Un importante número de empresas, entre ellas algunas multinacionales, cerraron plantas de producción e incluso abandonaron el país durante el gobierno de Mauricio Macri, con el consecuente despido de trabajadores.
De acuerdo con la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), entre 2015 y 2019, cerraron 24.537 empresas.
Algunos de los cierres fueron los de Massalin Particulares en Tucumán y de la textil Guilford en Comodoro Rivadavia, ambos en 2016 con más de 300 despidos.
Al año siguiente, la textil Alpargatas cerró su fábrica de Florencio Varela (Buenos Aires), a lo cual siguieron ocho de sus nueve plantas. También en ese año, el fabricante de computadoras Banghó cerró en Vicente López (Buenos Aires); y Cerámica San Lorenzo lo hizo en San Luis.
Pampero apagó luego su planta textil en Chaco; La Serenísima, otra en Rufino, Santa Fe; y Puma, en Sanagasta, La Rioja. En marzo de ese año fue el turno a la química Atanor, con sus plantas de Baradero y Munro (ambas Buenos Aires); en abril la quesera Magnasco en Santa Fe; y en julio, la fábrica de fideos Manera, de Bahía Blanca, que llevaba 90 años de producción.
En el segundo semestre de 2017 fueron los cierres de la autopartista Plascar, de Córdoba, con 250 despidos; Aliaxis se fue de la Argentina (tenía planta en La Tablada, Buenos Aires); la textil Rolmen; la química Lanxess en Zárate (Buenos Aires); y La Serenísima cerró Las Varillas, Córdoba.
Ya en 2018 bajaron la persiana Ilolay en Santa Fe y Bopp en Campana; BGH en Tucumán, Dulcor en Catamarca y la fábrica de medias Ciudadela, que funcionaba desde 1949. Siguieron Room and Haas y la fábrica de electrodomésticos Mabe; la productora de teléfonos celulares Mirgor; Adidas; la fábrica de helados de Freddo; Canale y la planta de Acindar en Rosario; Paquetá; Eyelit y Sancor Bahía Blanca.
El año pasado se sumó La Campagnola en Mendoza y Brembo Barracas. Se sumaría luego Zanella Mar del Plata y Puma en Chilecito.