Por Lic. Rodrigo Díaz
En la actualidad puede verse que tanto en el mundo de los negocios como en el del management la vorágine viene haciendo de las suyas. Cualquiera fuere el tipo de organización, desde hace algún tiempo se viene generando dentro de las empresas un fenómeno muy curioso, en el cual resulta arduo -e incluso hasta tedioso- encontrar personas dispuestas a asumir roles de liderazgo. Y el principal elemento a considerar viene de la mano de lo difícil que muchas veces resulta crear compromiso entre los miembros del equipo de trabajo, orientado a la persecución de los objetivos definidos.
Variables de tipos culturales, generacionales, de formación e incluso tecnológicas son algunos de los múltiples factores que en la actualidad “atentan” contra el liderazgo que se desarrolla puertas adentro.
El entender cuál es la dinámica de nuestros equipos, cómo hacer para mantenerlos motivados y con ganas de superarse a lo largo del tiempo, resultan ser los diferenciales en el liderazgo moderno y las habilidades buscadas en las organizaciones que procuran cubrir esta función.
Uno de los factores claves es el de generar un ámbito en el cual nuestros colaboradores puedan expresarse libremente sin ser juzgados. Muchas veces, las mejores ideas surgen de las bases y el líder debe saber capitalizar ese potencial para el bien del grupo y la consecución de los objetivos fijados por la organización.
Otro aspecto a considerar es el de estar abiertos a la retroalimentación de nuestra forma de gestión. Implica poder brindarles a nuestros colaboradores el espacio para que nos digan lo que piensan respecto de las formas en que encaramos nuestras propias tareas e incluso que nos puedan comentar aquello que no les gusta sobre cómo lo realizamos; de esta manera, podremos lograr que confíen en nosotros y a partir de allí obtener los mejores resultados.
Pero, sin dudas un instrumento que resulta distintivo en este noble trabajo, pero que lamentablemente muchas veces es “olvidado” o está “adormecido” en el inconsciente de quienes ejercen la función de liderazgo, es mostrar nuestro agradecimiento al equipo. El reconocimiento a la gente que trabaja con nosotros, el que sepan que hemos alcanzado el objetivo o el reconocerles el esfuerzo realizado, generará un espíritu de pertenencia que hará de tus colaboradores formen un equipo ganador.
En tal sentido, es necesario comprender que en la mayoría de los casos, organizacionalmente los puestos de trabajo siguen teniendo la misma denominación, por ejemplo gerente, supervisor, team leader, etcétera; sin embargo, la realidad indica que las tareas y habilidades por las que vienen velando unos y otros deben ser encaradas de una manera diferente a lo que se venía haciendo, para procurar generar equipos que generen un impacto distinto en la dinámica de la empresa. Así, muchas veces será necesario cambiar ciertos paradigmas que se encuentran enquistados dentro de las organizaciones con vistas a los nuevos desafíos planteados, y de esta manera poder abordar este fenómeno social más eficientemente. La actualización permanente, la innovación en herramientas de gestión y el conocimiento, en definitiva terminan siendo los factores clave para todos aquellos que son o aspiran a ser los grandes líderes del siglo XXI.
* Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC
