Por Luis Carranza Torres (*) y Carlos Krauth (**)
Destacamos en nuestra anterior columna los planteos a fin de responsabilizar internacionalmente a la República Popular China por los efectos globales del Covid-19. Una delicada cuestión que tuvo no pocas novedades en tan solo una semana.
En tanto la pandemia se extiende, la información respecto a su origen y propagación aumenta. Bastante de ella deja al Gobierno chino mal parado, lo que se traduce en un aumento de los reclamos.
De acuerdo a nuevos datos, al parecer el sistema sanitario de Wuhan ya se encontraba colapsado en noviembre de 2019. Sin embargo, recién el 31 de diciembre de ese año China comunicó a la OMS de la existencia de la cepa viral y aseguró al organismo internacional que la enfermedad estaba bajo control y sin posibilidades de expandirse más allá de esa provincia de Hubei, en China central. También se habla de que existirían otras cifras, especialmente de muertos, distintas de las que son de estado público.
No son pocos los que señalan responsabilidades adicionales, más allá de esta pandemia. En tal sentido se pone de relieve que el coronavirus detectado en China es 80 por ciento similar al virus del síndrome respiratorio agudo y grave (SARS) que provocó un brote en 2003 y que causó la muerte de 774 personas y afectó a 8.098, principalmente en China, de donde surgió.
En el caso del SARS, un gato salvaje fue el animal huésped que previamente había sido infectado por murciélagos. En el Covid-19 se dice que el animal huésped es el pangolín, según la revista científica Nature. Se trata de un folidoto perteneciente a los mamíferos placentarios, emparentado con el armadillo o nuestra mulita, para comparar con lo más próximo. Es el animal más traficado del mundo, cuyas escamas son consideradas una cura milagrosa, en las creencias populares chinas.
Aunque el mercado de animales salvajes de Wuhan se cerró luego de la aparición del virus, nada se ha hecho para prohibir el comercio de ellos, que convertidos en polvo, son muy utilizados la cultura china. Paradójicamente como un símbolo de salud.
Con dos brotes globales asociados a la zoonosis, no son pocos quienes demandan la prohibición mundial del comercio de animales, así como también que se adopten (principalmente en China), las medidas para evitar tales situaciones. En ese sentido, biólogos como Jared Diamond o virólogos como Nathan Wolfe hablan de que el mundo debería estar preparándose para la próxima pandemia, aún en medio de la crisis actual, a fin atemperar que las enfermedades animales se propaguen entre los humanos en el futuro.
Aunque surgen las dudas de siempre sobre cómo hacer cumplir tal prohibición, dicha medida reduciría el riesgo de otra zoonosis mortal como las que hemos tenido en el pasado reciente.
En este sentido, de las tenues protestas políticas respecto de la inacción inicial y el posterior ocultamiento chino se ha pasado a los reclamos y señalamientos públicos.
Una organización no gubernamental de España presentó en el juzgado de guardia de Madrid una denuncia contra el Gobierno chino y, lo que es novedad, contra funcionarios de ese país. Tras individualizar como responsables de la pandemia al líder del Partido Comunista Chino, Xi Jinping, así como a responsables políticos de la provincia de Hubei y de la ciudad de Wuhan, se les atribuye la comisión de los delitos de lesiones graves, muertes por negligencia, daños a la propiedad, daños a las economías de las personas y a los países o estados que han sido contagiados.
El Reino Unido, por su parte, está estudiando denunciar a China ante organismos internacionales por la pandemia.
Las naciones siguen siendo soberanas, aunque no tanto como en el pasado. El ser una superpotencia, además, confiere un poder superior para resistir críticas o planteos.
Pero se está lejos de ser inmune. China depende del mundo mucho más que el mundo depende de China.
Por eso, el país asiático ha encarado un fenomenal esfuerzo por brindar ayuda internacional sanitaria a quien se la requiera, a fin de contrarrestar en algo la mala imagen que va en franco aumento y que, más tarde o más temprano, se traducirá en medidas concretas de castigo. Nada quieren menos los líderes chinos, en un escenario económico recesivo, que ser objeto de medidas de bloqueo económico de al menos algunas de las economías centrales.
Se trata de una situación política y jurídica muy fluida en el presente que, como ya hemos dicho, es muy probable que cambie los estándares de la responsabilidad internacional de los países en la materia sanitaria. Es probable que, cuando la crisis acabe, ya nada sea igual que antes en el derecho internacional.
(*) Abogado. Doctor en ciencias jurídicas
(**) Abogado. Doctor en derecho y ciencias sociales