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¿Cómo enfrentan Argentina y sus vecinos los estragos económicos de la pandemia? 

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Danilo Díazgranados (*)

El impacto del covid-19 sobre la economía latinoamericana al parecer no deja de sorprender a los analistas de las principales calificadoras de riesgo y organismos multilaterales. No obstante que la crisis sanitaria se ha ensañado contra este continente, la mayoría de los gobiernos sigue realizando esfuerzos ingentes para, de alguna manera, contener el fuerte golpe que resulta para sus finanzas la paralización, en gran escala, de la actividad comercial y productiva, con las nefastas consecuencias por todos conocidas.

Aun así y pese a las dificultades económicas evidenciadas por algunos países, incluso antes de la pandemia, varios han sido los programas que las respectivas administraciones  han diseñado y puesto en marcha para minimizar la debacle y el incierto panorama económico que ya comienza a despuntar en la región.

Comenzando por Argentina, su economía -aunque se han realizado enormes esfuerzos por disminuir la afectación- caerá en mayor grado que en la mayoría de sus vecinos. Según información del Banco Central, el Producto Interno Bruto (PIB) podrá desplomarse hasta 12%. Mientras tanto, Brasil y Chile esperan descensos de entre 5% y 6%, respectivamente. 

Las medidas de aislamiento en Argentina fueron unas de las más fuertes del mundo. Comercio, servicios, bares, restaurantes han continuado cumpliendo con un confinamiento que parece no tener fin, poniendo un grado más de dificultad a su alicaída economía. De acuerdo con el índice de movilidad de Google, que hace uso de los datos generados por aplicaciones para monitorear el impacto del coronavirus en el desplazamiento de las personas a escala mundial, este país registra la movilidad más restringida del mundo.

Las restricciones se extienden y, con cada prórroga, la esperanza y los ahorros de empresarios y sus trabajadores se extinguen. A la Argentina le llegó el covid-19 con una gran desventaja con relación al resto de los países que se encuentra de ese lado del continente: una década completa de estancamiento económico y la crisis monetaria de 2018, que resultó en una moratoria del pago de la deuda externa. En ese contexto, al gobierno de Alberto Fernández no le quedó otro recurso que imprimir dinero.

Según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional, para este año el PIB de la región caerá 9,4%. Perú se desplomaría 13,9%, Argentina descendería 9,9%, seguida de Brasil con un descenso de 9,1% y Chile con 7,6%.  Mientras tanto, el Banco Mundial apunta que países como Paraguay y Uruguay sufrirán mermas de 3,7% y 2,8%, respectivamente, lo que se traduce en las cifras más moderadas de la región.

Ahora bien, ante este panorama -nada alentador- por cierto-, ¿cuáles son algunas de las medidas que están aplicando Argentina y los países vecinos para que sus economías sigan funcionando más allá de los niveles críticos? La respuesta a este interrogante no es fácil de argumentar porque históricamente las finanzas en la convulsa Latinoamérica son un sube y baja continuo, aunque algunas naciones habían experimentado un importante repunte en sus finanzas durante la última década, como es el caso de Perú y Chile, tan sólo por citar algunos ejemplos emblemáticos. 

En el caso de Argentina, las medidas de orden económico y social representan 3,5% del PIB. Abarcan programas de construcción para generar unos 750 mil empleos entre 2020-2021; inamovilidad laboral hasta finales del presente mes de septiembre; apoyo a las empresas privadas mediante el pago de hasta 50% del sueldo de sus trabajadores; tasas de 0% de interés para trabajadores autónomos; y elevación del monto del seguro de desempleo. 

En lo que respecta al sector empresarial, sobre todo el de la pequeña y mediana empresa,  obtendrá incentivos en lo concerniente a flexibilización de condiciones para acceder a créditos, descenso en tasas de interés, inversión gubernamental para obras pública; en fin, toda una suerte de beneficios en aras de tratar de levantar las maltrechas finanzas.

Por su parte, Bolivia se ha empeñado en lanzar un ambicioso plan de reactivación del empleo, que será financiado con recursos propios del país, créditos de organismos internacionales y la emisión de bonos de la deuda. El dinero será empleado en un ambicioso plan de reactivación del empleo en sectores como pymes, turismo, servicios y  construcción, entre otros. Apoyo para el pago de salarios en empresas privadas y  flexibilización de condiciones en créditos bancarios e incentivos fiscales complementan el paquete.

