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Adiós Joe y muchas gracias

Por Luis Carranza Torres* y Sergio Castelli**
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“Puñetera vida”, diría, y con toda razón, un español. La vida tiene esas cosas: unos se van y otros llevan. En la implacable ley de la misma existencia humana. Pero que se entienda no quiere decir que ofrezca consuelo.

Hay partidas y partidas. Y dos clases de afectos que la palman: aquellos que tienen nuestro cariño y hemos tratado, y los otros que han formado parte de nuestra vida sin siquiera saberlo.
Entre esos últimos estaba, por derecho propio, John Robert Cocker, más conocido por todos -desde su familia al mundo entero- como Joe Cocker.

Ya alguna vez lo dijimos en esta misma columna, a propósito de la partida del genial Tom Clancy: ¿qué puede decirse cuando un creador muere? Poco y nada, salvo recalcar la orfandad en que nos deja. Desde que el mundo es mundo y los humanos somos humanos, la creatividad ha sido lo que nos ha salvado de ser comidos por las bestias con el manejo del fuego, hasta poder llegar al espacio con los cohetes interplanetarios. Más alto, más lejos, más fuerte no sólo es un lema olímpico. Resume la aspiración de superarnos como especie.

Peor todavía, aunque parezca mentira, es la pérdida de alguien que no sólo creó arte y definió con su obra una época sino que pobló de sentimientos la vida de muchísimos otros, en los lugares más dispersos del globo.

Ése, precisamente, era Joe. Parte inseparable de nuestra vida musical desde que nos abrimos al mundo en la adolescencia.

Reconocible al primer sonido que su voz áspera y aguardentosa emitía, marcó un antes y después en el mundo del blues. Originario de Sheffield, una ciudad industrial en el norte de Inglaterra donde nació el 20 de mayo de 1944, Joe Cocker falleció en la noche del domingo 22 de diciembre pasado en su residencia en Crawford, en el estado de Colorado.

Tenía 70 años, cuatro décadas de carrera musical y sus temas habían definido un estilo, una época y muchísimas vidas.

No podemos nombrar todos sus éxitos, posiblemente no alcanzaría esta página al completo. Canciones como You are so beautiful o Con una ayudita de mis amigos (With a little help from my friends) definieron una época.

Pertenecía a la aristocracia del rock. De esos que lo reiniciaron en el legendario Festival de Woodstock de 1969.

Su idilio con el cine no fue menor. Dos canciones suyas, Night calls y Up where we belong, la segunda en dueto con Jennifer Warnes, fueron las que más pegaron en la banda de sonido de la película Reto al destino, de 1982, con un debutante Richard Gere.

Claro que el film que lo puso en la estratósfera de la popularidad y, una vez más, lo hizo ingresar en la historia de la cultura contemporánea fue, también en los 80, su interpretación del tema You can leave your hat on en el que una por demás sensual Kim Basinger se desnudaba ante los ojos observadores de Mickey Rourke durante la trama de la película Nueve semanas y media, allá por 1986.

Joe ganó todo lo ganable: éxito, renombre y varios Premios Grammy, Golden Globe y Oscar, entre otros. Pero como dijo su agente, Barrie Marshall: “Enormemente talentoso y una verdadera estrella, pero además un hombre amable y humilde que adoraba actuar”.

Por eso capturó los sentimientos de millones en sus canciones: básicamente, era un buen tipo. Y eso, de alguna forma, se trasmitía también en sus sonidos.

* Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas. ** Agente de la Propiedad Industrial

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