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Afloran serios problemas para el segundo semestre

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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Según se advierte en la rendición del primer semestre, la Nación deberá enfrentar un muy difícil cierre del actual ejercicio y afrontar un creciente desequilibrio de sus cuentas fiscales, que proyectan sombras sobre 2015.

A mediados de agosto, el Ministerio de Economía difundió en detalle la gestión concretada en materia de ingresos y gastos por la Administración Central, como así también el importe y características que ha asumido el desequilibrio operado entre dichas cuentas. Tales elementos presagian un complejo segundo semestre y permiten avizorar nuevos problemas en 2015 si no se logra reactivar y optimizar debidamente el aparato productivo.

Si bien en los ámbitos oficiales se sigue esperando una tasa positiva de crecimiento del producto bruto interno, en forma unánime todos los analistas privados sostienen que se verificará una contracción, aunque no coinciden en cuanto ascenderá ésta pues sus cálculos oscilan, siempre con signo negativo, entre -1,0 y -2,5%; más aún desde que el Indec corrigió en más los datos originales del primer semestre.

Paralelamente, determinan que la desocupación abierta viene incrementándose aunque igualmente la cuantificación es motivo de controversias, pues presenta en este aspecto otro abanico de estimaciones que ubican entre 250 a 400 mil asalariados que habrían perdido sus respectivos puestos.

El Gobierno sobre este tema ha preferido admitir que el índice que para fines de 2013 ascendía a 6,4% de la población económicamente activa y habría escalado para el 30 de junio a 7,5% bajó la ocupación en no menos de 165 mil plazas. Aun si tal cifra reflejara la realidad, ello debe ser motivo de preocupación pues tal cosa no sucedía desde el año 2009, en que se vivió el último “párate” de cierta significación. En 2012 se reiteró, pero con menor intensidad, y el año pasado registró un modesto 3%.

Una rápida ojeada al resto del mundo permite constatar que ello se reitera en todo el planeta; aun en los casos de China e India que lideraban la expansión y que ahora, si bien siguen al tope, exhiben una disminución de sus antes muy elevados índices, pasando de 10,6 a 7,4% en el primer caso y de 8,1 a 5,8% en el segundo. Estados Unidos tuvo varios indicadores anuales poco alentadores desde 2008 y en este año llega apenas a 1,9%, que no le permite absorber siquiera el incremento vegetativo de su mano de obra. Más angustiosa aun es la situación de la mayoría de los 28 países que integran la Unión Europea; pues hasta Alemania, que oficiaba de solitario tractor para el resto del área, en este momento registra dos trimestres consecutivos con tasas negativas y a ello se suma Francia, la segunda en importancia, que acepta con resignación que la suya sea nula pero no marque un retroceso.

En Sudamérica, Brasil -la primera potencia y sexta del mundo- originariamente había estimado 2,5% de expansión para 2014, aunque sucesivamente ha venido corrigiendo sus cálculos y en la actualidad se conforma con un esmirriado 0,6%, aunque en los hechos, en el primer trimestre de este año tuvo una leve caída (-0,2%) que en el segundo se acentuó (-0,6%). La principal especialidad en contracción ha sido de la industria automotriz; (-19,6%), cuya comprometida gestión incide en la respectivas empresas que también operan en nuestro país.

En cuanto a Chile, Perú y Colombia, la más reciente evolución ha quedado bastante debajo de sus logros anteriores, registrando en promedio una reducción media de 42%; es decir, un avance de apenas 3,5%. En consecuencia, la realidad y las perspectivas para un futuro inmediato del área y, obviamente, de nuestro país, debe observarse a través de ese múltiple y poco propicio “espejo” internacional de características nada favorables en el azaroso momento que estamos transitando.

Las cifras de ejecución
Todos los analistas en Argentina han puesto su atención sobre la gestión del sector público nacional en los últimos tiempos, dado el pronunciado incremento operado en el desequilibrio neto que surge de la precitada rendición oficial, difundida a mediados de agosto. En tal sentido, es viable evaluarla según se computen o no como recursos parte de las ganancias del Banco Central, correspondientes al ejercicio anterior, junto con los dividendos u otras rentas derivadas de títulos y acciones depositados en el Anses.

Esos dos rubros han representado, en conjunto, una inyección de $51.621.4 millones que pasan a disminuir parcialmente el déficit en ese importe, pese a lo cual, el déficit residual fue de $37.291 millones. Obviamente, si esos dos conceptos no se toman en cuenta, el mismo llega a nada menos que a $88.991,2 millones. Dado que las erogaciones del segundo semestre son habitualmente bastante superiores, no sería arriesgado suponer que, para fines de diciembre el desequilibrio así calculado redondee algo más de $225 mil millones; el cual respecto de los $123 mil millones de 2013, implicarían un preocupante aumento de 82,9%, aunque hay analistas que lo hacen trepar a más de $300 mil millones.

La evolución de los ingresos tributarios en lapso julio-diciembre, si se llegan a equiparar con los del precedente, habrán cumplido razonablemente su función siendo algo más flexibles los originados en el Banco Central y Anses. De todas maneras quedarían no menos de $121,8 miles de millones que se atenderían mediante emisión monetaria. Este importe aparece muy reducido en el Proyecto de Presupuesto para 2015, “clima” que condiciona las reales perspectivas.

