues una red social no es un tablero de anuncios.

2- Este público consume la información de manera diferente.

Adaptarse y repensar la manera de comunicar, en este contexto, no se agota en la generación de canales digitales o en la creación de perfiles institucionales en redes sociales. Implica aprender a hablar otro lenguaje, con otras reglas y códigos. El hipertexto, la multimedialidad y la interactividad modifican la forma en que se “lee” la información.

Los públicos son diversos. También lo son sus intereses y sus competencias interpretativas. Las redes son un espacio muy propicio para poner en práctica técnicas de simplificación del lenguaje jurídico. Permite, además, complementarlas con piezas gráficas, audiovisuales e interactivas que colaboren a la comprensión de las temáticas judiciales, sus servicios, sus procedimientos y a la divulgación de derechos.

3- Se reemplaza la figura de consumidor por la de “prosumidor”.

Quienes interactúan con las organizaciones en las redes sociales, además de consumir la información publicada, tienen el poder de producir nuevos mensajes a partir de ella y de difundirlos. Allí, el intercambio entre los seguidores es irrestricto.

Es importante tener en cuenta que tal posibilidad convierte a cada persona que interactúa con la Justicia, desde el rol que sea (interno o externo), en un productor de contenidos no supervisados ni planificados por la organización, que circulan y que pueden impactar, para bien o para mal, en su reputación.

4- Cada red tiene una idiosincrasia y lógicas diferentes.

Es importante conocer las características de cada red (Twitter, YouTube, Instagram, LinkedIn, Facebook, entre otras) y articular los contenidos que se comparten por cada una de ellas. Deben identificarse los diferentes públicos que las habitan, sus objetivos, intereses y percepciones.

En definitiva, es primordial fijar una política de comunicación digital que determine los ejes sobre los que se va a planificar la intervención en cada red, todo en coherencia con la identidad y la misión de la organización.

El Poder Judicial tiene una función social indelegable y su comunicación con la comunidad es sumamente importante. De allí que su gestión requiera de una experticia específica y la consecuente profesionalización.

La gran cantidad de servicios y disciplinas que coexisten en la estructura judicial dificultan que la ciudadanía e, incluso, sus propios integrantes conozcan acabadamente sus alcances y su modo de funcionamiento. La oportunidad que dan las redes de “conectar” directamente con esas personas es invaluable. Contenidos para compartir sobran. Sólo hace falta determinación, mucha creatividad y un poco de coraje.


(*) Abogada. Licenciada en Comunicación Institucional

Comentarios 1

  1. Carolina Zapata says:

    Me parece un buen proyecto, este acercamiento del poder judicial que muchas veces se ve desde abajo, inalcanzable y que pierde en esta distancia el objetivo para el que fue creado.

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