Alfredo Bravo, el maestro militante fue, junto al presidente Raúl Alfonsín, uno de los ciudadanos más comprometidos con la defensa de la democracia y la República. El hombre que trascendió los alambrados ideológicos que muchas veces imponen la militancia partidaria o la gremial para transformarse en un eficaz promotor de la Libertad.
En estos tiempos de banalización de la política, en estos tiempos en que se degradan las instituciones y se usa en beneficio propio la potestad del Estado, el maestro Bravo se erige en un símbolo potente al que ni la tortura dictatorial pudo doblegar.
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