La situación descripta surge de un incremento de 71,2% operado en los Gastos Corrientes; pero según lo destaca el informe oficial, sin computar los egresos por intereses el gasto primario, habría crecido 56,5%, estando afectados prioritariamente a Consumo y transferencias realizadas al Sector Privado (especialmente subsidios). En lo referente a los Gastos de Capital, los mismos exhiben una suba del 58,5%, siendo como los del ejercicio anterior -en ambos casos- ampliamente superiores al índice inflacionario interanual, lo cual confirma un crecimiento real muy optimista para “tiempos difíciles” que, en cualquier manejo prudente, exigía mayor sobriedad.

Los intereses de la deuda pública tuvieron un verdadero “salto”. En 2013, para igual período, llegaron a $3.557 millones y en este año aparecen con una insólitamente elevada cifra de $16.389,8 millones (+360,8%) que debiera haber sido explicada sobre sus causas y composición. A ello hay que agregar las erogaciones que configuran otras inversiones financieras; que figuran incrementadas en $ 1.011,8 millones debido a la atención del programa denominado ProCreAr y es de suponer que las nuevas líneas de crédito anunciadas con posterioridad para acelerar la adquisición de viviendas y automotores destinadas prioritariamente a mejorar la performance de esas ramas especificas en el transcurso de este segundo semestre, serán causal de mayores requerimientos y déficit.

Por el momento, ese buscado efecto dinamizador sólo se advierte en el mercado de maquinarias agrícolas pero en las esferas del Ministerio de Economía se aguarda con marcado optimismo una reversión positiva de la tendencia general que coadyuve a cerrar el ejercicio con signo positivo. Los desequilibrios a superar parten de una dura realidad que hasta ahora no han logrado corregir con éxito en lo que resta de 2014.

El conjunto de ingresos surgidos de tributos incluyendo los de seguridad social, durante el primer semestre, se incrementaron en medida insuficiente para atender los gastos corrientes que tuvieron un “salto” de 71,2%. Argentina no tiene posibilidades inmediatas de apelar al crédito externo en condiciones semejantes a otros de los países del área debido a los problemas pendientes con los “fondos buitre” que, pese a su casi unánime aunque sólo verbal descalificación, no dejan de gravitar en todos los medios y organizaciones financieras del planeta para aislar a nuestro país.

Lo que sugieren los datos concretos
Los ingresos corrientes de dicho lapso ascendieron a $471,3 miles de millones que, frente a los $329,8 miles de millones de 2013, revela un incremento interanual de 42,9%; índice de nivel muy preocupante que podría cubrirse como hasta ahora por medio del deslizamiento inflacionario pero no es aconsejable atender los Gastos Corrientes y de Capital actuales de esa forma, pues se acentúa la inflación. Debe recordarse que aquellos pasaron de $325,1 a $469,2 miles de millones; con una suba de 44,3%; razón por la cual la diferencia positiva se redujo de $4,727 a sólo $ 2.202 millones.

Dado que, incorporados el resto de los rubros No Corrientes, ya a fines de marzo había crecido el desequilibrio negativo a $17.263,3 millones, esa cifra debió servir como señal de alarma si realmente se deseaba restaurar el equilibrio. Lo sucedido en el segundo trimestre, lejos de generar el efecto contención, lo amplió a nada menos que $88.912,7 millones y obligó a apelar a las antes mencionadas transferencias del Banco Central y Anses para reducirlo a $37.291,3 millones.

Esto mejora la imagen de la gestión, aunque es poco prudente en materia de expansión monetaria. Seguramente, lo más oportuno hubiese sido hacer una prolija revisión de los gastos con el objeto de eliminar los que no estén debidamente justificados, aunque tal cosa no ocurrió sino todo lo contrario. Frente a un incipiente proceso recesivo en que la inversión privada se redujo notablemente, el Estado trató de “llenar el vacío”y para ello lanzó sendos planes especiales destinados a la compra o reparación de viviendas y a la adquisición de automotores; erogaciones que habrán más que duplicar el déficit final del ejercicio.

Ello trasunta una opción implícita, muy evidente, que consiste en otorgar prioridad absoluta al mantenimiento de la ocupación y postergar “sine die” cualquier programa u operativo de selección en cuanto a gastos para prescindir de los menos justificables. La misma condiciona desde ya los lineamientos que regirán en igual sentido la gestión durante el ejercicio 2015. Los máximos dirigentes de la Unión Industrial y de la Cámara Argentina de la Construcción han anticipado que continuarán en una actitud de espera, mientras los más conspicuos miembros de la Sociedad Rural optan por atesorar parte de la cosecha de soja.

El balance derivado de la concurrencia de ese conjunto de decisiones no permite suponer que el escenario del año próximo sea mejor que el actual y, dado que se trata de un año electoral con vistas a un recambio en diciembre, sería indispensable que los que aspiran a gobernar el país sinceren detalladamente cuál es su visión y las vías que elegirán en cada caso para mejorar las perspectivas.

Lo peor que podría suceder es que no tengan previsto lo que harán y arriesguen embarcar a la economía argentina y, por ende, a su población en la aventura de la improvisación o a facilitar, aun sin quererlo, la primacía de intereses oligopólicos que, obviamente, tienen muy en claro sus restrictivas metas que priorizan la optimización de beneficios.

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