En lo relativo a Brasil, el paquete de medidas económicas representa 8% del PIB. Contempla, además de los consabidos beneficios sociales, líneas de financiamiento preferenciales para pymes, aplazamiento en el pago de los impuestos y contribuciones al Fisco y flexibilización de los requisitos de créditos de personas con instituciones públicas para agilizar los procedimientos de liberación de recursos.

El paquete económico de Chile se traduce en 6,7% del PIB. Los recursos para financiarlo  fueron obtenidos mediante la emisión de bonos. Abarca dos áreas fundamentales: gasto social y garantías estatales a créditos. La suspensión del pago del impuesto sobre la renta para unas 700 mil empresas por un lapso determinado, flexibilización para presentar declaraciones de renta en el presente año, postergación del pago de IVA para las pymes y  medidas de alivio para el tratamiento de deudas tributarias son algunas de las acciones emprendidas, la mayoría de ellas con fuerte impacto en el orden fiscal e impositivo. 

El gobierno chileno dejará de percibir renta por este concepto, aliviando la carga que para el sector comercial y productivo del país representa esta serie de emolumentos. 

Las medidas económicas de Paraguay representan 6% del PIB. Incluyen erogar recursos para la inversión en obras públicas destinadas a la construcción de viviendas, con lo cual se prevé generar unos 124 mil nuevos empleos. De igual manera, contemplan un programa de créditos para las pymes en condiciones preferenciales y fraccionamiento en cinco cuotas para el pago de impuesto sobre la renta. 

Perú está destinando un paquete de recursos del orden de 25 mil millones de dólares (12% del PIB), dinero que está siendo distribuido en tres etapas: 1) contención de la pandemia; 2) esquema de préstamos con garantías, y 3) reactivación.

El sector de la micro y pequeña empresa será el que recibirá mayores beneficios, entre los que se destacan la flexibilización de las condiciones para optar por financiamiento, desembolso de mayores recursos para la reactivación del empleo en ese sector y la prórroga en el pago de impuestos. De igual manera, la Ley de Impuesto a la Renta sufrió una modificación que permitirá a otros sectores de la actividad comercial y productiva privada suspender o modificar los pagos previstos de sus obligaciones tributarias, correspondientes al presente ejercicio fiscal.

En lo que concierne a Uruguay, destinará recursos del orden de 1,4% de su PIB para ser distribuidos en planes para diferentes sectores. Entre ellos las empresas, sobre todo las pymes, que serán beneficiarias de créditos blandos para atender la emergencia. Además, el pago de las facturas relativas al servicio eléctrico de hoteles y restaurantes será financiado en 70% durante el período abril-noviembre 2020. La banca extenderá el plazo del pago de vencimiento de los créditos hasta por un lapso de 180 días. 

Resulta interesante destacar que gran parte de los países ha creado fondos especiales con recursos obtenidos de diferentes fuentes para paliar los efectos que, tanto en la economía como en el ámbito social, deja el paso de la pandemia. Créditos de organismos multilaterales, aportes de parte de los sueldos de los empleados públicos, ahorros estatales, emisiones de bonos de la deuda, donativos de organizaciones sin fines de lucro y de otras de carácter mundial, complementan la cesta en la cual converge parte del dinero necesario para hacer frente a la hecatombe que significa la crisis sanitaria.

En líneas generales, la mayoría de los países de la región ha aplicado estrictas medidas de confinamiento pero sostenidas con importantes desembolsos de recursos dirigidos, casi en su totalidad, a apoyar el sector privado productivo. Las pymes son, sin duda, las que han obtenido mayores beneficios, ya que son fuente generadora de un importante número de empleos y complementan el tejido industrial del país. 

En todo caso, a la larga se ha demostrado que todas estas medidas no han sido suficientes para detener el avance de la recesión económica, tanto en este lado de Sudamérica como en el resto de las naciones que conforman la región.

Los resultados aún no se vislumbran. Los pronósticos son muy poco asertivos. Es muy difícil predecir si, efectivamente, estos planes y estrategias tendrán todo el éxito que se prevé. 

Pero, aunque el panorama resulte incierto -y en ocasiones desesperanzador-, tan sólo el advenimiento de un nuevo período, libre de coronavirus, nos permitirá mirar hacia el pasado reciente y conocer si, efectivamente, lo peor ya ha pasado.


(*) Ingeniero financiero, especialista en finanzas internacionales

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